Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Grande Gerardo Adame en el adiós de Pizarro
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Grande Gerardo Adame en el adiós de Pizarro
Grande Gerardo Adame en el adiós de Pizarro
Crónica La México. 10ª de la Temporada Grande

Grande Gerardo Adame en el adiós de Pizarro

José Aguilera

Cuando hay entrega desmedida y ganas de destacar en el mundo de los toros queda de lado el que se corten apéndices. Cuando las orejas se otorgan justamente son esenciales para redondear las tardes. Si la espada priva a los toreros de ellas; pero se deja el alma en el ruedo, no son tan requeridas. Así le ocurrió ayer a un gran Gerardo Adame que no necesitó de premio alguno para demostrar de qué está hecho, así como decirles a las empresas mexicanas, de toda América y a las europeas, que su juventud, su técnica, su valor, su temple y su concepto del toreo deben verse más en todas las plazas. Obligatoria será su repetición en la última corrida de la temporada.

El torero de Aguascalientes le hizo una gran faena a “Don Toño”, que cerró plaza, en medio del diluvio. Con el traje mojado y el corazón enardecido supo aprovechar las embestidas del buen toro de la ganadería de San Mateo. Él se entregó a la afición y viceversa. El agua, el lodo, el haber tenido que descalzarse y las circunstancias no fueron obstáculo alguno para ver como el matador, en los medios, le podía al astado que terminó por rajarse en la zona de toriles. Profundidad, solera y hambre de triunfo permitieron que Gerardo Adame desbordara: ¡Arte para el alma!

La tarde de ayer era muy especial. Regresaba Federico Pizarro a despedirse de la plaza que más lo albergó en su carrera. El toro del adiós no había sido tan complicado como los que habían ya salido hasta el momento, entre detalles artísticos pudo quitarse la coleta el matador que ponía fin a su carrera y una vez que le cortó una oreja al último burel que lidió vestido de luces.

También volvió San Mateo, una ganadería legendaria que ayer cumplió en presencia, aunque en juego mostró diversos matices. La casta predominó, el quinto de la tarde fue el único que descaró la sosería y el poco lucimiento. El sexto mostró la bravura auténtica del campo mexicano. Entre la variedad se sintió el peligro y la atención siempre se centró en lo que acontecía en el albero. Los varilargueros y banderilleros pasaron varios tragos amargos. Hubo emoción.

Fermín Rivera estuvo correcto en el primero de su lote. El segundo no le permitió opción alguna y no pasó nada.

Sin lugar a dudas la de ayer fue una buena tarde de toros; de ésas que le aportan mucho a la fiesta.

Federico Pizarro abrió plaza con Don Nacho que salía con la cabeza alta después de cada pase. Lo lidió por ambos pitones, ante un juego de embestidas cortas y se retiró en silencio tras haberlo pasaportado. Con el de la despedida, Don Gustavo, tuvo un discreto primer tercio. El quite fue por caleserinas. El segundo tercio tuvo una mala ejecución por parte de las cuadrillas. Comenzó su faena de rodillas, le extrajo sentidos pases por los dos lados. Siempre acompañó su labor de detalles artísticos. Desde las alturas la melancolía estuvo a cargo de las notas musicales de “Las Golondrinas”. Mató de estocada que quedó en colocación baja. Le otorgaron un apéndice. Su padre, después de la vuelta triunfal, se encargó de cortarle el añadido.

Fermín Rivera lidió a Don René, que se había arrancado de largo para enfrentarse al caballo de pica y desmontando en ese momento al varilarguero de la jaca. Estuvo el matador en plan serio, sacando muletazos por el pitón derecho y sin dejar de probar el lado natural. El toro salía distraído después del cite en el tercio final. Terminó lidiándolo el diestro apropiadamente por la cara. Le tocaron un aviso. Con Don Diego, no sucedió algo importante. El animal fue soso y deslucido. Lo despachó de media estocada caída.

Gerardo Adame bregó artística y soberbiamente a Don Antonio con el capote, dejándoselo en el hocico y sacándolo a los medios. En el tercio final inició doblándose con el astado. Los derechazos fueron bajándole la muleta. El toro era complicado y decidió el matador acortar despaciosamente distancias. Pisó terrenos comprometedores donde el peligro era palpable. En la querencia el torero estuvo muy firme con el burel que estaba ya rajado. Ejecutó la suerte suprema dejando un pinchazo, una estocada, escuchando un aviso y recibiendo una fuerte ovación al haber sido llamado a saludar en el tercio. Con “Don Toño” se autorizó acertadamente que el segundo tercio se cambiara con dos pares de banderillas. La lluvia caía cada vez más fuerte. En los medios principió faena de muleta con arriesgado cambiado por la espalda. Sin las zapatillas puestas el matador se entregó por completo en su labor. Los desdenes estaban cargados de solera y los muletazos no dejaban de lado la emotividad y el temple. Entre un lodazal ejecutó manoletinas. Dejó tres cuartos de espada en los lomos del animal y tuvo que requerir del descabello. Importante tarde la del torero hidrocálido, los aceros no estuvieron aliados y eso no le privó de haber escuchado el grito consagratorio de: ¡Torero!   

 

  • Ciudad de México. Plaza de Toros México. 10ª corrida de la Temporada Grande. Tarde lluviosa en la última parte. Aprox. un cuarto de entrada. Seis toros de San Mateo que cumplieron en presentación y de juego variado.
  • Federico Pizarro (gris perla y oro): silencio y una  oreja.
  • Fermín Rivera (grana y oro): un aviso y silencio.
  • Gerardo Adame (burdeos y oro): al tercio tras aviso y al tercio tras aviso.
  • Se despidió de los ruedos Federico Pizarro con el toro Don Gustavo.

 

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