El primer hecho taurino importante en el siglo XIX es la muerte del torero Pepe-Hillo en las astas del toro Barbudo, el 11 de mayo de 1801. La desaparición del último representante de la terna, formada por Pepe-Hillo, Pedro Romero (retirado de los toros desde 1799) y Costillares (fallecido en 1800 tras una larga enfermedad), marca el fin de una época del toreo. La noticia y muerte de Pepe-Hillo, maestro en tauromaquia y primera figura del toreo de entonces, impresionó muchísimo a los españoles. Pero, curiosamente, y a pesar de la trascendencia de esta muerte, el Diario de Madrid no publica ninguna información al respecto.
Sin embargo, esta publicación anuncia el cartel de otra corrida en Aranjuez en la que tenía que torear este diestro junto con José Romero y Antonio de los Santos, matadores que actuaron con él el día de su muerte. El Diario de Madrid únicamente publica, dos días después, la recaudación de la corrida en la que muere Pepe-Hillo. Durante esos días, también, este periódico imprime unos grabados que dan al lector una idea del percance, pero sigue sin aparecer ninguna referencia de la muerte; y para más inri, anuncia a sus lectores la posibilidad de adquirir Tauromaquia o Arte de Torear de Pepe-Hillo, obra publicada en 1796 y posiblemente escrita por José de la Tixera.