Kilométrica fue la jornada de ayer domingo taurinamente hablando. En total fueron quince los astados que se vieron salir por las puertas de toriles de las plazas de toros San Marcos (que cumplió ciento veinte años) y la Monumental de Aguascalientes: ocho en la novillada matinal, en el primer coso, y siete en la corrida vespertina, en el segundo. Por la mañana, ante un desangelado festejo de aniversario, pues por segundo año consecutivo se probó que la gente no asiste en este horario tan inusual en México, el triunfador absoluto había sido el novillero hidrocálido Leo Valadez con el corte de dos apéndices.
Por la tarde, ante una injusta corrida para decir adiós de suelos aguascalentenses, triunfaron “Zotoluco”, quien se despidió de esta tierra, y Morante de la Puebla con el corte de un apéndice cada uno. Al decir “injusta” me refiero a que Eulalio, después de haber lidiado cincuenta festejos en Aguascalientes, con tardes donde hubo triunfos y fracasos, debió haberse ido como lo que llegó a ser: un grande. Merecía despedirse con una plaza llena, enfrentando auténticos astados bravos que le hubiesen permitido mostrar por última vez de que está hecho este importante torero. No ocurrió así. Por eso es que la tarde de ayer fue: un triunfo y despedida sin toro. Y al referirnos al término “sin toro” es porque literalmente no lo hubo, lo que menos se vio en esta cuarta corrida fue casta, emoción, fuerza y trapío en el encierro de Teófilo Gómez.
A José Antonio “Morante de la Puebla” se le vieron ganas –ya no lo forzaron a lidiar encierros que salen duros y que son de los hierros de la misma casa de apoderamiento, como se venía haciendo últimamente-. Con el burel de regalo, nos obsequió una faena interesante. Imborrables de la mente son tres derechazos sublimes, de esos que te hacen gritar “¡Olé!” desde muy adentro y te ponen la piel de gallina. Qué bueno que dentro de lo negativo saliera algo positivo.
Eulalio López “Zotoluco” tuvo un fuerte recibimiento después del paseíllo. Con su primer astado, Cumplido, no sucedió nada con el capote salvo que después del tercer pase el de Teófilo Gómez ya perdía las manos. Ocurrió esto último después de la ejecución del puyazo trasero. En el segundo tercio pasó lo mismo. Con la muleta inició faena corriendo hacia atrás para enseñar al burel embestir de largo. Tras un molinete se siguió haciendo presente la falta de fuerza del socio. Sopló ligeramente el viento y el de a pie decidió llevarlo a media altura y vaciando por alto. Por el izquierdo no se suscitó nada. Realizó una faena a base de paciencia y de ayudar al astado para que no se le fuera abajo lo más pronto posible. Sonó la canción popular de feria “Pelea de gallos” (sigue el juez con sus desajustes en la música). Hubo momentos buenos con la franela roja. Eulalio sabe que se va y no quedaba más que dar el último tirón. Estocada con colocación algo caída fue suficiente para pasaportar al enemigo y salir a recoger, a las líneas del tercio, las palmas que lo ovacionaron y le reconocieron.
A su cuarto, Eres, le dio algunas verónicas y chicuelinas sin tener el éxito esperado en el tendido. Emotivo fue el brindis al público. Comenzó con la muleta de rodillas. La faena se empezó a desarrollar por el pitón derecho al son de “las golondrinas”. El burel se convirtió en ser tardo en embestir; además, de haber sido débil. Por el izquierdo hubo algunos buenos naturales. Cuando regresó a torear por la diestra, la faena fue muy en el estilo “zotoluquista”. Pinchazo arriba y estocada entera fueron parte de los antecedentes para que se le concediera un auricular.
Morante de la Puebla a Vive lo toreó por algunas verónicas y media en el primer tercio. El puyazo al burel fue en la querencia. El segundo tercio tuvo colocación desigual. Con la muleta, además de que hubo demasiados enganchones, no ocurrió algo relevante. Media arriba, atravesada, fue suficiente para deshacerse del de Teófilo Gómez.
Con Padrino el recibimiento fue con lances a una mano, pegado a tablas, chicuelinas y larga para rematar. Con la muleta, el inicio vino a pies juntos agarrado de la barrera que divide al callejón. En cuanto pudo Morante se acomodó para ligar una tanda que por el pitón derecho rápidamente conectó. Los más largos derechazos que le fueron coreados se derivaron de la sosería del astado. Por el izquierdo no quiso saber nada el burel. Cuando regresó el de a pie a la diestra, el de Teófilo Gómez únicamente pasaba por pasar, mostrando el ser bobalicón y el no contar con bravura (situación que protestó el tendido). Pinchazo, media estocada atravesada, varios descabellos y un aviso fueron la parte final de su segunda actuación.
José Antonio regaló a Rechi, de la misma ganadería, al que le pegó con el capote dos faroles de pie, dos buenas verónicas por el pitón derecho y una revolera. El puyazo fue breve, sin recargar mucho. En el último tercio, comenzó con ayudados por alto. Después de algunos derechazos el torero fue arrollado sin consecuencia aparente alguna. Dio una tanda de pases de pechos para quitarse las zapatillas y disponerse a hacer faena gustando, gustándose y llegando fuertemente a los tendidos con su manera tan particular de interpretar el toreo. Hubo enganchones y la faena no fue aseada totalmente. Tres derechazos, algunos consideraran más y otros menos, pero yo solo me quedo con esos…¡Qué muletazos! ¡Arte para el alma!, más lentos no pudieron ser. Pinchazo y tres cuartos de acero, ligeramente caído, fueron suficientes para pasaportar al burel y se le concediera una merecida oreja.
Diego Silveti se llevó un susto al ser atropellado por Compa cuando lo fue a recibir a toriles. Hubo algunos lances más con el capote y la ya tradicional revolera. El puyazo fue breve del que salió doblando las manos el de Teófilo Gómez. El torero salmantino brindó al público asistente. En el tercio de muleta, el burel, mantuvo su condición de ser débil y tardo en embestir. No hubo tal acoplamiento entre toro-torero y la gente lo percibe al dejarse ir al ruedo algunas protestas. Pinchazo y tres cuartos en colocación baja fueron el preámbulo para que el de a pie se retirara entre abucheos y algunos ligeros aplausos.
Solamente tu, fue el último astado lidiado por Diego Silveti ante una actuación en el serial en la que simplemente estuvo de paso. Con el capote, de igual forma, no ocurrió nada. El puyazo fue breve. El quite por chicuelinas no tuvo tampoco gran calado en el tendido. Con la muleta comenzó con dos cambiados por la espalda. El de Teófilo Gómez presentó las mismas condiciones que sus hermanos aunque tuvo un poco más de mayor acometividad al principio. No hubo estructura tal de la faena. Estocada entera y un descabello fueron el epílogo de su labor para retirarse en silencio.
En este lunes 25 de abril, el día más importante de la feria por celebrarse a San Marcos, están anunciados en mano a mano Julián López “El Juli” y Joselito Adame con un encierro de Los Encinos.