Oreja por coleta en la undécima del ciclo isidril. Unas orejas condicionadas por la primera otorgada a Diego Silveti por hacer frente a las inclemencias del tiempo, pues en el tercero cayó la monumental en forma de agua y granizo. Con ese trofeo en el esportón, cómo no darle otro a la tarde correcta y firme de Juan del Álamo, siempre dispuesto. Y cómo no córtale otro apéndice al gran toro de Carmen Segovia, que remendaba la corrida de Bohórquez, un toro que sorteó el francés Juan Bautista y que portaba el triunfo en su pitón izquierdo. Por tanto, hoy el granizo bajó el listón en Las Ventas.
El detonante vino en el tercero de la tarde. La amenaza de tormenta en forma de truenos durante la lidia del segundo se hizo realidad cuando salió al ruedo Orador, con una aguacero tremendo acompañado de granizo. Tras un quite por gaoneras en el que el público se interesaba más por ponerse a cubierto o por pertrecharse con paraguas e impermeables que por lo que pasaba en el ruedo, Silveti brindó a los tendidos entre la desbandada de parte de ellos. De la faena de muleta, destacar su inicio con el péndulo en los medios, y su final, con ajustadas bernadinas. Poquito más. El palco creyó oportuno conceder la oreja ante la petición. No creo que a nadie le queden dudas de que otro día, con un sol radiante sobre Madrid, el azteca no hubiera tocado pelo. Démosle a Silveti el mérito de permanecer impertérrito ante lo que parecía el fin del mundo, pues quien sabe si otro hubiese optado por la vía rápida. Ahora bien, ¿para oreja?
El sexto, que no debió pasar el reconocimiento por problemas manifiestos y evidentes en la visión, no ofreció nada al mexicano, que antes de aburrir y pensando en los que quedaban todavía en la plaza, optó correctamente por abreviar.
La alegría de la tarde la trajo consigo el 4º, el toro de Carmen Segovia que remendada la corrida de Bohórquez. Bendito sea el que no pasó el reconocimiento y nos permitió poder disfrutar de este Lanzavientos, por encima de su lidiador durante toda la faena. Dejó un buen cambio de mano Bautista en el inicio de trasteo, después de brindar al público. El toro, bueno por el derecho, mejor por el izquierdo, era de triunfo. Fijeza, continuidad, recorrido y humillación. Destacaron dos series al natural, aprovechando la buena condición del burel, que hicieron tronar los olés, pero esta vez en los tendidos, y no en el cielo. Insisto una vez más, Lanzavientos mereció mejor faena. La estocada fulminante de Bautista propició la petición y la oreja.
Abanto de salida el que abrió plaza, sin hacer caso a los capotes y saliendo suelto de cada lance, recibiendo muy poco castigo en varas. Le costó meterse en faena a Bautista, molestado por el viento. Y otra vez, aunque el toro no era nada del otro mundo, guardaba algo más de lo que Bautista supo sacar. Muletazos sin transmisión y faena sin emoción que no caló en los tendidos.
Muy correcto y muy firme durante toda la tarde Juan del Álamo, más si cabe en su segundo parlamento. De él emana esa sensación de torero que viene a por todas por que lo necesita como el comer. Bien en los de recibo lanceando a la verónica en su primero, con el que también replicó el quite por delantales, -o mandiles, tratándose de México-, de Silveti, con otro por tafalleras antes de brindar al público. Gran cambio de mano en el inicio de trasteo, pero el Murube perdía las manos cuanto Del Álamo bajaba la muleta y el mirobrigense captó el mensaje. Administró bien al toro y supo cuidarlo. Se gustaba en el toreo al natural con el compás abierto a más no poder, lo que enfrió el ánimo del tendido. No es apasionado de ello. Ejecutó bien la suerte y dejó una estocada tendida, pero el descabello enfrió todo. Escuchó algunas palmas y se dispuso a saludar una ovación, pero los pitos que entonces afloraron le hicieron dar el paso atrás.
Con dos largas cambiadas de rodillas recibió al quinto, para lancearlo luego a la verónica con muchísimo gusto y dejarlo en el caballo con chicuelinas al paso. Citó de largo para iniciar el muleteo, pero el de Bohórquez no iba sobrado, como sus hermanos, y tuvo que darle tiempos. Gracias a la firmeza y la seriedad que demostró, pudo sacar muletazos potables por el derecho y algún natural de buen trazo. Bernanidas para cerrar la faena. Se tiró con todo y dejó una estocada tendida, otra vez, que no fue suficiente. Al toro le costó un mundo doblar, aunque eso no enfrió la petición. La oreja respondía al global de la tarde y al listón tres escalones por debajo de lo normal.