Cuando pasaban algunos minutos de las nueve de la noche, un torero, Morenito de Aranda, se marchaba a hombros por la puerta grande de Las Ventas. Y, al mismo tiempo, otros dos toreros, Ángel Teruel y Alberto López Simón, se encontraban heridos en la enfermería de la misma plaza. Pero es que uno de ellos, López Simón, a esa misma hora debería haber estado cruzando también el umbral de la puerta grande tras cortar dos orejas. Pero así de cruda e imprevisible es la fiesta. Una fiesta que mostró sus dos caras: la del triunfo y la de sangre.
Que en la fiesta de los toros hay grandeza es algo que sabemos todos los que nos sentimos aficionados a este espectáculo. Lo que pasa es que, algunas veces, se nos olvida. O mejor dicho, hacen que lo olvidemos. Pero la Tauromaquia es tan bonita que, cuando menos te lo esperas, y gracias a su esencia, te reconcilia con un espectáculo único. Y eso fue lo que pasó hoy en Madrid. Hoy, en Las Ventas, vivimos una tarde histórica. Pero no por el número de trofeos que se concedieron (excesivos), sino por las sensaciones, las emociones que despertó, en lo más profundo de nuestro ser, la verdad del toreo. Y es que sí, por mucho que algunos nos intenten vender otra película, cuando hay verdad en el ruedo, hay emoción en el tendido. Y esa verdad, esa autenticidad, es la esencia, el pilar sobre el que se debe asentar la fiesta.
A priori, el cartel anunciado para la tradicional Corrida Goyesca del 2 de mayo era interesante. Tres toreros jóvenes a los que no les quedaba otra que triunfar. Así de claro y así de crudo. Y, como ellos lo sabían, vinieron a Madrid como hay que venir. Los tres, en sus diferentes conceptos y formas, dieron todo lo que tenían dentro para demostrar que quieren ser toreros y que se merecen un sitio en esas ferias tan cerradas e inaccesibles en las que sólo tienen cabida las llamadas figuras del toreo. Y los tres mostraron sus cartas y se la jugaron. Tanto es así que dos acabaron heridos en la enfermería. Y, al menos, a López Simón le queda el consuelo de las dos orejas que cortó. En cambio, Ángel Teruel no pudo matar ni un toro. El segundo de la tarde, un manso que ya había cantado la gallina en varas, se rajó pronto en el último tercio. Aún así tuvo movilidad y transmisión en sus embestidas. Pero, como manso que fue, apretó muchísimo hacia los adentros. Y precisamente por esa querencia Teruel cayó herido. En una de esas acometidas hacia tablas, el madrileño se quedó destapado y fue prendido recibiendo una cornada grave en el muslo izquierdo. Antes del percance Teruel no se había terminado de confiar con el manso de Montealto. Sin embargo, como es un torero que se coloca en el sitio, en la mitad del trasteo consiguió acoplarse a su oponente y extrajo una gran serie con la diestra.
Como se tuvieron que llevar a Ángel Teruel a la enfermería, Morenito de Aranda tuvo que salir a finiquitar a ese segundo. Y él, Morenito, fue uno de los grandes protagonistas del festejo. Este torero, que ya tiene un bagaje y que ha demostrado en más de una ocasión que tiene personalidad y condiciones, llegó a Madrid consciente de que no se le podía escapar la oportunidad. Y así fue. El torero burgalés dio, durante toda la tarde, toda una lección de frescura y capacidad. Mucho más firme que otras tardes, firmó la faena más completa al quinto de la tarde. Y lo hizo frente a un notable astado de Montealto llamado Frutero que había sido sorteado y enchiquerado en cuarto lugar. Pero, obligados a cambiar el orden de lidia por los percances de Teruel y López Simón, ese animal saltó en quinto y no en cuarto lugar. Y, aunque de rebote, se cumplió el dicho de “no hay quinto malo”. Frutero, que lucía una arboladura espectacular, combinó seriedad y buenas hechuras y embistió con casta, transmisión y fijeza en la muleta de su matador. En el caballo siguió la tónica general de toda la corrida y no hizo una gran pelea. Y es que fue el de Montealto un encierro manso en varas que sin embargo tuvo variedad e interés en el último tercio. Tras el paso por el caballo, la plaza se puso en pie tras dos majestuosos pares de un grandioso torero de plata. Luis Carlos Aranda volvió a dar una lección de lo que es banderillear tras exponer una barbaridad en el cite y clavar en toda la cara asomándose al balcón.
Tras el saludo montera en mano de Aranda y su compañero Pascual Mellinas, Morenito de Aranda comenzó su faena doblándose por bajo con torería. Y tras el inicio llegaron las series por ambas manos en las que el de Aranda de Duero reivindicó el toreo auténtico. Entregado, con el compás muy abierto, y citando de frente, le dio todas las ventajas al toro y bajó muchísimo la mano sin perder el encaje de riñones. La gente ya estaba con él cuando firmó un derechazo antológico que pareció durar una eternidad por su templanza y largura. Y ahí se desencadenó la locura. Con parte del público puesto en pie tras el monumental muletazo, Morenito logró también torear con inmensa pureza y gusto al natural con la izquierda. Pero, como torero de gusto y personalidad que es, en la obra, junto al toreo fundamental, no faltaron trincherazos y pases de desprecio, todos ellos de una belleza y torería exquisita. Y lo más importante: Morenito de Aranda demostró que se puede torear bien y bonito, pero con verdad. Su forma de citar, su asentamiento de planta, su encaje de riñones… todo ello fue una lección de toreo auténtico y eterno. La faena era de oreja de ley, de esas que no se olvidan, pero tras la buena estocada no cayó un trofeo sino dos. Cosas de un público fácil que se dejó guiar por la emotividad e intensidad de la tarde. Con el sexto, un toro grandón y deslucido que midió y embistió a arreones, Morenito sólo pudo justificarse.
Pero al toreo de Morenito y a la sangre derramada por Ángel Teruel, en esta Goyesca para el recuerdo, también se unió un López Simón que demostró lo que es ser torero hasta el final. Entregado desde el primer minuto, el madrileño tuvo los arrestos de estoquear a su segundo con una cornada y un torniquete. Medio cojo y sangrando, ante la sorpresa de todos, toreó y mató al que habría hecho sexto, un astado mansurrón que fue y vino sin clase y con el fondo justo. Aunque del trasteo sólo sobresalió una gran serie por el pitón derecho, todo el mundo se rindió ante la entrega y el coraje de este joven torero que aguantó herido hasta el final. Y a pesar de la herida, López Simón anduvo muy inteligente y siempre por encima. Tras dejar una estocada algo desprendida cortó una oreja que se sumaba a la otra que cortó del tercero, el otro toro notable del variado encierro de Montealto. Ese tercero, un toro tan serio como hondo, se desplazó humillando en el último tercio y todo lo hizo con transmisión. Valiente, encajado y ejecutando un toreo vertical, López Simón firmó una labor intermitente que sin embargo no remató con brillantez. Tras un pinchazo, volvió a entrar a matar y resultó cogido tras dejar un espadazo muy bajo. Ya herido en su pierna derecha, acabó con el de Montealto tras tres golpes de descabello. A pesar del fallo con los aceros, la cornada tuvo su efecto y el público le dio una oreja.
Antes de la gran faena de la tarde y de las cornadas de sus compañeros, Morenito también había dejado un gran sabor de boca. Fue con el primero, un zambombo de 616 kilos que se movió sin clase y con la cara a media altura. A pesar de esto, el torero anduvo muy dispuesto y firme y llegó a lograr algunos naturales de muchísimo mérito. Siempre bien colocado, lo puso todo él y además volvió a dejar un buen espadazo.
Parte médico de Ángel Teruel: Herida por asta de toro en tercio proximal cara anterior muslo izquierdo, con una trayectoria de 20 centrímetros, que contusiona paquete femoral y produce destrozos en músculos aductores, con orificio de salida bajo espina ilíaca antero-superior izquierda. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros. Trasladado al hospital San Francisco de Asís a cargo de la Fraternidad. Fdo. Dr. García Padrós.
Parte médico de López Simón: Herida por asta de toro en tercio inferior cara posterior muslo derecho con dos trayectorias, una descendente de 10 centímetros, que alcanza hasta cara posterior de rodilla contusionando paquete vásculo nervioso poplíteo, y otra ascendente de 25 centímetros que produce destrozos en músculo isquiotibiales y contusiona nervio ciático. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros siendo trasladado al hospital San Francisco de Asís a cargo de la Fraternidad. Pronóstico grave que le impide continuar la lidia. Fdo. Dr. García Padrós.