Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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La emoción de la casta
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La emoción de la casta
Madrid. 2ª del ciclo de encastes minoritarios

La emoción de la casta

Daniel Blázquez

Se anunciaba la primera corrida de toros para el mes de septiembre en Las Ventas y con ella el regreso de una ganadería predilecta entre la afición venteña. Así, se lidiaron seis toros de Moreno Silva, procedencia Saltillo -según el ganadero- de bella e imponente estampa y que trajeron consigo la emoción que da la casta. Y digo casta, que no bravura, pues ningún cornúpeta se quedó fijo en el jaco metiendo los riñones y apretando de verdad. De ahí, que la vuelta al ruedo pedida para el quinto, fuese excesiva. El encierro se saldó con otros dos toros interesantes, 1º y 4º, que hicieron que el mayoral de la ganadería saludase, sombrero en mano, al final de la corrida. En cuanto a los matadores se refiere, Sánchez Vara y José Carlos Venegas cortaron sendos trofeos del segundo enemigo de sus respectivos lotes. El alcarreño lo hizo gracias a una faena inteligente basada exclusivamente en el pitón derecho, por eso se protestó la concesión de un más que dudoso premio que reengancha al manchego a esa lucha que lleva manteniendo tantos años ante las denominadas corridas duras. Quien sí puso a todo el mundo de acuerdo fue el jienense. Faena de torero macho, de firmeza. Hoy Venegas se lleva más que una oreja de ley, se lleva la admiración y el respeto de la plaza más importante del mundo. Confirmaba su alternativa el sevillano Marco Antonio Gómez, torero curtido en las capeas de Castilla y que, con el lote menos franco, evidenció su falta de oficio.

Sánchez Vara se las vio en primer lugar con una auténtica prenda. Sillero buscó siempre el pecho del alcarreño, que intentó domeñarlo en los doblones del inicio mas nunca consiguió verle metido en la muleta. Siempre con la cara alta, hizo abreviar a un Vara que solventó tal envite con oficio y dignidad, tarea nada fácil. Ni siquiera las tres varas que tomó sirvieron para suavizar la peligrosísima condición del Moreno Silva. Mal con la espada, fue silenciado. La larga cambiada con la que recibió al serio cárdeno que hizo cuarto fue el prólogo de un jaleado ramillete de verónicas antes de dejar en suerte al animal, que cumplió, sin más, en el encuentro con el piquero. En el tercio de banderillas, Raúl Ramírez brilló en el salto de la garrocha mientras el coleta dejó tres pares de garapullos, dispares en cuanto a ejecución y colocación. El trasteo, brindado al mozo de espadas, tuvo sus mejores pasajes por el pitón derecho. Ahí, Fabiolo se desplazaba de forma extraordinaria, humillando hasta el final y transmitiendo al tendido todas y cada una de las embestidas. Con la muleta en la zocata la historia fue otro cantar. Por eso, se echó de nuevo la muleta a la mano diestra para dejar otra tanda aceptable antes de irse a por la espada. Lo mató de estocada defectuosa y paseó la oreja entre las protestas de quienes no vimos justa la concesión del trofeo.

José Carlos Venegas volvía a la plaza con el respeto que se le tiene al que se entrega entero sin guardarse nada. Y es que el jienense había despreciado la vida, dos tardes, en este mismo ruedo hace, tan solo, un año. Sus actuaciones ante sendos toros de Cuadri y Guardiola se ganaron volver mucho antes de lo que lo ha hecho. Su primer enemigo fue el más desfondado de la corrida. Blandeó desde el recibo capotero, pasando sin pena  ni gloria por el jaco. Tras un brillante tercio de banderillas a cargo de David Adalid, llegó al último tercio muy falto de casta. Tuvo nobleza para repetir humillando en dos tandas meritorias de Venegas. Todo quedó ahí. Hasta tal punto que llegó a echarse en las postrimerías de la faena. Lo mató de estocada tras dos pinchazos y fue silenciado. El quinto, de nombre Viergado, cárdeno bragado meano corrido axiblanco, de la ganadería de Moreno Silva, de 576 kg de peso, herrado con el número 2 y nacido en diciembre de 2010, perdurará por mucho tiempo en la memoria del aficionado. Si bien su paso por el caballo no fue el mejor, nos brindó un tercio de muleta embriagado de emoción, ese bendito antídoto que buscamos los que acudimos cada domingo al coso capitalino. Antes, en banderillas, cogió de forma espeluznante a David Adalid, que se libró milagrosamente de una cornada muy seria. Firme y muy torero Venegas, dejó de un lado la estética para construir una faena vibrante, cargada de pureza y corazón. Las cuatro primeras tandas en redondo, sencillamente sublimes, de triunfo. Lástima que no hubiese tanta rotundidad por el otro pitón. Aún así, faenón del jienense. Se tiró a morir en la suerte suprema y acabó enterrando la espada hasta los gavilanes. La dureza del toro para morir terminó por volver loca a una plaza que pidió clamorosamente la vuelta al ruedo para el animal. A mi juicio, excesiva. Al final, oreja de ley para José Carlos Venegas y grandísima ovación en el arrastre para Viergado, un toro de bandera con el hierro de Moreno Silva.

Marco Antonio Gómez, que confirmaba su alternativa cuatro años después del doctorado, se topó con el lote menos franco en una tarde donde dejó patente su falta de oficio. Aun con dicha premisa como principal argumento de su actuación, solventó tan difícil papeleta con dignidad. Lo mejor de su parlamento, una tanda en redondo por el pitón derecho al encastado primero y su facilidad para estoquear a sus dos oponentes.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 2ª del ciclo de encastes minoritarios. Un cuarto de plaza en tarde fresca y ventosa. Se han lidiado seis toros de Moreno Silva, excelentemente presentados, serios. Encastado el 1º, ovacionado de salida y aplaudido en el arrastre; una prenda el 2º; desfondado el 3º; bueno el 4º, ovacionado en el arrastre; excelente el 5º, para el que se pidió la vuelta al ruedo, grandísima ovación en el  arrastre y complicado el 6º.
  • Sánchez Vara (gris plomo y oro con los remates negros): silencio y oreja protestada.
  • José Carlos Venegas (blanco y oro): silencio y oreja.
  • Marco Antonio Gómez, que confirmaba alternativa (nazareno y azabache): silencio y silencio.
  • Se desmonteró David Adalid, de la cuadrilla de José Carlos Venegas, tras parear al 2º, y fue aplaudido por su arriesgado tercio de garapullos ante el 5º. Aplaudidos los banderilleros Raúl Ramírez, a las órdenes de Sánchez Vara, y Venturita y Javier Cerrato, en las filas de Marco Antonio Gómez. El mayoral de la ganadería saludó al terminar el festejo. 
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