El gusto de Mario Palacios y la firmeza de Antonio Mendoza. Quizá ese titular sea el que mejor defina el discurrir del primer festejo programado para el mes de septiembre en el coso capitalino. Ambos, nuevos en esta plaza, dejaron credenciales para creer en ellos. El cacereño puso de manifiesto que maneja los trasteos con soltura y con clase. Que le imprime gusto a todos y cada uno de los muletazos, que no es uno más. Falta mucho por corregir, como la falta de ajuste en algunos tramos de su labor. Aun así, buena presentación la de Mario Palacios, que consiguió dar una vuelta al ruedo en uno de los días más importantes de su vida. También era nuevo en esta plaza Antonio Mendoza, y dio la sensación de que no será esta la última vez que pise la plaza más importante del mundo. Anduvo capaz y firme con el peor lote del festejo y saludó una ovación al término de su segunda actuación. Completó el cartel el valenciano Jesús Chover, que pasó de puntillas en el que era su tercer paseíllo en esta plaza. Todo ello, ante una novillada de San Martín que decepcionó por su falta de casta.
El novillo que abrió plaza, mes y ciclo -sí, ese, absurdamente, denominado por la empresa como el de encastes minoritarios-, mostró su condición desde que salió por la puerta de chiqueros. Manseó en el recibo capotero y echó la cara arriba en las dos varas que tomó. Defecto que agravó en el tercio de banderillas, llevado a cabo por el propio Jesús Chover, que pareó durante toda la tarde con mucha más intención que lucimiento. El trasteo del valenciano careció de interés debido a la poca transmisión del utrero y, sobre todo, a la defectuosa colocación del novillero, que no supo tirar del afligido cornúpeta en ningún momento. Finiquitó al novillo de estocada tras pinchazo y fue silenciado. De rodillas en el tercio esperó al cuarto, un novillo noble y con cierto recorrido al que no supo aprovechar el valenciano. Precisamente, el recibo con el capote fue lo mejor de su quehacer. Se mostró variado con el percal, galleando por chicuelinas para dejar al utrero en suerte antes de tomar los garapullos para colocar tres pares de banderillas, que poco tuvieron que ver el uno con el otro, tanto en ejecución como en colocación. Pañosa en mano, quedaron al aire todas sus carencias hasta que terminó por perderse en un trasteo de escaso contenido. Además, no estuvo fino con la espada y volvió a ser silenciado.
Tardó Mario Palacios en hacer acto de presencia para recibir al novillo de su presentación en Madrid. Este, salió con muchos pies y puso en apuros al coleta y su cuadrilla, como prólogo a un notable tercio de varas donde cumplió con creces, llegando a arrancarse desde la distancia media en el segundo encuentro con el jaco montado por Ramón García. La faena de muleta, brindada al público que poblaba los tendidos de la plaza más importante del mundo, tuvo su punto álgido en las dos primeras tandas en redondo. Ahí, corrió bien la mano en series limpias y ligadas. Todo se esfumó cuando intentó torear al natural. Por ese pitón, ninguno de los dos fueron iguales. El novillo fue perdiendo fuerza y recorrido a la vez que el cacereño no encontraba las teclas que anteriormente había tocado para torear en redondo. Mal con la espada, saludó la primera ovación de la tarde. Las complicaciones que mostró de salida Hornero, segundo de su lote, propició que Palacios perdiese los papeles capote en mano, perdiendo este en más de una ocasión. Este hecho propicio el duro castigo recibido por el cornúpeta en el tercio de varas. Ya en el turno de muleta, con esta en la mano izquierda, Mario Palacios dibujó los mejores pasajes de la tarde, en forma de varias tandas al natural, relajado y componiendo. Por aquel entonces ya era tarde para que su labor tomase cotas más altas porque, el pero fue ese, que tardó cuatro tandas en entender al utrero. Las ajustadas manoletinas con las que abrochó la faena levantaron a un sector del público que iba a acabar por pedir la oreja después de un infame bajonazo. Al final, y gracias al buen criterio del presidente, todo quedó en vuelta al ruedo.
Mentiría si no reconozco que he salido de la plaza maravillado con Antonio Mendoza. Con su primero, un novillo soso y sin transmisión, ya dejó patente que tiene mucho valor, virtud que acompaña con un concepto del toreo a tener muy en cuenta y un temple innato. Ligó las tandas en redondo con solvencia y firmeza, templando y llevando larga la escasa embestida del santacoloma. También anduvo seguro y dispuesto al natural. Mucha torería tuvieron los doblones por bajo con los que abrochó una faena coronada de buena estocada. Con el sexto, un novillo que se paró, en gran medida, debido al duro castigo que recibió en el caballo, mostró que tiene un valor seco, sin alharacas. Tanto que fue espeluznantemente volteado al rematar una serie. Faena meritoria y tesonera la del mexicano. Cerró por estatuarios y se fue detrás de la espada para dejar otra buena estocada. Saludó una ovación. Hay que volver a ver pronto a este torero. Si nos dejan…
Parte médico de Antonio Mendoza: Contusión en cara posterior de muslo derecho y puntazo corrido en glúteo izquierdo. Pronóstico leve salvo complicaciones. Fdo. Dr. García Padrós.