Por el piton derecho
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'Rufián' declara su independencia a Talavante
Crónica Pamplona | 8ª de la Feria de San Fermín

'Rufián' declara su independencia a Talavante

Darío Juárez

Cuando arrastraban a Rufián entre vítores de alabanzas, proponía en Twitter hacer a ese toro de Jandilla trending topic en pleno debate del estado de la nación. Por ver qué pasa. De más no deberá estar darse cuenta el día de mañana que el verdadero Rufián fue un torazo de Borja Domecq al que Talavante templó y sometió pero no cuajó en Pamplona, y no un chufla que dice ser político. Alejandro no ha vuelto a pisar el sitio que dejó y que las empresas le guardaron porque así se lo ganó antes de irse. Y Rufián le declaró su independencia en el final de faena cuando hizo el único amagó de rajarse. Pues aquello no había sido justo: sólo uno se había entregado de verdad. Pues fue un toro para abrir telediarios.

Los de la estrella habían dejado un encierro con caídas y un herido por cornada. Floja y desigual corrida de Jandilla, a la que salvó el lote de Talavante. A las vísceras se le fue la mano con el inválido 2° que quiso más que pudo. Con su cara colocada, pero muy vareado, sin apenas sentir el frío de la puya, ya había perdido las manos. Como repitió de seguido al salir del peto y en intervalos de una faena estética, a su altura y sin obligarle un centímetro hacia abajo, que inició desde los medios con la arrucina de rodillas. El toro tuvo codicia, pero adoleció de fuerza.

Y después del deslucido y 4° toro de la merienda con el que Urdiales se pasó de faena dejando pasajes notables por el izquierdo, apareció por la manga Rufián. Un toro negro, con más cuajo que sus hermanos, muy serio, bajo y peleón de riñones en una primera vara larga. No tanto en el segundo encuentro. El toro metía la cara en los capotes como se encuentra a sí mismo el viento en mitad de una corriente con dos ventanas abiertas. Y Alejandro lo vio enseguida y se puso a torear muy templado con la mano izquierda, muy lejos de aquella izquierda que remataba casi todos por debajo de la pala sin una duda. Pues su neonatural está adulterado por un reposo de tentadero que le ha quitado el sitio, pero que hoy supo lucir ese hociqueo humillado y arrastrado por el suelo del jandilla. Porque Alejandro nos mostró al toro y toreó muy para él, sí, pero con un animal así hay que tirar la moneda al aire con la misma o mayor determinación con la que salía las tardes que le gritaban aquello de "¡Talavante: eres grande, grande!". Tres redondos rematados muy atrás y poquito más. Si con poquito más no nos referimos a la estocada que enterró tirándose encima de los pitones. A Rufián le arrastraban con laureles después de firmar su independencia delante de Talavante. ¡Qué gran toro!

Tampoco pudo decir mucho más Diego Urdiales con el que abrió plaza, más que el toreo a la verónica con el que hizo rugir a la monumental navarra abriéndose hacia los medios con cadencia y encajado sobre los talones. El toro se lesionó de la mano derecha y el querer del matador riojano se convirtió en una quimera para el triunfo. La estocada contraria tampoco ayudó para sumar. Pero ahí quedó la impronta de su toreo -que no verá Bilbao- y varios enganchones también.

Ginés Marín volvía a Pamplona de corinto y oro, como lo hiciera en 2017 con la corrida de Victoriano del Río a la que cortó dos orejas. La suerte del sorteo se tornó de espaldas al joven extremeño, quien se topó con el manso 3°, al que solo pudo intentarle tapar la salida dejándosela muerta. Muy agarrado al piso y sin fondo de casta saldría el 6°, con el que poco pudo se pudo recrear para ejecutar con soltura el toreo fundamental. Le sigue costando un mundo medir los tiempos de las faenas. Gran estocada.

 

  • Monumental de Pamplona. Lleno. 8ª de la Feria de San Fermín. Se lidiaron cinco toros de Jandilla y uno de Vegahermosa (1°), desiguales y muy serios de cara. Flojos y descastados, a excepción del 5°.
  • Diego Urdiales (azul marino y oro): ovación con saludos tras petición y silencio tras aviso.
  • Alejandro Talavante (negro y oro): silencio y vuelta al ruedo tras aviso.
  • Ginés Marín (corinto y oro): ovación con saludos tras aviso y silencio.
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