Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Imperial Roca Rey en el rescoldo de Vista Alegre
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Crónica Bilbao | Corrida extraordinaria

Imperial Roca Rey en el rescoldo de Vista Alegre

Darío Juárez

Ya podía haber venido una guerra de diez años después de la pandemia, que a Bilbao seguirían yendo cuatro gatos a los toros. Las costumbristas butacas azules hoy se entremezclaban con otras tantas blancas y granas que despedían desde lo lejos la equivocada sensación de haber más gente. Torpe intento para tapar un réquiem entonado desde hace tiempo por otra plaza de primera. Un cartel de campanillas compuesto por tres figuras de a pie y una a caballo, y una ganadería garante para el triunfo de los toreros, apenas metió media plaza. El rescoldo que queda de Vista Alegre es el que es y lo poco que falta, en comparación a la Semana Grande, viene de fuera.

Tampoco apareció el toro de Bilbao hasta el 4°, en una corrida de Jandilla desigual de presentación, mansota y con dificultades en general, de la que sobresalió el magma de un imperial Roca Rey que erupcionó del ceniciento ruedo bilbaíno, con una tarde de figura acertadamente arrogante y consagrada. En un butano y azabache recogió el Aurresku con el que el dantzari le rindió honores a él y a sus compañeros de cartel tras el paseíllo. El primero de Talavante rogaba clemencia tras salir del peto y a por él se fue Roca a saludar a Bilbao con la carta de presentación por tafalleras y la cordobina que llevó al toro hacia el abismo de la arena para volver a perder las manos. Manzanares ya le había cortado una oreja por la gran estocada al primero, después de una faena irregular, con pasajes templados y consentidos por el derecho, pero desordenados y feos por el zocato.

Andrés tenía la obligación para sí mismo de levantar la tarde a golpe de sensaciones. Ese 3° jandillita -4° de la lidia ordinaria- se había dejado pegar poco en el caballo, pero tampoco se dejó de mover. Por estatutarios franceses y con las plantas hormigonadas a la arena prologó esa obra que el cambiado por la espalda antes del remate terminó por emulsionar en el graderío de Vista Alegre. Que pedía música ya. Dos fueron las series por el derecho en las que el peruano se rebosó de temple y encaje con el toro, llevándolo largo y sometido por abajo. ¡Que empape!, que diría Ginés Correguela. Por el izquierdo, el toro era otro, pero Roca no desistió a ese pitón ni al vendaval que hacía planear la muleta en estático. Como se quedó su dueño pasándose al toro por donde quiso, pudiéndolo en todo momento. La gran estocada tras pinchazo lo llevaron a recoger el primero de los dos trofeos con los que se iría esta tarde de Bilbao.

El otro fue de ese 7° cuajado y único del hierro de Vegahermosa, manso, geniudo y descompuesto de embestida, con el que tragó desde el comprometidísimo inicio por alto y por dentro agarrado a tablas, como en esas dos primeras series en corto, faenando por abajo para limar y llevar toreada una embestida nada franca. Roca no le perdió la cara, ni resopló cuando casi se le lleva por delante en un natural. El de Borja embestía con todo por ahí y Andrés no se acopló. Pero el peruano se empeñó en poderlo hasta que el toro cantó su querencia hacia tablas, donde terminó con las luquesinas volviendo a poner al público de pie, antes de enterrar un espadazo sin mácula. Oreja con petición de una segunda que, con buen acierto, desestimó Matías.

Otra gran estocada fue la de Manzanares con el 1° por la que cobró el premio de la oreja con la que se abrió la lata. Muy desigual el alicantino, templado con el capote pero nada reunido. Tampoco pudo decir mucho más frente al 5° topón y sin casta, con el se puso y se puso pero ahí no había nada que hacer. Sólo quedaba limpiarse la sangre del toro, que le empapó la cara cuando Jose Mari se negó a soltar la muleta en un arreón para llevarse a ambos por delante.

Pasar el mal trago de decepcionar con cuatro tardes en San Isidro en la plaza que te lo ha dado todo, no debe ser tarea fácil. Talavante necesita encontrarse con sí mismo, ya. Y hoy se presentó en Bilbao muy encajado y sobrio para sujetar al 3° a la verónica desde los medios, conjugando vuelos y codos al unísono. Sin sacar los brazos y con un lance que superaba al anterior. El toro acabó siendo un inválido de libro, el cual sopesó devolver Matías después de salir del caballo, pero finalmente lo mantuvo. El que no se mantuvo fue el del hierro de la estrella, alegando culpas y suplicando vida. Tampoco podría resarcirse con ese 6° que siempre venía por dentro por el pitón izquierdo, desde el capote, y al que sólo le pudo robar dos tandas aceleradas para abrir la faena. Otra tarde de nubes y claros para el extremeño.

La suerte más mala le llegó a Pablo Hermoso de Mendoza con el de Capea que abrió plaza: muy parado, manso y regalando embestidas elegidas, que a veces se convertían en pinceladas con la grupa y otras en recortes para evitar el gañafón. Arriba enterró el rejón de muerte.

 

  • Bilbao. Plaza de Vista Alegre. Corrida Extraordinaria. Media plaza generosa. Se lidiaron cinco toros de Jandilla, uno de Vegahermosa y uno de San Pelayo (1°) para rejones. Desiguales de presentación; mansos, complicados. Destacó el 2° y la exigencia del 7°.
  • Pablo Hermoso de Mendoza (chaquetilla azul): ovación con saludos.
  • José María Manzanares (gris plomo y oro): oreja y ovación con saludos.
  • Alejandro Talavante (verde billar y oro): silencio en ambos.
  • Roca Rey (butano y azabache): oreja y oreja con petición de la segunda.
  • Se desmonteró Jesús Díez Fini y Manuel Izquierdo tras parear al 3°, y éste último junto a Miguel Murillo tras hacerlo con el 6°.
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