Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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'La verdad de Ginés Marín inunda Sevilla'
CRÓNICA SEVILLA / 11ª de la Feria de Abril

'La verdad de Ginés Marín inunda Sevilla'

Ignacio Muruve | Sevilla

El festejo de hoy ya marchaba cero a dos cuando las banderas ondeaban presumidas desde la atalaya de la puerta del príncipe y el público se terminaba de ubicar. De anotaciones iba la cosa: uno por el rejoneador que nos colaron para abrir la tarde y otro por el golazo de los Vázquez metiéndonos con calzador a Cayetano en un cartel que merecía más Ángel Téllez u Oliva Soto. No creo que haya dicho ninguna barbaridad. El gran acierto de la empresa fue el de aceptar la exquisita petición de Morante con la corrida de El Torero. Por cierto, la resaca más larga e intensa de nuestras vidas seguía abriéndose paso tarde tras tarde entre sucesos de poco calado y para colmo, hicimos todos gala de ello con una ovación a José Antonio que se tuvo que escuchar en toda su ciudad. 

La verdad de Ginés inundó Sevilla en el cuarto. Se encontró con Espárrago, una golosina de suprema calidad venida a más en las manos de un torero enfibrado y compacto, sincero en todo lo que hizo y buscador de la rotundidad por medio de un toreo profundo y largo. El animal era precioso, con los leños mirando al cielo pero recogiditos. El jerezano midió muy bien la intensidad de los muletazos ya que el burel, por el izquierdo, disminuía el recorrido en el embroque teniendo que alargar este el trazo regulando la altura. Aquello traspasó la piel de la Maestranza, que se entregó ante el calado de un trasteo mayúsculo. Ginés Marín había cuajado el toro y las dos orejas cayeron al instante. Grandiosa dimensión. 

El séptimo (qué raro se hace) tenía las manos cortitas y fue el único de pelo colorado de la tarde. Antonio Manuel Punta redondeó su tarde con una suavísima lidia y pese a ello, el animal nos hizo ver que el sueño de Ginés se iba a poner muy complicado.   

Pasado el periplo del caballero rejoneador, los de Lola Domecq debutaron en Sevilla con un toro de actitud de manso de carretas en la capa de un Morante al que le dio igual. Le dio igual porque al bastito primero le sopló cinco verónicas en un quite para decirle quién mandaba sobre la arena con la que sueñan todos los toreros. La autoridad, en los vuelos. El poder, en el alma. La sutilidad, en las yemas. Con la zurda echó el freno a primeras de cambio, pero por el derecho se fajó en series templadas y vaciadas con el peso de una institución que torea para que quien le vea, desvaríe y pierda los papeles. Con una media estocada terminó el capítulo y se le concedió el trofeo. Por menos se ha dado mucho más en esta feria…  En el quinto, el de La Puebla hizo un esfuerzo con un animal que no bajaba la cara ni aunque se le echaran pienso. No sorprendió la capacidad del cigarrero de tragar con la poca humillación. Mató de media atravesada y recogió la ovación del respetable. 

El segundo de El Torero se dejó y mucho y Cayetano lo hartó a trallazos. De la clase se pasó a la poca humillación y todo, en una muleta que ni manejó tiempos, ni distribuyó bien los toques ni ordenó lo que pensaba para interpretar. Al final va a ser verdad eso de que los toros tienen también mala suerte en los sorteos. En el sexto, el rondeño parecía quejarse de un problema de visión del toro mientras lidiaban a su oponente. No hubo nada que contar. 

 

Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla  13° de abono. Lleno.  Toros de El Torero: Bien presentados y de variado juego. Notable el cuarto, ovacionado en el arrastre. Bueno el 1° sobre fondo manso. 

Morante de La Puebla: Oreja y ovación con saludos. 

Cayetano: Silencio en su lote. 

Ginés Marín: Dos orejas y ovación con saludos. 

Saludaron Antonio Manuel Punta en el 4° y Trujillo en el 5°.

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