Si finalmente se confirman los carteles que Aplausos ha adelantado, la próxima Feria de San Isidro pinta bien. Porque la primera feria del mundo no puede sino representar un serial "sin billetes" de oportunidades, y eso es muy bueno, excelente para todos.
Ahora bien, que la confección de las ferias estivales se haya completado (casi siempre a expensas de la confirmación de los estamentos oficiales) antes del comienzo del mayo isidril creo que no es justo; es injusto; es decepcionante; es una aberración contra la ética y la lógica. Cuestión de principios y de replanteamientos por parte del empresariado veraniego y no veraniego.
Es aquí cuando debemos reflexionar acerca de si las supuestas confirmaciones de Chechu, Ángel Teruel, López Simón, José María Arenas, David Galván, Sergio Flores o Pérez Mota -Jiménez Fortes, agua para otro florero- merecerán o no la pena, tendrán repercusión o no y cuál será el fruto de arrimarse en Madrid aquellos días. Porque ejemplos no nos faltan para demostrar que orejas venteñas y primaverales se han marchitado en plena flor. Y eso tampoco es justo.
Gracias a esto que no podemos volver atrás con doblones o tripletes por lo bajini innecesarios en San Isidro: seamos realistas y no demos la oportunidad tan sólo a los que nos quieren observar desde la mirilla obsesiva del soberano. Entonces sí que estaríamos perdiendo la parte de objetivismo justo y merecido que sobrevive en este oasis cultural y democrático que es el Planeta de los toros. Esto, se lo aseguro, pinta bien porque pinta justo.
Y si hace unos días -y tras el triunfo de Lamelas en Valdemorillo- el jiennense declaraba a este mismo medio que "Si en una portátil torean torean tres figuras ¿donde toreo yo?", no saquemos a las figuras de las portátiles: démosle el grado de poder que se merecen en el lugar que ellos mismos han elegido y en las plazas que así lo requieran por su función -sí, función- de figuras en el circuito taurino.
Al pan, pan, y al torero, toreo. Pero al torero. Así de claro.