Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Muy poco argumento
Valdemorillo. 3ª de la Feria de San Blas

Muy poco argumento

Leo Cortijo

Muy decepcionante corrida de Ana Romero para despedir la feria serrana de Valdemorillo. A la dispar presentación del ganado, que alternó algunos preciosos como el entipado 2º y el bonito 5º con otros más feúcos y de pitones dañados como el 3º, se unió un comportamiento descastado y blando en líneas generales. Solo el 4º, una perita en dulce para el torero en la muleta, y la pelea del 5º en varas, salvaron en cierta forma la honra ganadera. Por tanto, muy poco argumento por ese lado. Pero es que por el otro, tres cuartos de lo mismo: una terna joven (los tres tomaron la alternativa el año pasado) y poco placeada, con la que hay que ser comprensible y levantar el pedal. Pero hasta cierto punto. Partiendo de la base de que la corrida fue lo que fue, Borja Jiménez, Lama de Góngora y Espada dejaron más sombras que luces, más dudas que certidumbres. Ni siquiera el primero, que sorteó el mejor toro del encierro, supo aprovecharlo como debió. Por lo demás, demasiada falta de ideas y altibajos, y una espada para hacérselo mirar. Lo dicho, muy poco argumento en una tarde plomiza.

Abrió el fuego santacolomeño Clamoroso, pendiente de todo menos del percal que le presentó Borja Jiménez, para después protestar, calamochear y hacer sonar el estribo en varas. Tras brindar al público, el torero de Espartinas comenzó parlamento muleteril en los medios y dando distancia al animal, que pronto se arrancó a tomar el engaño en las tres primeras a derechas, aunque su empuje fue pronto a menos. Disconformidad en su embestida, nula humillación y total indecisión. No fue fácil la papeleta para el torero, que con todo anduvo firme y asentado con el manso a la defensiva, aunque su labor no alcanzó las cotas esperadas. Lo intentó fundamentando prácticamente todo por el pitón derecho, pero nada de nada, e incluso terminó alargando demasiado, hasta el punto de complicársele la muerte. Generó sorpresa su segundo, Clérigo, por su singular capa, y es que al cárdeno claro que predominaba en su lámina se le añadía en los cuartos traseros el negro, haciendo parecer que estaba pintado. Una auténtica joya de la genética. Bien en el quite el sevillano después del testimonial tercio de varas y antes del brindis al público. Inició trasteo de rodillas y citando de lejos, a lo que el toro –sin picar– acudió presto. Prontitud, fijeza y repetición en la muleta, por un pitón y por el otro. Pero a su labor le faltaron varios puntos para generar mayor eco arriba. Solo en las postrimerías y en dos series potables al natural consiguió encontrar respuesta en la afición. Lo cierto es con el mejor del encierro, el andaluz fue de menos a más pero hubo demasiados altibajos y mucha irregularidad. Justo antes de dejar un espadazo suelto que frenó sus posibilidades de tocar pelo por partida doble, sufrió un percance al perderle la cara al toro tras un desplante; lo alzó un par de metros pero afortunadamente no tuvo mayores consecuencias.

Notable ramillete de verónicas de Lama de Góngora en el saludo capotero al entipado Florido, que lo tomó con calidad y transmisión. Se le midió mucho en varas cantando su poca fortaleza antes del quite por delantales del sevillano. Poco o nulo lucimiento en el capítulo muleteril, ni por uno ni por otro. El torero, demasiado timorato, desajustado y sin ceñimiento. El toro, descastado y muy blando, cogido con alfileres. Y así las cosas, el trasteo se perdió en la más absoluta nada y terminó aburriendo en tanto y cuanto el joven coleta se puso pesado al alargar sin sentido. Y para colmo, desacertado con la espada. A porta gayola recibió a su segundo, el precioso Madroño, que además peleó en varas más y mejor que todos sus hermanos juntos. La faena del sevillano fue una porfía de las de sudar la gota gorda tanto a izquierdas como a derechas, al no definirse ni ser franco en la pañosa el de Ana Romero. Le exigió una lidia compleja, avezada e inteligente que el precoz torero no supo dar. Es más, fue tomando cada vez más precauciones y así, no lo terminó de ver claro ni de poderle en ningún momento. No fue una papeleta fácil para Lama de Góngora, eso es cierto y hasta tuvo voltereta, pero también lo es que no pudo solventarla.

Discreta salida –con los pitones dañados– de Fragua, que pasó sin pena ni gloria por el caballo y por banderillas, prometiendo muy poco. El que se las prometió felices fue Francisco José Espada, que brindó al público, pero ni chicha ni limoná… El trasteo transcurría entre la indiferencia y lo plomizo hasta un susto en forma de voltereta. Y quedó solo en eso gracias al pitón romo del toro, que no hizo herida. Valeroso hasta el punto de la temeridad el torero de Fuenlabrada, tirando de arrimón y épica ante un toro descastadísimo, afligido y aplomado que en ningún momento quiso pelea. Sí le lanzó algún derrote para intentar cazarlo, cansado de seguir en la lucha. Los hubo y no sin falta de razón que recriminaron al joven esa temeridad y le pidieron abreviación. El cinqueño Rulillo que cerró el festejo y la feria serrana no permitió el lucimiento con el percal, pues acortó el viaje y no humilló. El mismo negativo comportamiento lo llevó al último tercio, quedándose a mitad del muletazo, llevando la cara a media altura y en un movimiento anodino, plomizo y carente de emoción. Así dio pases Espada –que no torear– por un pitón y por otro sin conseguir nada más positivo que la mera justificación. Emborronó todo muchísimo con su lamentable uso de la espada.

 

  • Valdemorillo (Madrid). Plaza de toros de La Candelaria. 3ª y última de la Feria de San Blas. Algo menos de media plaza en tarde muy fría. Se han lidiado seis toros de Ana Romero, desiguales de presentación y alguno de ellos, como el 3º, con los pitones dañados; entipado el 2º y bonito el 5º. En cuanto al comportamiento, manso a la defensiva y sin emplearse el 1º, descastado y blando el 2º, descastado y aplomado el 3º, manejable el 4º, exigente el 5º y descastado y deslucido el 6º.
  • Borja Jiménez (blanco y oro): ovación con saludos tras aviso y oreja tras aviso.
  • Lama de Góngora (purísima y oro): silencio y silencio.
  • Francisco José Espada (espuma de mar y oro): silencio y silencio.
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