Esta ganadería hace mucho que dejó de embestir. El mercado del torismo no es rentable para bueyes descastados e increíblemente cornalones, pese a que hoy lleven el hierro de Samuel Flores. Mansada somnífera y peligrosa por la falta de raza y entrega de un encierro frío, que sólo regaló un final de faena a Morenito con el 5° y lo poco que éste pudiera decir con el sobrero de José Cruz que hizo 3° bis. La dignidad de Robleño se cumplimentó yéndose detrás de la espada con el aparatoso 4°, con casi un metro de punta a punta de cada pitón. Digna confirmación para Damián Castaño en una tarde complicada y cuesta arriba, con sus lidias y sus embestidas distintas a lo habitual.
El hierro de Samuel Flores regresaba a la Monumental nueve años después, junto al hierro de Isabel Flores. Mal presentada, con mucha cara pero destartalada, sin colocar, a excepción del cuajo y la seriedad de ese 5° que traía acero en el pecho después de cornear en una mano al jaco de la contraquerencia, teniendo que ser sustituido por el que hacía puerta para el segundo encuentro. Y con el que Morenito de Aranda solo pudo encontrar un hilo de luz al final de faena, sobre las rayas, ganándole un pasito para que no parara y llegara algo más al tendido ese derroche de gusto a la vez que pinturero. De más a menos sería la actuación frente al 3° bis de José Cruz que brindó por televisión al Rey Juan Carlos, que no dejó de embestir, pese a lo suelto que resultaba en la salida de capotes, como del caballo al que acudió con prontitud y hasta el punto de romanear con pujanza de riñones. El continuo perder las manos por el derecho descafeinó la posible altura de cotas que pudo pero no cogió la faena.
Fernando Robleño y el decálogo para entrar a matar a un Samuel con casi un metro de punta a punta de pitón. Daba gracias a Dios por dejarle haber metido la mano a ese 4° cornalón, con marfiles de mamut como pitones (escobillado el izquierdo) que derrotaban en un viaje de hacha y látigo, con el que el de San Fernando anduvo como pudo. El acapachado y topón 2° fue otro imposible. Quiso saltar por dos veces al callejón, pero de embestir que le preguntaran a Rita la cantaora. Vaya regalito le haría el matador a su tercero descabellando al toro y no dejar que lo intentara con la puntilla. Por ahí no entraba ni el aire.
Podemos dar gracias de haberlos visto irse a pie, porque el toro de la confirmación de Damián Castaño le pudo abrir el cuello por dos veces con precisión de cirujano. El animal tenía su tranco de más por el derecho, aunque costaba sujetarle, pero el hachazo imperdonable por el izquierdo se llevaba hasta la voluntad del Padre para seguir delante de su cara. Cara que no se la perdió el salmantino en ningún momento, pese al bajonazo con el que acabó con su vida, además del poco hacer que le permitió la birria lamentable que saltó como sexto toro.
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