Arte, chispa y valor se fundieron anoche en la segunda tertulia de la Asociación El toro de Madrid, con un torero que ha dejado una temporada para la posterioridad. No defraudó Curro Díaz, que con gracia y sensibilidad, aseguró que es un torero más de sentimientos que artista. Con un lleno de ‘No hay billetes’ por segunda semana consecutiva, la mencionada asociación tuvo el honor de contar con uno de los nombres de la temporada. El de Linares tomó la palabra y no dejó a nadie indiferente, afirmando que «siempre es difícil hacer el paseíllo en Madrid ya sea para torear a para hablar». La tertulia hizo que en todo momento el espectador mantuviera la atención. Quiso dejar claro que «nací en Linares pero resucité en Madrid, con el toro de Cura de Valverde en mi confirmación» y se ganó el respeto de todos afirmando que «si hay un sitio que merece dejarse la vida es en Madrid». Sacó las risas a los presentes declarando que «Madrid ha sido como esa novia que te da muchos quebraderos de cabeza, pero que siempre te acuerdas de ella», y avaló con los nombres de Andrés Segovia, Curro Vázquez o Sebastián Palomo que «todos tenemos en común que somos de Linares, pero tenemos el corazón repartido entre Madrid y Linares».
Curro confesó que en su carrera ha tenido «muchas tardes que aunque no corté orejas, fueron importantísimas para mí», y es que por suerte o por desgracia en su encuentro con las corridas duras, «en las dos primeras salí toreando como lo sentía, yo no he hecho nada en mi vida taurinamente que no haya sentido, porque siempre he sido fiel a mi mismo» y recordó con orgullo que sus referentes en sus comienzos fueron José Fuentes y José María Dols Abellán.
La profesión, que le ha dado todo, ha contado también en los 19 años de alternativa con situaciones complicadas: «perdí la movilidad del pie derecho, pero con la dureza de un desierto volví a torear, y es que tras Sevilla he tenido delante momentos duros en Madrid, sobre todo con un toro con La Palmosilla». Aunque Curro nunca ha tenido en cuenta su lesión porque «nunca he dado pena» y confesó que también ha sufrido las exigencias de Madrid, hecho lógico ya que «la fiesta la sustentan los aficionados, por lo que el publico es soberano y siempre lleva la razón».
Mencionando grandes momentos de esta temporada, no hubo oportunidad para la complacencia y haciendo un breve repaso a parte de las ganaderías que ha estoqueado (Baltasar Ibán, Los Maños, Ana Romero o Victorino Martín), dijo que es necesaria esa alternancia para un torero, asegurando que gracias al indulto de Pebleyo «esta temporada le debo mucho a Victorino». Y eso que «el toro de Victorino te exige que desde el primer momento lo lleves muy empapado en la muleta, porque no te permite que te la vea». Asimismo, dejó claro a los presentes que está dispuesto a matar las corridas de corte torista que sean necesarias, y dio un toque de atención a varios de sus compañeros asegurando que «yo lo voy a hacer y las figuras del toreo lo deberían hacer también», y es que «lo bonito es poder matarlas porque uno quiere». Además, lanzó una pregunta al aire cuestionando el término de figura: «¿Qué es ser figura, matar un solo encaste o dejar a la gente en la calle? ser figura es fácil decirlo pero muy difícil serlo». Por eso, ratificó que «hace falta emoción en el toreo, y es que hay que hacer cosas anormales en el mundo del toro, porque esto es tan grande que te cambia el guión de tu vida», ya que Curro entiende que «el toreo es emocionar a la gente, porque toda la vida soñamos en transmitir sensaciones».
Otras tardes importantes en este 2016 fueron la tarde de Vic-Fezensac: «tiré la moneda al aire y me salió cara, esa tarde me marcó para toda la temporada», y es que la temporada ha tenido momentos dulces y algunos dramáticos como el que vivió en Teruel, donde tuvo que recoger el cuerpo sin vida del malogrado Víctor Barrio. Tras el fatídico suceso, Curro tuvo fuerzas para hacer al día siguiente el paseíllo en Pamplona ante una corrida de José Escolar, y es que para el andaluz, «lo que salva a las personas es seguir toreando».
Hubo tiempo para hablar largo y tendido de lo que ha supuesto Madrid en su temporada, y tras conquistar la Puerta Grande el 20 de marzo, confesó que «le pedí a Dios que la corrida de la feria de Otoño saliera con fuerza», y declaró que «lo del Puerto no me lo esperaba que saliera así de duro, y eso que diez días antes de Madrid me fui a lo de Ricardo Gallardo y me echó dos vacas que eran el diablo, y eso me mentalizó». Para Curro «Madrid da más quita», y en su caso «ha cambiado mi situación», y ratificó que «he hecho una temporada muy buena, pero lo que ha marcado mi vida ha sido Madrid, ya que en Sevilla o en otra plaza de primera no habría sido lo mismo», por lo que consolidó sus palabras asegurando que «si no existiese Madrid, habría que inventarlo».
Con los carteles de Fallas, Abril y San Isidro cerrados a cal y canto, tras su magistral tarde del Domingo de Ramos, manifestó que «no era sano que a un torero le pasara algo para que entrara por la vía de la sustitución en San Isidro», y es que «los toreros pasamos por épocas, yo sabía que Madrid me estaba esperando y el crédito se me acababa, por eso Madrid siempre da a los toreros, nunca quita», concluyó.
Aunque no todo fueron felicitaciones, hubo tiempo también para que algún aficionado le reprochase ser un torero codillero, como defecto peligroso en el que el torero no logra separar del cuerpo los codos en el momento de la ejecución de las suertes, ya sean con la espada como con la muleta, ante eso Curro dejó una media descomunal: «soy muy codillero pero tengo el defecto de que de vez en cuando me quedo muy quieto».
Encorsetado en el amalgama de artista, Curro dijo que no se siente como tal, sino que «me siento que he hecho lo que he sentido», y es que en ocasiones uno no puede llevar la faena soñada desde el hotel y lo confirmó utilizando el refranero: «el hombre compone, Dios dispone y luego el toro lo descompone». Genio y figura.