Amor Rodríguez fue el absoluto triunfador del festejo que cerró la Feria de San Blas de Ajalvir gracias a su concepto y buen hacer, teniendo en cuenta su corto bagaje. Al buen tercero de López Gibaja le cortó una oreja. Con él desarrolló toda su puesta en escena con un saludo por faroles, un ramillete de verónicas de manos bajas con pasión. Lo entendió a la perfección, corriéndole la mano con soltura y dejando en el recuerdo una tanda al natural. Al entrar a matar se cortó en la mano izquierda, y tras pasaportar a su primero se fue camino de la enfermería.
Con el que cerró plaza volvió a lucirse como ya hizo en el primero. En sazón, y muy en novillero, puso en órbita la desangelada tarde, pues de no ser por su carácter hubiera quedado en el olvido más doloroso. Distancia, control de tiempos y despaciosidad fueron las premisas que imprimió con el sexto. Aún así no se llegó a acoplarse del todo dada la sosedad del oponente. Con todo, buenas sensaciones.
Quien no justificó su inclusión en el cartel fue el zaragozano Alberto Álvarez, que no vio a sus dos ejemplares. Con el primero, manso de solemnidad pero aprovechable para hacer el toreo moderno, desistió del envite en lugar de lidiarlo. Volvió a ser silenciado frente a su segundo, un bruto ejemplar de Orellana Perdiz, manso y en la querencia. Infame su incursión con la espada.
Un desconocido Andrés Palacios, con doce años de alternativa a sus espaldas, dejó patente su escaso bagaje. Con su primero, justo de fuerzas, no llegó a entenderse, lo que hizo más desesperante el frío que sometía al estoico respetable. El de Orellana Perdiz se quedaba corto por ambos pitones, pero no lanzaba derrotes ni hacía malos gestos. De la sutileza se pasó a la sinrazón y al aburrimiento. El quinto fue otro imposible ejemplar del mencionado hierro, por manso, descastado y soso. Se movió por el ruedo sin comerse a nadie, ni tan siquiera al propio diestros albaceteño, que vio como la oportunidad de estar anunciado en Ajalvir se evaporaba por culpa de dos toretes de nulo juego. La espada, como asignatura pendiente, lo dejó todo en silencio.
Parte médico de Amor Rodríguez: Herida inciso contusa en el dedo pulgar de la mano izquierda. Pronóstico leve.