Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Volver
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid
Crónica Madrid. 27ª Feria de San Isidro

Ureña y 'Pastelero' endulzan a Madrid

Darío Juárez

Con el final de la feria a la vuelta de la esquina, la vigésimo séptima de abono era, sobre el papel, uno de los mejores carteles del serial. Victorino Martín, con el «No hay billetes» en la puerta, volvía a lidiar en Madrid por segunda vez en esta temporada. Una corrida que estuvo en boca de todos desde anoche porque los mentideros y corrillos de aficionados a través de las redes sociales, se hacían eco del tejemaneje que había en los corrales, habiendo sido reconocidos doce toros y únicamente aprobado uno, de los seis reseñados en primera instancia. El ganadero achacó la devolución de los mismos a que esta plaza posee una báscula electrónica que no hace su función debidamente siendo el principal condicionante para la no aceptación del ganado. Sea como fuere, por chiqueros salió una corrida de irregular presentación. Respecto a su comportamiento, fue un encierro con diferentes matices a tener en cuenta. El tercio de varas, por momentos, pareció que volvía a tener sentido en esta plaza, mientras que las capacidades técnicas y de disposición de la terna crisparon o hicieron romper de emoción a los tendidos.

Como agua de mayo, siempre espera Madrid a Paco Ureña. Tras un gran inicio de temporada en este coso, el de Lorca se colmaba de responsabilidad para afrontar el último paseíllo para él en este San Isidro. No es cosa de un día, cuando el poder de la técnica obra con ordeno y mando, la inteligencia emocional se evade del cuerpo para disponer del hombre. Más que con dulzura, Pastelero se presentó con bravura, casta y entrega. Gran tercer toro el que trajo la A coronada. Un protagonista con una viveza y fijeza exquisita para una lidia y muerte sin paliativos. El jaco de Pedro Iturralde fue testigo de una suerte llevada a cabo de largo, en la que el animal se arrancó con mucha prontitud, como lo hizo en el posterior desarrollo de la lidia. Ureña sabía que lo tenía todo de cara y que ese animal podía llevarle a los altares sabiéndolo entender. Podía, con lo cual se lo sacó a los medios. Sin necesidad de tanteo, comenzó con la derecha una actuación de entrega, con sobria capacidad de conocimientos técnicos.

Cuatro fueron las series de muletazos con las que empezó, llevando y mandando al toro cosido al botón camisero de su muñeca. El de los pasteles acometía con los riñones barriendo la arena. Por el contrario protestó, pero Paco estaba encajado, sabiendo que lo que tenía delante había que entenderlo y sobreponerse a ello. De nuevo en la diestra, finalizó su obra maestra con una última y sexta tanda. La plaza clamó de emoción rompiéndose las manos aplaudiendo. Había que matarlo. Se tiró encima, enterrando el acero, que cayó tendido siendo poco efectivo. Vendió cara su muerte hasta que al matador no le quedó más remedio que descabellarlo. Errando de nuevo y paseando una vuelta al ruedo muy meritoria ante la imposibilidad de concesión de un trofeo mayor.

El toro escoba fue el más serio de sus hermanos. El murciano quiso ordenar  sus embestidas en los trastos, pero Bocacho derrotaba sin piedad ni altruismo. La disposición superaba a la condición cuando se metía entre los pitones, sin embargo, la clase y la entrega se quedarían en Las Tiesas.

Tercero de los cuatro importantes compromisos para Alejandro Talavante en el ruedo de Las Ventas. Este torero ha llegado al punto de hacer adeptos por donde pasa y de decepcionar por momentos cuando falta toro. Es cierto que su singular tauromaquia pide un toro con movilidad y con transmisión, pero ante la falta de esas dos premisas, la actuación al quinto victorino fue de paso. Le quiso enseñar a embestir pero se quedaba en el cite y era sumamente difícil profundizar el trazo. Abrevió y le dio muerte ante una algarabía de silbidos. Por el contrario, con el segundo sí que pudo sacar las emociones a flor de piel. Esa que le faltó a Murmullo, el que en voz baja embistió muy humillado a la mexicana. Su mano, la izquierda, en dos series que se convirtieron en seda cuando le corría la mano. A cámara lenta, se enceló en la franela del de Badajoz, con una clase y una nobleza muy característica. Todo en el sitio, para rematar por bajo trincherillas de postín y una estocada trasera con un rápido descabello, para la consiguiente petición y concesión de la única y liviana oreja de todo el festejo.

Encabezó el cartel el riojano Diego Urdiales. Me sigo preguntando cuántas oportunidades más hay que dar a este torero en Madrid... Es cierto que le tocó el lote más correoso en cuanto a entrega, pero sus maneras, disposiciones y la falta de entendimiento, dejaron un día más su meritocracia a la altura del betún, para año tras año volver a repetirle tres tardes. Pues adelante, que nos vamos a aburrir de Urdiales. Lo mismo que hizo él con el par de dos que le tocó. El primero fue un toro sin fijeza alguna, que tendió a quedarse muy corto pero con el que no se empleó ni en el intento. El cuarto, por el contrario, fue un toro con muchísima fijeza y prontitud, al que dejó de largo en el caballo de Manuel Burgos –que salió fuertemente ovacionado– hasta en tres ocasiones. Galopaba con alegría demostrando fijeza por el peto. Pero Diego le asfixió. Sin darle distancia, el animal cogió las telas pero se volvía y le hacía descolocarse continuamente. La parroquia, aburrida, comenzó de nuevo a silbar ante tal desorientación y el de Arnedo, con más pena que otra cosa, acudió a por el acero recogiendo un ramillete de pitos.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 27ª de la Feria de San Isidro. Cartel de «No hay billetes» en tarde calurosa y con brisa. Se lidiaron seis toros de Victorino Martín, de irregular presentación. corto y sin fijeza el 1º, noble y con clase el 2º, con viveza y fijeza el encastado y poderoso 3º, de más a menos el 4º, sin ver el 5º, desclasado y derrotero 6º.
  • Diego Urdiales (verde esperanza y oro): algunos pitos en ambos.
  • Alejandro Talavante (frambuesa y oro): oreja y silencio.
  • Paco Ureña (caña y oro): vuelta al ruedo tras dos avisos y silencio tras aviso.

 

Sigueme en Twitter Sígueme en Twitter @dariojc21
Comparte y comenta esta noticia: