Por el piton derecho
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#JoselitoSiempreVivo
Con la vida por montera

#JoselitoSiempreVivo

Javier Fernández-Caballero

Parece mentira que por fin los taurinos nos pongamos de acuerdo en algo. Hoy el Rey de los toreros ha querido que así sea. Hace 93 años que “Bailaor” mató a Joselito el Gallo en Talavera y su espíritu, su mando, su mensaje aún perdura en la Fiesta que él mismo sembró. Lo hemos demostrado a toda España con en HT en la red social Twitter, #JoselitoSiempreVivo

Marcó un antes y un después en la historia de la tauromaquia. Joselito puede decirse que tenía asumido todo el toreo del siglo XIX porque su herencia familiar así se lo había inculcado a lo largo de su infancia: nació, vivió y murió torero. Su personalidad, su técnica y su gracia hicieron que llegara a ser un torero a la antigua y, al unísono, un torero moderno capaz de aportar todos esos nuevos valores a la Fiesta.

El giro de los talones para ligar los muletazos, la organización, disposición y estructura de la lidia o el temple belmontino que acuñó a su concepto hicieron que, gracias a su reinado, se hablara por primera vez de arte en el toreo ya moderno.

Su ímpetu traspasaba las fronteras meramente materiales de su propia carrera, ahondando en los aspectos más burocráticos que afectaban a la Fiesta a comienzos del siglo XX. De este modo fomentó la construcción de plazas de toros Monumentales en las cuales cupieran el doble de aficionados y se abarataran así el precio de las entradas. Tal fue su ilusión por la construcción de estos santuarios del toreo que lleva a cabo -poniendo incluso su propio dinero- la construcción de la Monumental de Barcelona, diseña Las Ventas y lucha sin descanso con el deseo de que la Monumental, -ahora derruida-, de Sevilla se inaugurara lo antes posible.

Fue el primer torero de la historia que pasó de los cien festejos por temporada. La historia del toreo, sin duda que se resume en un antes y un después de Joselito y Belmonte. Los dos monstruos supusieron para la Fiesta y la organización de la lidia un escalón entre lo viejo y lo nuevo y una firme esperanza para que la tauromaquia perviviera a partir de ellos.

Pudiendo ser un torero señor, eligió ser un señor torero. Todavía en San Gil repican a luto las campanas porque ha muerto su hijo más querido, todavía la Esperanza de Sevilla mantiene el corazón enlutado porque “Bailaor” ha llevado a la gloria al Rey de los toreros, todavía resuenan aquellos versos de Luís Alarcón que nunca me cansaré de repetir…

Ven, pasajero, dobla la rodilla,

que en la Semana Santa de Sevilla,

porque ha muerto José este año estrena

lágrimas de verdad la Macarena.

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