... corta la baraja y empieza a repartir como le da la gana. Pues sólo le bastó un gramo de fe para creerle a ese elefantiásico y espeluznante por serio 5° de una descastada y sombría corrida de Garcigrande, al que acabó convenciendo invadiendo sus terrenos para sacar de él ese fondo de casta con el que levantó una faena que parecía imposible. Y el orejón de peso tras la gran estocada en corto y por arriba que le recetó al de Justo. No la que le negaría Matías con el 2°, manteniéndose en su sitio tras la petición.
Ginés Marín es capaz de aglutinar una inmensa cantidad de registros técnicos que hacen de él un torero importante y de ferias. Y hoy lo volvió a demostrar en Bilbao. Pues si con el tren castaño que hizo 2° no terminó de traspasar esa línea roja que pedía la faena para definir a un toro que no había ido nunca metido en los chismes y que estuvo a punto de empitonar a Téllez en el suelo después de trastabillarse con los pies en el remate del quite, con el mastodóntico 5° sacó la chistera y apareció el conejo. Pupilo se llamaba el galán que anunció una tablilla en la que también rezaban los 638 kilos que portaba de pitón a rabo aquel torazo, incluida la anaconda que lucía como badana y que se quedaba a palmo y medio del suelo. Se atrevió de nuevo Téllez a quitarle por un par de delantales antes de que Ginés montara la muleta. Y en series cortas lo fue consintiendo poco a poco, haciéndose al toro y el toro a los toques del torero que ofrecía un engaño presto que terminaba en espuma tras chocar en el rompeolas del final de su cadera. Los oles, a más. Como una pieza de orfeón. Y Ginés volcado con el de Justo afinando riñones, atacándolo y llevándolo atrás; imaginativo el extremeño, que acabó haciendo sonar la música. A los derechazos les daban la orden las zapatillas que miraban a la punta de los pitones. Como esa manera de echar la muleta abajo para entrar a matar en cortito y por arriba. Como se han de matar los toros, claro. Oreja de ley.
De tabaco y oro se presentó Ángel Téllez en Bilbao como matador, después del triunfo gordo labrado en el San Isidro madrileño en mayo con la mano izquierda. De la misma guisa quiso empeñar al natural la faena al toro huidizo de su debut en Vista Alegre, al que fue casi imposible sujetar, pero no pegarle diez o doce naturales sueltos que pusieron de acuerdo al pseudo maquillante público que hoy se citaba. Quizá otro tipo de lidia fue lo que le hubiera convenido al deslucido melocotón 6°, con el que se empeñó en proponérselo bonito desde el inicio rodilla en tierra y aquel soberbio cambio de mano. De ahí en adelante, a Téllez le costó y no logró dar con el acople que la obra pedía para haber tomado cotas más altas. Pues se quedó en el umbral. Sin duda, el próximo invierno será crucial para el devenir de la carrera del torero toledano.
Pinchó Miguel Ángel Perera a ese bombón por gordo y noblote de Garcigrande que abrió plaza. Dos varas al relance y muy suelto en banderillas destacando ese grandioso y comprometido tercer par de Curro Javier para los anales de Vista Alegre. Pero el extremeño lo metió en el canasto en la primera tanda en la que quiso apretarle por abajo y muy en redondo. De ahí en adelante, Perera se dedicó a dejársela puesta y tirar de él sin encajarse en ningún momento. Como tampoco lo hizo con ese 4° insulso al que le dio cerca de cuarenta muletazos y todos mudos.