Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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En demostrativo plural
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Crónica Sevilla. 10ª de la Feria de Abril

En demostrativo plural

Darío Juárez

Volvió el calor de feria a Sevilla. Un aura de expectación cubría el paseo de Colón mientras las calesas hacían escala ante las verjas maestrantes de la Puerta del Príncipe. El Juli regresaba a la capital del Guadalquivir tras el indulto de Orgullito hace tres días, y con él, mas la presencia de Roca Rey, se colgaba otro «No hay billetes». Una tarde de sol sostenido frente a un chaparrón de mansedumbre y descaste que trajo el encierro vacío de Jandilla. Estas tardes son esas en las que un ganadero se acuerda de aquellas de cante jondo, como la tarde de amplios triunfos en Arles hace unos días, o sin ellos pero con interés y casta como fuese en Fallas 2017, o como el compendio de detalles que se reunió en el encierro del pasado año en esta misma plaza, por ejemplo. La terna de hoy estaba conformada por toreros que atraen a distintos públicos. Aquellos que pese a su bullanguera parranda sevillana, protestan a un palco donde sigue habiendo presidentes de esos que todavía conservan un mínimo de criterio para aguantar un pañuelo ante una petición sonora después de dar muerte a un toro de una manera lastimosa y obviando el hacerlo por derecho –el talón de Aquiles de Juli, pese a que lo sabe y le da igual–. Roca Rey potenciaba la reventa en su tercer compromiso en Sevilla esta temporada, estrellándose contra un lote antagónico entre sí, mientras que Ferrera se cubrió de una capa prácticamente invisible, debido a la invalidez y el descaste de los dos sorteados a su (mala) suerte. Una tarde en demostrativo plural.

Perturba intuir que la expectación generada por El Juli pudiese ser una versión 2.0 de lo del otro día, pese a todo lo que pasase. Evidentemente, así fue. Y es que Sevilla no ha demostrado seriedad ni rigor gubernativo en muchas fases de esta feria, pero hoy en el palco hubo un presidente que estuvo en su sitio rindiendo honores a la identidad de la Real Maestranza de Caballería, al no concederle al madrileño la oreja del segundo tras una estocada atravesada y rozando el bajonazo. Todo ello vino tras una faena ente el viento y el manso. Buscando el terreno más óptimo para que el jandilla se acomodase. Logró empalmar una tanda de naturales que hicieron sonar la música. Continuaría por ese pitón haciendo de él un tedio de pases en los que Eolo seguía con su incordio. Epílogo por ayudados a media altura y la infame estocada que, tras la bronca al palco por la no concesión, hizo que la vuelta al ruedo fuera entre un mar de claveles. El quinto fue un marrajo loco. Entró al caballo sin saber dónde iba. Se fue. Llegó a la muleta con tintes violentos complicando las cosas a su matador. Cuando le pudo, se frenó y ahí se quedó. Media estocada baja con derrame.

Roca Rey se dio de bruces con un par de dos antagónicos a más no poder, tras haber ofertado sus ases a El Juli en los quites del segundo. A portagayola fue a recibir al tercero, que salió galopando y llegó muy crudo a la muleta. No quiso picarlo para que le durara. En qué momento, ¿verdad, Andrés? Rodillas en tierra quiso iniciar una faena que hizo en los ojos de los aficionados una inyección de impacto. El de Borja Domecq reponía y le complicaba al peruano, lo que podía haber soliviantado antes en el peto. Corría delante de él intentando sin suerte corregir el viaje, hasta que se vino a menos. El sexto fue lo contrario. Roca Rey quiso y se antepuso al castaño que se empeñó por dejar entrever la notable embestida que poseía en el inicio de faena, hasta que cantó la gallina de nuevo de la mansedumbre y, ahora, sería el peruano quien corriera tras él hasta acabar en la puerta de chiqueros haciéndolo humillar. Las bernadinas finales hicieron de antesala de un fallo a espadas, para la reconocedora ovación de despedida.

Antonio Ferrera volvió a Sevilla tras su último paso en Resurrección. Una tarde para no haberse levantado de la cama del hotel y que se hubiese quedado en mano a mano. No por Antonio, sino por la desgracia de haberle caído sin gracia el peor lote de la tarde. El primero fue un animal armónico que cerraba la cara y que resultó inválido e inservible antes de que hubiera entrado al peto, donde no se le picó. Qué cosa más rara eso de no picar a los toros... Curiosamente en parado, nunca juntaba los cuartos traseros. Tras tantear su desclasada acometida, se echó en el albero. El cuarto fue del mismo palo, incluyendo la falta de fuerza y la tendencia a pararse y no decir nada.

 

  • Sevilla. Real Maestranza de Caballería. 10ª de la Feria de Abril. Entrada de «No hay billetes» en tarde soleada y calurosa. Se lidiaron cinco toros de Jandilla y uno de Vegahermosa (4°), de hechuras y presentación disparejas. Inválido el 1°, manso y bueno por el izquierdo el 2°, reponedor el 3°, descastado y sin fuerza el 4°, protestón y defensivo el 5° y muy manso y noble el 6°.
  • Antonio Ferrera (azul marino y oro): silencio en ambos.
  • El Juli (ciruela y oro): vuelta al ruedo tras fuerte petición y silencio.
  • Roca Rey (marfil y oro): ovación con saludos y ovación de despedida tras aviso.

 

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