Cito una frase taurina muy conocida: “Si se cae el toro, se cae la Fiesta”; y así se derrumbó la larga y somnolienta tarde de ayer. Se anunció un cartel de dinastías y había que tener cuidado, pues el mal augurio en el medio taurino dicta que en su mayoría las segundas, terceras o siguientes partes nunca fueron buenas. Salieron ocho astados (definitivamente en su mayoría no se les pudo haber llamado toros) por la puerta de toriles y en los que predominaron contundentemente: la falta de ese fondo de bravura, tan necesario; y la debilidad, tan enemiga de producir sensaciones. El ganadero José Marrón debe estar que no encuentra en donde meterse tras el petardo de su hierro. Por otro lado, la entrada no fue mala, fue lo que le sigue: malísima. Una pena que los toreros de dinastía no tuvieran ese poder de convocatoria como sus ancestros y de los cuales muchos de ellos aprovechan para colgarse actualmente de los carteles sin tener esa relevancia taurina por mérito propio. Algunos dirán que el juego más importante de fútbol americano quitó gente para que asistiera a la plaza, pero los auténticos toreros importantes o figuras, a pesar de otros eventos que se presenten, no provocan lo ayer visto. Lo mejor, mientras tanto, corrió a cargo de Juan Pablo Llaguno en el último de la tarde y en donde mostró técnica y oficio a pesar de las condiciones de su socio y de él estar poco toreado; tendrá que mejorar su ejecución de la suerte suprema y sobre todo, cuando se pueda y los alternantes y empresa dejen, buscar lidiar encastes con motor.
Francisco Rivera Ordoñez (aunque ya desde hace algún tiempo se anuncie como “Paquirri”, al igual que su señor padre, omitiré mencionarlo de esa forma por respeto a la gran trayectoria del maestro) abrió plaza con Manchadito al recibirlo con verónicas y media para rematar. El puyazo al burel es sin recargar mucho. El banderillero Javier Escalante es revolcado fuertemente y sin consecuencias tras poner banderillas. Rivera Ordoñez brinda al público en el último tercio y empezó doblándose con el astado. El de Marrón siempre sale con la cabeza arriba, es de recorrido corto y no es fácil, lo que no permite confiarse al torero madrileño. No se le ve firme en esta primera actuación. Fue constante ver la pierna de la salida retrasada entre cada pase. Ejecuta la suerte suprema saliéndose de ella. Tres pinchazos y tres descabellos fueron suficientes para retirarse en silencio. En su segundo astado, Deseado, el matador español -quien venía de recuperarse de una fuerte cornada recibida el año pasado en Huesca y al que en esta ocasión se le vio un poco más vasto físicamente- lo recibe con una larga cambiada de rodillas. Desde entonces Deseado ya acusa debilidad. En el último tercio Rivera Ordoñez inicia con muletazos rodilla en tierra. Conforme fue avanzando la faena el toro cada vez se viene a menos en su entrega, la sosería predomina junto con la falta de fuerza. Pinchazo y media estocada fueron suficientes para retirarse en silencio.
Diego Silveti recibió a Oye Poco con lances con el capote y una media. El puyazo al burel es trasero. El quite, un tanto andarín, es por chicuelinas. Inicia su labor muleteril con un cambiado por la espalda. Se dispone a hacer faena por el pitón derecho. No se le vio tan acelerado en ese momento al torero. Por el izquierdo el de Marrón se emplea menos. Cuando regresa a la mano derecha Oye Poco ya sale con la cara arriba. Por momentos hay ese toreo espectacular. Hubo tres dosantinas nada limpias. El final es por manoletinas tras dar la impresión de haberse excedido en su intento de faena. Cinco pinchazos, un descabello, dos avisos y división de opiniones fueron la conclusión de su primera parte. A su segundo, Caleño, le da algunos lances con el capote. El puyazo al astado es breve. El quite es por gaoneras (afortunadamente sin pasito correctivo y con las zapatillas fijas). El brindis de nueva cuenta es al público. Empieza con la muleta mediante pases a pies juntos por alto. El de Marrón, para no variar, es muy débil. Hay voluntad por parte del torero guanajuatense pero ante la falta de fuerza de su socio no se puede hacer nada. Tres cuartos de acero, junto con un espantoso grito a su subalterno para que no hiciera labor de enterramiento y poder vender su nada congratulante espadazo como en los pueblos luego pega para cortar orejas, fueron suficientes para que doblara el burel. Se levantó de nuevo el astado y hasta el quinto intento de descabello pudo acabar con la vida de Caleño para retirarse en silencio tras haber escuchado un aviso.
Fermín Espinosa en primer turno lidió a Hércules. En el primer tercio no sucede nada relevante. Después del puyazo el quite fue por saltilleras, aunque no tuvo el calado que se hubiera querido tener en los tendidos poco poblados. El brindis, en un afán de buscar el agrado, fue al público. Con la muleta Fermín intentó pero no sucedió nada. Las condiciones del burel no ayudaron en lo absoluto: soso, deslucido, sin trasmisión fueron sus principales características. La estocada fue delantera y caída para retirarse en silencio. Con el segundo de su lote, Pensamiento, la debilidad se hace presente desde el capote. Hubo derribo del caballo de pica que al parecer acusa la misma falta de fuerza que el de Marrón. El segundo tercio es tardo. Con la muleta nuevamente no pasó nada ante la constante invalidez del socio. Así fue la conclusión de un torero al que se cuestionó mucho el por qué acudía tres tardes esta temporada a la México. Si el ciclo mayor siguiente la empresa verdaderamente se basara en el desempeño de ésta, tal vez este torero no deba de llevarse tan privilegiadamente de nuevo. Los resultados hablan por sí solos y de seis oportunidades que tuvo en tres tardes, simplemente no aconteció nada. Esto, de nueva cuenta, es un llamado al torero y su administración de la que es notorio su mal manejo. Ojalá y no se permita, sobre todo al protegerlo tanto, que no suceda nada importante en la carrera de un torero como Fermín Espinosa. Es tiempo de hacer un alto y reivindicar el camino para bien del propio coleta.
Juan Pablo Llaguno lidió a Chafik en primero turno. Hubo algunos lances con el capote. La vara es sin recargar mucho. La debilidad en el burel vuelve a levantar la mano para hacerse presente. El brindis fue al público (aunque fue poco el asistente, ya tienen muchos compromisos que saldar por tanta congratulación de esta índole). Desgraciadamente, otra vez, la falta de fuerza no permite que suceda nada en el último tercio. Dos pinchazos y tres cuartos de acero delanteros fueron suficientes para retirarse en silencio. Con su segundo, Chaparrón, se ve lo mejor de la tarde-noche con el capote. El puyazo al de Marrón es trasero y contrario. El quite por parte de Llaguno es por chicuelinas. El segundo tercio es malo. En el inicio con la muleta hay buenos muletazos por ambos lados, otros no tanto. Juan Pablo Llaguno continúa templando y encontrando la distancia a la cual le podía extraer lo poco que tenía Chaparrón. Aunque el lado más potable al principio parece ser el izquierdo, el torero queretano logró extraerle al final buenos muletazos por el derecho. En conclusión, estuvo bien. Se le vio desenvolverse con habilidad ante las complicaciones de su socio. Como se mencionó líneas arriba, tendrá que mejorar muchas cosas, entre ellas la suerte suprema. Después de varios problemas con los aceros se pudo retirar entre palmas tras haber escuchados dos avisos. Ojalá se le den toros a este torero y así poder ver mejor que sucede con él y su carrera. Así es como terminó uno de los festejos que empiezan a dar fin a la presente Temporada Grande.