Llegó a su fin la feria más importante de México, la de San Marcos en Aguascalientes y con ello se cumplió un ciclo más de su serial taurino. En esta ocasión, la edición 2018 de la verbena abrileña, llevará grabados tres nombres de quienes actuaron en fechas distintas: Juan Antonio Ruiz “Espartaco”, Enrique Ponce y Antonio Ferrera. El primero, en el festival homenaje a Miguel Espinosa “Armillita Chico”, nos hizo ver que sí existen hoy en día faenas cumbres, de esas que son de orejas y rabo, no salió triunfador con dicho premio porque el maestro, el juez de plaza y un sector del público decidieron irse por perdonarle la vida al de Teófilo Gómez, fue bueno pero no era de indulto, no importa, porque al torear con esa clase, esa entrega, esa pasión y esa solera hacen que los apéndices queden de lado. Gracias, maestro “Espartaco”, por arrancarnos esos olé tan profundos como sus largos y templados muletazos, la piel se tenía que erizar, la emoción tenía que salir a flor de todos los sentimientos posibles, como aficionados y seres humanos nos hizo recordar que se necesita arte para el alma.
El diestro de Chiva realizó la faena más completa, al toro mejor presentado que lidió (Bernaldo de Quirós), pero se malogró al ser excesivamente premiada por el palco de la autoridad. Otra vez los premios quedaron en retazos pues con dos orejas hubiera sido suficiente; pero nos dejó en claro que difícilmente se encontrará a una figura de los ruedos tan torero como él.
El originario de Buñola, en su debut por tierras hidrocálidas, hizo algo fuera de serie, salió de lo normal, para que en un compás heterogéneo, con el ayudado clavado en la arena, toreara excelsamente por naturales ambidiestros a un toro de Begoña que poco valió. La suerte suprema no estuvo a su favor y aunque batalló para pasaportar a su enemigo esa vuelta al ruedo le supo a gloria tanto a él como a los que estábamos en el tendido.
Fermín Espinosa “Armillita Chico”, vestido de corto el día que conmemoró a su recién fallecido hermano, hizo gala y mostró cátedra de cómo se debe lidiar a un astado por la cara, incluso hizo exposición de que hasta en esos detalles puedes sentirte el más torero de todos, aunque no tengas astado a tu favor, así le sucedió a él.
Joselito Adame, en su primera actuación, tuvo la vergüenza torera que tanto se agradece y aunque pudo hacerlo no buscó el indulto que algunos proliferaban desde el tendido. Fabián Barba estuvo dispuesto en su primera tarde y se ganó a ley la primera sustitución de Andrés Roca Rey, desafortunadamente salió lesionado, con fracturas costillares y colapso pulmonar, en aquella ocasión. Lamentablemente también en la feria salieron heridos, por asta de toro, Arturo Macías y el gran novillero José María Hermosillo. Un dato curioso e importante fue que a El Juli se le exigió más en la colocación de las espadas a la hora de matar, como lidiador estuvo en plan grande.
En el renglón ganadero tal vez los premios al mejor encierro se los lleve La Joya, pues a decir verdad fue de los pocos que se lidiaron completos y sin parches, además de que la gente salió hablando del comportamiento de sus astados, el galo Sebastián Castella salió triunfador ese día al ser el segundo sustituto del torero peruano que por indicaciones médicas había cancelado sus compromisos. El hierro de Santa María de Xalpa envío un gran toro en cuanto a presencia y juego, lástima que las condiciones climatológicas no permitieron que su lidiador lo exhibiera del todo.
Javier Castro y José María Pastor recibieron la alternativa con la esperanza de llegar muy lejos en la fiesta de los toros. Los primos Sánchez, Juan Pablo y Diego¸ con el temple, valor y clase que atesoran siguen esperando el toro bravo que les permita encumbrarse. Gerardo Adame fue muestra de perseverancia y el haber sido hospitalizado un día antes de su actuación no le privó de cumplir de forma adecuada con su compromiso. Leo Valadez no corrió con la suerte deseada pero su carrera no puede perder ritmo, es un coleta que le sabe llegar al público y será necesario seguirle viendo anunciado. El novillero Roberto Román fue la revelación, al ruedo se sale a dar todo y él fue el claro ejemplo de ello, habrá que seguir de cerca su evolución. La mejor estocada fue ejecutada por El Capea.
En las cuadrillas los Prado, Alejandro y Jonathan, fueron los subalternos más constantes. Los Cobos padre e hijo, Héctor y Guillermo, dieron sendos puyazos, el primero al novillo de “Espartaco” y el segundo en la última corrida.
En un análisis crítico el resultado no podrá ser bueno ni para la empresa, quienes tal vez sí tuvieron el reflejo esperado en las taquillas, pero dejaron mucho a desear en cuanto a la organización previa y en el transcurso del serial; ni para el lastimoso y antitaurino palco de la autoridad que una vez más pide a gritos su reemplazo.
Merece una mención especial el Gobierno del Estado de Aguascalientes quienes apostaron por realizar un concurso de ganaderías con hierros y toreros de la región, la entrada fue formidable y ojalá, perfeccionando el proyecto, se siga con esta idea año tras año, pues apostar por ello es impulsar a la fiesta brava. En dicho festejo salió triunfador Diego Emilio.
Finalmente, agradezco a esas cuantas personas que se acercaron con el que esto escribe a preguntar el por qué no salían las crónicas de cada festejo aguascalentense: La realidad es que el protagonismo de éstas siempre debieran ser, para bien o para mal, a cargo de toros y toreros, no de los antagónicos, que se hubieran llevado más de algún estelar, como el juez de plaza.
Nos vemos y leemos hasta la próxima con el mayor deseo de que todos los actores de la tauromaquia mexicana busquen reposicionarla, pues existe afición y hay todo para hacerlo.