La de Miura que cada año cierra el ciclo continuado de Abril fue este año menos Miura. Porque ni salió ese toro que permite el triunfo grande, ni tampoco el hijo de madre que nos tiene a todos el corazón en un puño. Una más, que diría aquel. O, siete bocas menos, que pensará quien entienda el idioma campero.
Con todo, hubo un par de toros que se dejaron algo más, pero con los que tampoco se pudo llegar a redondear nada. Fueron segundo y tercero. Aquel abrió el lote de Octavio Chacón, convertido ya en un gran lidiador. A mí, qué queréis que os diga, su forma de hacer, de pensar y de desarrollar las lidias me recordó mucho a El Fundi, que no fue cualquier cosa con este tipo de ganaderías. Se abrió Octavio de capote con ese toro sin mirarle el hierro. Vamos, que le meció el capote como si en vez de llevar la A con asas llevase la estrella de Jandilla. ¡Y cómo lo meció! Pendiente siempre de la lidia, curtido y cuajado, aplicó desde un principio la premisa de la suavidad. En los toques, en las muñecas, y hasta en la forma de colocarse entre tandas, dándole aire al toro a ver si así rompía de verdad. Hubo un momento en el que pareció hacerlo y Chacón esperó las embestidas para embeberlas y sacar partido de la nobleza que parecía fluir. Pero no era oro lo que relucía y, de hecho, el cuatreño se quería remontar en cuanto no iba muy toreado. Es más, se fue agriando conforme la lidia avanzaba. Y como ésta había sido larga de más se puso complicado para entrarle a matar. Encima él se atascó con la espada y cambió una posible oreja por dos avisos.
Nuevamente mostró su faceta de lidiador poderoso dejando en el caballo al quinto, con el que también trató de aplicar buen trato, pero este, tras tranquear en banderillas, se fue convirtiendo en un pájaro que miraba, medía, probaba y cada vez iba sabiendo mejor dónde estaba el torero, que intentó buscarle las vueltas con diferentes alturas y toques. Pero en cuanto se sentía mínimamente podido el cuatreño empezaba a defenderse con mal estilo, así que Chacón no pudo pasar de estar por encima.
El mejor toro del encierro le salió a Pepe Moral en tercer lugar, pero el sevillano no acabó de verlo, aunque sí enseñó a los tendidos cómo era. Poco atemperado, hizo bien en esperarlo con la muleta retrasada para sacar partido de un viaje que no era largo, pero sí humillado y noble en su primer tramo. Sinceramente, me pareció que la necesidad de que pasara algo, de amarrar un triunfo como clavo ardiendo, hizo que a Pepe le faltase la suficiente claridad de ideas. Y, encima, anduvo fallón con los aceros. El sexto era un colorado que daba miedo cuando lo tenías de frente en Zahariche, pero que en la plaza salió con menos fuelle que una pava. Hay que ver qué cosas. Lo sustituyó un cuatreño que llegó a la muleta cansino, a regañadientes y protestando. Vencida su feria, a Pepe no le sobró la ilusión, y lo mejor que hizo fue no prolongar aquello más de lo necesario.
Sebastián Castella mataba hoy el primer toro de Miura en su ya larga carrera. Navajito se llamó el de la efeméride y fue un animal simplón, que le tocó la muleta demasiado en los compases iniciales, lo que ayudó a desengañarlo todavía antes. Después empezó a topar y frenar cuando llegaba a los embroques, pero al tiempo carecía de la agresividad necesaria para transmitir esos problemas al tendido. Castella le fue quitando muletazos a base de ponérsela y quitársela, sin que aquello tuviera trascendencia. El cuarto fue un tren de 670 kilos que quiso quitarse los engaños de delante a cabezazos después de haberse quedado cansinamente en mitad de la suerte ya en el tercer muletazo. Dicho en una frase, mucha presencia y poca esencia. La misma que historia tuvo la faena.
Variada y áspera corrida de Miura en Sevilla.
— Toros (@toros) 12 de mayo de 2019
Debut sin opciones de Castella y retazos de Chacón y Pepe Moral. #FeriadeSevillaenToros pic.twitter.com/J3C5NN3yiw