Este domingo reapareció vestido de luces José Miguel Arroyo, Joselito.
Lo hizo en la plaza francesa de Istres, con los tendidos abarrotados. Lógico.
Fue un torero que aficionó a los toros a toda una generación. A mi, el primero.
Ese toreo desmayado, templado y de verdad... ese concepto marca de la casa.
Como todo el mundo, esperaba la reaparición con ilusión, ganas y entusiasmo.
… Y, como casi todo el mundo, acabé decepcionado y asqueado al ver el toro.
Toda la verdad encarnada en la persona, era mentira en el animal.
Fue un encierro más propio de un festival. Toro, ante todo, toro.
Por lo que se ve, lo que realmente importaba era su vuelta vestido de luces.
Nada más. Todo lo demás era absolutamente secundario. Y esa no es la Fiesta.