Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Un duelo a caballo de altos vuelos
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Un duelo a caballo de altos vuelos
Un duelo a caballo de altos vuelos
Crónica Madrid. 18ª Feria de San Isidro

Un duelo a caballo de altos vuelos

Darío Juárez

El toreo a pie, por norma general, suele ser el de mayor atracción para el aficionado a los toros. Característicamente por el riesgo que implica el juego de la vida o las cercanías para burlar a la muerte, versificado en el puro cuerpo a cuerpo durante el transcurso de una lidia. Sin embargo, las diferentes ramas que ofrece la Tauromaquia muchas veces escenifican lo más parecido a esas cercanías suscitando emociones de gran calado. Llevaba mucho tiempo sin ver un mano a mano tan vibrante en el arte del rejoneo. Ventura y Leonardo despacharon a gusto del consumidor una tarde repleta de repertorios sin fin, en la que se vio la categoría que atesoran como figurones. Dos titanes con aires de suprema rivalidad ante un encierro armónico y muy noble, que prácticamente se dejó y dio abundante juego. Una vez más y ya es tendencia, la concesión de trofeos sería en exceso debido a la colocación de los rejones o a faenas en algún pasaje con poca continuidad.

Trece, eran trece, las salidas a hombros conseguidas hasta el momento por Diego Ventura en la plaza más importante del mundo. Lo cierto es que este torero no tiene techo. Una vez más, volvió a demostrar que las casualidades cada vez existen menos en esto, y que darle valor y sentido al trabajo es la mejor recompensa para hacer el paseíllo cualquier tarde de toros. Esa premisa le acompañaría en toda la tarde. Con una gran dosis de serenidad, recibió al tercero llamado Mercenario. Un animal cornidelantero, cargado de kilos y con el que le costó doblarse de salida para frenarlo, ya que salía despedido y sin fijeza hasta el primero de castigo, donde se pudo ver la expresión y la torería de un gran caballo como es Añejo. Las fuerzas tampoco fueron un derroche para el del Capea. Par de punta a punta, dos quiebros a tres metros del testuz del toro con el valiente Fino y sin fiebre y sin cabezal, Dólar rubricó un par a dos manos de categoría haciendo ponerse en pie a la plaza. A lomos de Remate finalizó con la rosa y un rejón de muerte trasero y contrario. Madrid se entregó a una obra muy sólida, quedando la calidad del rejón supremo en manos del pasotismo cuando asomó del balcón presidencial el segundo pañuelo.

Saludó y a Veleto con Lambrusco, que sin sonrojarse lo sacó a los medios con detallados doblones. Se equivocaría sacando a Sueño de inicio en banderillas ya que es un caballo que obra mejor en terrenos de tablas y cuando los toros acometen con continuidad. Nazarí fue el relevo con el que finalmente, ahora sí, consiguió templarse y a su vez torearlo con los riñones. Finalizó con Remate en las cortas y un rejón de muerte casi entero para la concesión del primer apéndice de los tres con los que se fue. El quinto, por su parte, fue un bóvido que se desfondó de salida. Con muchos pies y buscando al caballo en todo momento. Sin colaboración alguna en el segundo tercio, volvió con Sueño a tirar de casta torera, ejecutando dos pares al quiebro en un palmo de terreno. No tenía recorrido y Diego se comía a Navajito con sus ganas de seguir rompiendo la tarde. Ritz aparecía en escena con la cola recogida y entrando a un penúltimo quiebro en falso sin clavar, dónde lo finalizó airoso y comprometido en un resbalón. Un pinchazo le privaría de haber podido cortar una cuarta oreja.

El otro contendiente tampoco se quedaría atrás. El triunfador del rejoneo en esta plaza el pasado año, volvía en su segunda tarde con la mentalidad de que había que arrear sabiendo dónde estaba y con quién se medía. Leonardo Hernández desglosó una tarde llena de tesón a la sombra de su director Ventura, al cual no se le escapaba nada ni se lo había dejado en la finca. Se entendió Leonardo a la perfección con el primero de su lote, un toro muy noble que pecó de falto de fondo y del que el matador le sacó todo. Un tercio sublime con Despacio para levantar a los tendidos con dos quiebros ajustadísimos. Un para a dos manos de continuo y cerró con Xarope una lidia y la ejecución de la rosa con una corbeta de quilates y un rejón entero y trasero. Caracol con su fondo de bravo tardaría en caer, siendo reconocido con una fuerte ovación en su arrastre y el primer apéndice para el torero.

El sexto y último fue un sanpelayo que salió distraído de salida. Tercio de banderillas excelso con Calimocho donde se vieron cites de tierra a tierra y una batida espectacular dejando los primeros pares. De nuevo Despacio volció a ser protagonista con un par a dos manos de poder a poder. El tesón y la esperanza de acompañar a tu predecesor saliendo a hombros pasó de nuevo por Xarope, con el que dejó un rejón entero y arriba y dos descabellos. Madrid se había entretenido y de nuevo la flojera de pañuelos volvía dejar constancia: otra oreja. El cuarto fue un animal con menos transmisión pero con el que se sintió a gusto. Al tran tran e hilado al estribo, toreó con Verdi. Un equino que templó al toro en todo momento, esperándolo siempre en última instancia, para corregir el viaje y ejecutar los garapullos. El rejón de muerte esta vez cayó caído y bastante trasero. Lo suficiente para recoger una cariñosa ovación.

 

  • Madrid. Plaza de toros Las Ventas. 18ª de la Feria de San Isidro. Más de tres cuartos de entrada (20.767 espectadores) en tarde nublada y templada. Se lidiaron tres toros de Carmen Lorenzo (1º, 2º y 4º), dos de San Pelayo (5º y 6º) y uno de El Capea (3º), despuntados reglamentariamente para rejones, de correcta presentación. Corto el 1º, muy noble y colaborador el 2º, de menos a más el 3º, parado el 4º, con transmisión el 5º y con humillación el 6º.
  • Diego Ventura: oreja con leve petición de la segunda, dos orejas y ovación con saludos.
  • Leonardo Hernández: oreja, ovación con saludos y oreja.

 

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