Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Volver
A Ferrera no le cambias los colores
Crónica Bilbao. 2ª Corridas Generales

A Ferrera no le cambias los colores

Darío Juárez

Ante los numerosos ataques que recibe la Tauromaquia por parte de antitaurinos, medios de comunicación politizados y las propias instituciones políticas en algunos casos o regiones, el aficionado al toro siempre ha dado la cara cuando más se le ha necesitado. Siendo conscientes de que lo que imprime defender esta liturgia es algo ajeno a una ideología, a un pensamiento u opinión o simplemente a los colores de una bandera. Volvía el toreo a pie a Bilbao pero también lo mas umbrío de lo lamentable. Un sector de Vista Alegre silbando el brindis de un par de banderillas por llevar los papelillos con el color de la bandera nacional. Algo que se respondió toreando, y de qué manera, minutos después. Una tarde que bien se puede tildar de interesante, ya que el juego y comportamiento que ofreció el ganado de Torrestrella no dejó indiferente a nadie. Ningún alma se quiso mover hasta el sexto y mucho menos perderse el momento que atraviesa Antonio Ferrera, dictaminándolo tarde tras tarde con ese poder que embebe la inteligencia y desordena los sentimientos de la emoción cuando empiezan sus muñecas a rimar letanías. Padilla se volvió a dar de bruces con una plaza de primera, siendo claro reflejo de la nulidad de recursos opacos y de una amplia vulnerabilidad de su físico cuando se pone delante de toros exigentes. Por su parte, El Fandi tuvo un lote buscón y correoso, pero sin llegar en ningún momento a buscarle las vueltas para que esas carencias pudieran taparse livianamente.

Sevilla, Madrid, Pamplona, Bilbao... No hay techo. Algunos ya empiezan a vendimiar los racimos de la finca, otros empiezan a probarse algún hábito para su retiro espiritual, sin embargo existe ese otro tipo de torero que no abre la boca para protestar lo que mata y además se la cierra a otros tantos que se cuelgan la vitola de maestro, sin merecimiento alguno. Éste no, éste se queda. «A ver si hablo con él y que me explique porque no lo entiendo», debió de pensar Antonio Ferrera con veinte de alternativa a sus espaldas –y qué veinte años– cuando se enteró del adiós de Morante. Evidentemente el estado de plenitud que te da la mente para empaparlo más tarde en los movimientos del cuerpo delante de los toros, es el punto donde la técnica rebosa, convirtiendo ese don en auténtica sabiduría.

Décimo paseíllo en el ruedo bilbaíno para el extremeño, en una tarde que encasilló con mucho conocimiento ante el lote caído en suerte. Al quinto le cortaría una oreja de mucho peso, ese que no dejó de moverse desde que apareció por el umbral de toriles. Humillaba queriéndose comer los engaños con desfachatez de glotón. Había casta, y más la que quiso poner el matador al negarse a banderillear al animal por el color de los palos. A Ferrera no le cambias los colores. La respuesta se vio a continuación, en la muleta. Iniciando una faena con muletazos por bajo y cambios de mano muy sabrosos. Tiraba del toro una y otra vez hasta que se ganó su confianza. Templado, ganándole pasos para que la embestida nunca se descosiera de la bamba. Con la mano izquierda, limó las asperezas que ayudadas, hicieron entregarse a Delicado por completo. La sexta tanda fue el último adiós. Toro y torero exigiéndose mutuamente ante un vendaval de emoción. Estocada tendida y una cuarta trasera, y Bilbao a sus pies. Con el primero de su lote, los terrenos y la entrega, fueron pilares fundamentales para el desarrollo de la lidia: desde la colocación con una larga de ensueño en la primera vara, hasta la verdad más pura de la firmeza y ese torear de talones, para ti, cuando un torero siente que se está entregando. Pues así fue. Actuación torerísima por ambas manos, destacando el ofrecimiento del pecho en los naturales de uno en uno. Lamentablemente la espada le privaría de haber sumado a su palmarés otro trofeo.

El cariño es un sentimiento encontrado cuando tus actos dictaminan el porvenir. Y sí, de mucho mérito y valentía fue la postura y la entrega a una profesión de Juan José Padilla, cuando volvió a vestirse de luces después del trágico percance de Zaragoza en 2011, como así se lo ha mostrado el aficionado en todos los rincones de la geografía taurina. Bien, todo el mundo sabe que no hay mayor virtud que la sinceridad de una persona; si ya te la da un torero siendo aficionado, te alaga más. Nadie impone el tiempo de nadie, simplemente la vergüenza torera, si la hay, sale en estos casos. Decenas de toreros acostumbrados al alto voltaje de encierros fuertes y encastados, viendo las Corridas Generales por televisión desde casa, adulando por respeto a toreros como Padilla cuando ven ese pundonor. Pero piensan «¿cómo puede ser posible?». Suena duro pero es real como la vida misma. En referencia a su tarde, todo fue una nube negra. Un primer toro vareadísimo con mucha prontitud, que se quiso colar por el lado derecho un par de veces, hizo que el tembleque de piernas ahogaran al matador en un vaso de agua. Los terrenos que pisaba no eran los indicados, antes del cite por ambas manos la posición del cuerpo era desconfiada y con la voz de alarma para retirar la pierna y amargarse con Amargura. El cuarto no humilló en ningún momento y se quiso resarcir del anterior pegando pases a diestro y siniestro sin ningún sentido, ni emoción ni transmisión alguna por parte de ambos contendientes.

Concluía el primer cartel de a pie El Fandi, en una tarde para el granadino en la que su suerte se quedó desgraciada en el sorteo pero sin destellar imaginación ni solvencia propia para desprender ni toreo ni emoción con vehemencia. El tercero del festejo fue un animal buscón e incierto al que no supo entender ni ofrecerle credenciales aptas para una lidia óptima, digamos. Por el contrario, el sexto fue un animal sacado de tipo, de horrendas hechuras y de comportamiento nulo. Lo trasteó por ambos pitones pero no encontró respuesta por ningún lado. Era perder el tiempo.

 

  • Bilbao. Plaza de toros de Vista Alegre. 2ª de las Corridas Generales. Media entrada en tarde apacible. Se lidiaron seis toros de Torrestrella, de irregular presentación. Peleón el 1º, noble y encastado el 2º, buscón e incierto el 3º, sin transmisión el 4º, muy encastado el 5º y parado y sin gas el 6º.
  • Juan José Padilla (azul marino y oro con los remates negros): silencio y silencio tras aviso.
  • Antonio Ferrera (grosella y oro): ovación con saludos tras aviso y oreja.
  • El Fandi (azul añil y oro con los remates negros): silencio en ambos.

 

Sigueme en Twitter Sígueme en Twitter @dariojc21
Comparte y comenta esta noticia: