Hace una semana hablaba de la poca ética, del poco amor de los criadores por sus toros cuando permitían que les manipularan sus astas. Bueno, más que manipular, mutilar. Ayer llegó a La México la ganadería de Rancho Seco a festejar sus primeros 100 años y después de la tarde que echó, ojalá sean cien años más. Gracias Don Sergio Hernández, es usted un ganadero de pies a cabeza, un ganadero a carta cabal
Nos dio una gran lección de humildad al sacar a dar la vuelta al ruedo a Lupe, su caporal. Le dio también lección a muchísimos de sus ‘colegas’ de cómo se debe seleccionar una corrida para una cita tan importante como lo es ir a La México. Le dio a conocer a muchos aficionados lo que es un toro con edad, un toro íntegro en sus astas, un toro con el trapío real de acuerdo a su encaste, un toro, toro. También le demostró a muchos aficionados del otro lado del charco que en México sí hay toros, que hay bravura, casta y raza; pero que al igual que allá las ‘figuras’ no los quieren ver.
La presentación fue impecable, tres toros encaste Saltillo y cuatro Santa Coloma. Fueron siete porque el que abrió plaza fue devuelto después de lastimarse. La divisa caña y rojo fue la gran triunfadora de la tarde y, hasta el momento, de la Feria de Aniversario en La México. Se fueron las figuras y salió el toro, pero también se fueron los ‘aficionados’ ocasionales, los que fueron a la noche de casino, los que fueron a la feria a jugar a las canicas, se fueron los que únicamente iban a lucirse y a beber hasta que el cuerpo aguantara. Este encierro sí lo mostraron los chuflas del marketing porque ésta sí era una corrida de toros. En el cartel, seis toreros que sabían que solo tenían una oportunidad para colgarse del cartel de la próxima semana.
Juan Fernando, con su primero de nombre Gache, inició con una larga cambiada de rodillas, después el toro se lastimó y fue devuelto. Saltó “Aniversario", número 180 y con 489 kilos, que desde su salida mostró codicia en el capote. Buen puyazo de Eduardo Reina que terminó con un tumbo. Con la muleta el toro nunca dudó en acometer, iba, repetía y le ganaba el terreno al torero después de cada pase. No se cansó de embestir pero el torero nunca le encontró ni la distancia, ni la altura, ni el terreno. Un toro para triunfar que se fue sin torear porque dar pases no es lo mismo que torear. Por el izquierdo se pasó el toro a mucha distancia. Juan Fernando siempre estuvo muy por debajo del de Rancho Seco. Un bajonazo para escuchar un aviso. Palmas al toro en el arrastre y una salida al tercio que él mismo se otorgó.
El segundo espada fue Juan Luis Silis, que con Pancho, un toro grande de 512 kilos se mostró siempre desconfiado. Si bien el toro no ofrecía muchas opciones quizás también por el puyazo trasero y muy fuerte, Silis tampoco pudo demostrar oficio y técnica para descifrar las embestidas. Nadie puede negar siempre su entusiasmo pero eso no basta, no le alcanza. Al final un par de muletazos de aliño. Con la espada, pésimo: dos pinchazos y cinco golpes de descabello. Un aviso y pitos.
Gerardo Adame fungió como tercer espada, y Gerardo salió en Gerardo Adame. Salió como tarde a tarde, a dejar todo pero con oficio, con un toreo firme. Nenito, número 108 y 511 kilos en los lomos, se descubrió desde que tomó el capote del de Aguascalientes. Saltilleras ajustadas que fueron aplaudidas con fuerza. Ya con muleta en mano, estatutarios con las zapatillas como anclas y un torero desdén. Por el derecho el toro comenzó a meter los pitones en la muleta y surgieron un par de tandas donde logró transmitir al tendido. Un gran cambio de mano seguido en el mismo pase de un natural terso. Por el izquierdo el toro no tragaba de la mejor manera pero Gerardo le robó dos muy buenos naturales. Terminó por manoletinas. Se tiró a matar dejando una entera para recibir una oreja.
A Diego Sánchez le toco en suerte un dije de Rancho Seco llamado Cacho, un toro de esos que se quedan en la retina, de esos que uno busca ver cada vez que va a una plaza de toros. Un santacoloma de pitón a rabo. Un toro bravo, pero también con clase y que Diego supo entender porque lo descubrió con el capote cuando lo remató soltando una punta del capote. La faena fue una faena derechista, algunos derechazos largos, templados, pero también algunos abusando del pico y otros pasando al toro lejos de la faja. Con la de mandar, un natural que sobresale, pero el viento molestó y ya no lo quiso ver por ese lado. Una trincherilla que fue una pintura. Poncinas que fueron pitadas por algunos aficionados con acierto. Dejó media en gran sitio que hizo rodar al toro sin puntilla. Dos orejas que en lo personal fueron excesivas, una era más que suficiente. Arrastre lento para el toro del hierro tlaxcalteca.
Centenario correspondió a Gerardo Rivera, que al ver que sus alternantes se le iban por delante, se fue a la puerta de toriles. Se tuvo que tirar pecho en tierra a la salida del toro. El resto fue un toreo a mil revoluciones por minuto, un toreo atropellado. Se le agradece a Rivera pero eso no va con los buenos toreros. Este toro también fue un muy buen toro, embestía al toque, volvía buscando la muleta con los pitones. Pero todo era tan rápido que el toro nunca encontró una muleta que lo supiera llevar a buen puerto. Tres cuartos de espada de efectos inmediatos para otorgar nuevamente una oreja excesiva a todas luces.
El sexto espada, José María Hermosillo, tuvo quizás en Don Carlos al prietito en el arroz. Con el capote bregó de buena manera. Su inicio con la muleta fue correcto, pero el toro probaba y soltaba la cara en el último tiempo del muletazo. Siempre estuvo Hermosillo por encima hasta el final de una faena riñonuda. Entera y vuelta al ruedo.
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