Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
«Aquí se viene a torear», diría Tomás
Crónica Madrid. 1ª de la Feria de Otoño

«Aquí se viene a torear», diría Tomás

Darío Juárez

Con el final de temporada a la vuelta de la esquina, Madrid daba el pistoletazo de salida al segundo ciclo venteño más importante del año: la Feria de Otoño. Con tarde calurosa y una suave brisa que acompañaba de manera intermitente, la afición capitalina regresaba a la Monumental para inaugurar el ciclo con una novillada de Fuente Ymbro. Tomás Rufo llegó, vio y venció. El toledano abría su primera puerta grande en Madrid después de una tarde superlativa de toreo caro, mandón y con un gusto infinito en su quehacer que, junto con un gran lote de gallardos, lo catapultaron para que saliera a hombros mirando a la calle Alcalá.

No podía haber arrancado la feria de mejor manera. Todas las miradas se centraban en Tomás Rufo después de salir de las nocturnas como triunfador del certamen y con un sabor agridulce para el aficionado, porque bien se pudo haber ido a hombros también aquel día. Su desbordante pureza, le llevó a tocar el cielo de Madrid. La réplica a Fernando Plaza con el segundo no había sido acertada, pero le valió para darse cuenta que esta tarde nadie iba a regalar nada. Tras unos muletazos por alto como inicio de faena, se echó la muleta a la izquierda y se puso a torear. Como mandan los cánones, y además, ligazón, sometimiento, torería y una estructuración perfecta de faena de principio a fin. Si buena fue la primera, sensacional sería la segunda. Los naturales terminaban en el patio del diablo tras la orden de una mano mandona. El temple se consumó por el derecho antes de cerrar por una última a zurdas y a pies juntos, más un epílogo genuflexo y torerísimo. Estocada y oreja incontestable.

Las sensaciones provocadas con el novillo habían puesto la atención en el toledano el resto de la tarde. Y es que quedaba el burraco quinto, al que no dejó de lucirlo y darle todas las ventajas. Un animal completo en todos los tercios, con el que se lucieron Rafael González y Fernando Sánchez con los rehiletes, antes de dirigir el brindis a Florito. Tomás Rufo, sin necesidad de ningún fuego de artificio como en el segundo, se puso a torear encima de las rayas del tercio bajando la mano de nuevo y echando otra pala de carbón a la caldera. Había vuelto a arder y necesitaba materia prima. Y la hubo, ya lo creo. El utrero era pronto y se venía como un resorte. Rufo, borracho de improvisación y recursos, proseguía su periplo de grandeza: cambios por la espalda, muletazos inesperados y un cambio de mano genuflexo a modo de escoba torera que terminó por provocar un cortocircuito en la Monumental. Había que matarlo, y así lo hizo Tomás. Una estocada entera, mientras se le cantaba la muerte al novillo, hizo que rompiera a llorar de la emoción. Y es que, cuando llegó al patio de cuadrillas, Tomás se dijo a sí mismo: «Aquí se viene a torear».

Fernando Plaza dejó gélida a Las Ventas con la faena al sexto. Un novillo muy serio, manso y peligroso con el que estuvo muy firme, con valor y capaz de poderlo pese a sus evidentes carencias. Las bernadinas enmudecieron al coso madrileño, que ya veían salir a un torero por la puerta grande y a otro por la enfermería. La estocada hizo guardia y afeó su seria actuación. Más acelerado se le vio con el tercero. De hecho, el novillo dejó ver una buena condición al abandonar el peto, pero finalmente lo acabó desluciendo el novillero con su celeridad.

Por su parte, El Rafi no salió con buen sabor de boca de su presentación en Madrid. Trasteó de manera correcta, sin estridencias, al novillo que abrió la feria. Supo limpiarle ciertos muletazos que protestaban tras los cites en las distancias largas. Más encima, el francés ya pudo reunirse más con el pupilo de Gallardo, pero a éste le faltó fondo y entrega. El cuarto fue un manso sin oferta ninguna para una faena de premio. Las espadas viajaron a los bajos en ambos novillos.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 1ª de la Feria de Otoño. Dos tercios de plaza (16.361 espectadores según la empresa) en tarde agradable. Se lidiaron seis novillos de Fuente Ymbro, bien presentados y de variable juego. Destacaron 2° y 3° por su nobleza y transmisión y el gran 5°, de gran clase y profundidad.
  • El Rafi (verde oliva y oro): silencio en ambos.
  • Tomás Rufo: (verde botella y oro): oreja y oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo.
  • Fernando Plaza: (lila y oro): silencio y ovación con saludos tras aviso.

 

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