Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Entrevistas. Al Natural
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«Mi única preocupación es no defraudar y mantener el nivel»

«Mi única preocupación es no defraudar y mantener el nivel»

Hace dos años y dos meses conquistaba el corazón de Sevilla y de todo el largo y ancho del Guadalquivir. Aquel día vino a decirle a la Maestranza que el caviar no envejece por muy poco que se le vea sobre la mesa; que lo eterno no existe con medias verdades, y que la vida, a veces, puede ser caprichosa con aquellos que buscan y encuentran en su libertad la pureza que deambula por los jardines de lo vulgar. Ocurrió un 10 de mayo de 2019. Hoy, Pablo Aguado encabeza el escalafón sólo por detrás de Morante; sus tardes prácticamente se contabilizan por triunfos y, sin querer queriendo, ha compuesto junto al genuino torero de La Puebla y Juan Ortega, la terna sevillana del momento. Ayer, de regreso a casa desde el auditorio Ruinas de San Francisco de Baeza, después de participar en el acto de presentación de la tradicional corrida de agosto, quiso atender a porelpitonderecho.com.
Darío Juárez

- ¿Le pesa la carretera?

- Bueno, sarna con gusto no pica. Mientras sea para torear, pesa menos.

- Al final, el torero hace al hombre, y el viaje hace al camino.

- Los kilómetros y estar montado en un coche, al final forma parte de la profesión. Así que hay que asumirlo como tal, aunque a uno no sea lo que más le guste.

- ¿Se acostumbra uno a verse en las partes nobles de las ferias, a golpe de triunfo casi todas las tardes?

- Acostumbrarte, no. Lo vas tomando como parte de la normalidad de tu profesión -porque bendita normalidad-; no tanto el verte anunciado en carteles de tanta importancia, sino la responsabilidad que ello acarrea. Y las dudas y miedos que te abundan siempre, pero en carteles así todavía más.

- ¿En qué ha cambiado el Pablo torero del 10 de mayo de 2019 al de hoy?

- Quieras que no, hay dos años de por medio, con una temporada completa y extensa en número de festejos, y otro año de pandemia que me ha servido para seguir evolucionando mucho en el campo, y creo que la diferencia de aquel al de ahora es que éste tiene algo más de madurez. Sin estar todo lo redondo que uno quisiera, ni mucho menos, porque creo que eso nunca se consigue, pero hoy sí más redondo que ayer.

- ¿Y el hombre?

- El hombre, por suerte y gracias a Dios, creo que no ha cambiado en nada. Intento ser el mismo, incluso creo que soy más consciente de lo difícil que es mantenerte en una situación de privilegio en el toreo, porque desde fuera se ve muy bonito, pero acarrea mantener el nivel todos los días.

- Quedan dos meses para San Miguel, pero Sevilla lleva tiempo llamándole a grito pelao.

- No cabe duda que volver a Sevilla es algo especial después de lo que pasó la última vez, porque todo el mundo lo esperaba con mucha ilusión.

- Segundo puesto en el escalafón, sólo por detrás de un Morante que ha tomado las riendas del toreo con voluntad, mucho amor propio y un derroche de torería inmenso allá por donde va. ¿Cómo se ve a Morante a través de los ojos de Aguado?

- Ejemplar. Creo que está en un momento de maestría ejemplar para todos los que vamos detrás de él. Un ejemplo en un concepto, un ejemplo en una forma de interpretar el toreo, y creo que todos los toreros le tenemos una admiración profunda.

- Muchos somos los que decimos que está en el cénit de su carrera profesional y eso, en parte, es gracias a usted. Después de su extraordinaria faena al 3° de Jandilla aquel décimo de mayo, en el 4° salió a quemarropa como si le estuvieran arrancando el alma, y con el Galleo del Bu fue a tocarle las orejas a su segundo toro, replicado de inmediato con las arrebatadas chicuelinas que manaron de su capote. ¿Cree que aquella fue la tarde en que Morante vio peligrar el trono de Sevilla, siendo el punto de inflexión positivo que le ha llevado a mostrar el nivel que se le está viendo a día de hoy?

- Por supuesto que no lo creo. Él lleva muchos años en un nivel que no le condiciona ni para un lado, ni para el otro. Sinceramente, creo que él siempre lo ha mantenido y es un maestro que lo lleva siendo durante muchos años.

- También lo creo al revés. Es decir, se retroalimentan cuando torean juntos.

- Él a mí, evidentemente, me incita a sacar mi mejor tauromaquia, porque es un grandioso torero, yo lo he admirado siempre, y a mí por lo menos me incita a sacar lo mejor de mí cuando toreo con toreros así; sobre todo cuando disfruto viendo al otro.

- Luego llegó Valladolid, y después la tarde de Ronda. Las miradas de admiración callaban cualquier palabra entre ambos; qué decir del gesto que tuvo cuando le regaló el sobrero.

- Fue un gesto que para todos los que hemos crecido admirando al maestro, era un sueño. Algo que no se olvida jamás. Sobre todo porque fue en beneficio de la tarde, en beneficio de la Goyesca y, en definitiva, en beneficio de la tauromaquia.

- De repente, el 2020 pare otro protagonista para el punto de mira de las ferias en general y de Sevilla en particular: Juan Ortega.

- Y tanto. Es un grandioso torero, que a todo los que tenemos la forma clásica de interpretar el toreo, siempre nos gusta verlo torear. Además, lo he tratado en la cercanía, es un gran chaval y le tengo una profunda admiración. Aparte de la alegría que produce que cada vez salgan más toreros con este corte

- Tanto su toreo como el de Juan tienen un común denominador que llega hasta el corte clásico sevillano por excelencia. Pero a su vez, es cierto que ese corte no brilla para con la lidia de muchos otros toros que no tienen esa profundidad y ese tranco de más, que tan bien le viene a los conceptos de ambos. ¿Le conviene a Pablo Aguado tener un "registro B" para ese otro tipo de embestidas?

- Creo que uno siempre tiene que andar medianamente bien, independientemente de tu concepto. Es verdad que no siempre se le puede hacer lo que uno sueña a la mayoría de los toros, pero uno, ante todo, debe ser profesional y estar por encima de las circunstancias; tu concepto no puede estar limitado a que te salga el toro ideal. No te va a valer para ti, para tu concepto del toreo, pero sí para demostrar, aunque suene fea la palabra, profesionalidad.

- En tu caso, la tarde de Arles con lo de La Quinta quizá fuese como un sueño cuando pudiste paladear en las yemas las embestidas templadas del encaste Santa Coloma. Más allá de servir para callar bocas u ocultar tópicos muy de vez en cuando matando ciertas ganaderías de las denominadas duras, a los toreros que tienen o tenéis las mimbres para mandar en el toreo el día de mañana, ¿cree que les debería de nacer más a menudo mover el avispero sólo por ver qué pasa?

- De vez en cuando, viene bien, pero no matar otros encastes por el hecho de que sean otros encastes, sino porque están en buen momento. La Quinta es Santa Coloma, como todos bien sabemos, está en un gran momento, y toros así te permiten torear despacio. Hay que abrir el abanico siempre y cuando sea en beneficio del espectáculo.

- Por cierto, la foto a lo Beatles en las escaleras del avión, con Morante y los hermanos Martínez Conradi camino de Francia, ha dado la vuelta al mundo.

- [Ríe] Sí. Fue una foto simpática, que la verdad es que ha tenido bastante repercusión y... fue simpática.

- Entre las ganas que nunca le han faltado y la responsabilidad que está adquiriendo día tras día, ¿cuesta más o cuesta menos vestirse de torero que hace dos años?

- Siempre cuesta, pero la preocupación varía mucho. Al principio, la preocupación se centraba en no dejar pasar las oportunidades e ir abriéndote hueco, y estando en esta situación, mi única preocupación es no defraudar y mantener el nivel.

- Termino, Pablo. ¿Le habla a la Maestranza cuando pasea por el Paseo de Colón?

- No soy de hablarla, pero siempre que paso se me vienen a la cabeza momentos inolvidables.

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