Alejandro Marcos es un torero al que esperar. Al que esperar porque atesora las dos condiciones fundamentales para ser torero: valor y personalidad. Además, es un dechado de torería, lo cual se agradece en estos tiempos. Puso en escena todas estas condiciones y recorrió el anillo tras la muerte de su primer novillo. Volvió a Madrid Mario Diéguez y demostró que es un torero distinto, que cada lance que pega va impregnado de una gran personalidad y que merece mucho más sitio del que se le está dando. Completó cartel Alberto Escudero, que se presentó con más disposición que brillo en el coso capitalino. Todo ello, ante una novillada mansa y deslucida de Gabriel Rojas.
Salió muy suelto el primer novillo, llegando a saltar al callejón. Lo recibió por verónicas Mario Diéguez, antes de que replicara por el mismo palo Alberto Escudero. Brindó al público y se puso directamente a torear en redondo. El novillo, que soltaba la cabeza al final de cada muletazo, no transmitió absolutamente nada. Lo intentó por los dos pitones el sevillano, resaltando una tanda al natural, sin duda, la mejor del trasteo. Al rematarla, sufrió una aparatosa voltereta sin consecuencias. Tras ella, volvió al pitón derecho antes de coger la tizona. Falló con los aceros y fue silenciado. El cuarto, de nombre Correríos, tuvo tanta clase como falta de fuerzas. Con él, Diéguez instrumentó una faena basada en el pitón izquierdo, destacando la tercera tanda, dotada de pureza y torería. Al rematarla fue volteado y se fue a por la espada, con la que volvió a marrar. Recogió una ovación camino de la enfermería.
Alberto Escudero se presentó en Madrid con Encharcado, un utrero manso que se vino arriba en la muleta después de quedarse crudo en el caballo. Entró en su turno de quites el salmantino Alejandro Marcos para quitar por chicuelinas. Ya en la muleta, el novillo se vino arriba, moviéndose sin ninguna clase. Lo intentó el debutante, que dejó entrever un concepto puro y profundo, buscando siempre la colocación y el ajuste. Al rematar la última tanda, cayó en la cara del novillo, haciéndose él mismo el quite, evitando así males mayores. Mató de estocada tendida y fue aplaudido. Se arrancó con gracia el quinto al caballo, montado por Pedro Iturralde, perdiendo ahí todo su ímpetu. Llegó muy parado a la muleta del charro, que volvió a evidenciar las carencias propias de su falta de oficio en una faena larga que no llegó a los tendidos. No estuvo acertado con los aceros y fue silenciado.
Por delantales recibió Alejandro Marcos a Rinconcillo, el guapo colorado que hizo tercero. Quitó por verónicas Mario Diéguez antes de que el novillo sufriera una aparatosa voltereta que, sin duda, le mermó durante la lidia. Muleta en mano el salmantino, logró los mejores momentos de la tarde. Muletazos limpios y con mucha pureza, cargando la suerte y pasándoselo muy cerca. Naturales extraordinarios. Alejandro consiguió poner la emoción que le faltó al utrero y le mató de estocada sin puntillas. El presidente no atendió a la petición de oreja y el salmantino se tuvo que conformar con dar una vuelta al ruedo. El sexto mostró cosas buenas de salida, motivo por el cual Alejandro brindó al público. Tuvieron emoción los doblones iniciales pero el novillo echó pronto la persiana y se defendió, echando la cara alta. No anduvo fino con los aceros y fue silenciado.