Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Fotos: Plaza 1
'De la pradera a la carnicería'
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'De la pradera a la carnicería'
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'De la pradera a la carnicería'
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'De la pradera a la carnicería'
Quinta de la feria de san isidro

'De la pradera a la carnicería'

Darío Juárez | Madrid

Las rosquillas, los chulapos y su Santo protagonizaban la jornada del 15 de mayo en la pradera y en el resto de la capital. El rojo del calendario madrileño anunciaba la onomástica del día de San Isidro y en los intramuros de la Monumental la seria y pesada corrida de El Parralejo, que terminó saliendo mansurrona y descastada, mal picada prácticamente en su totalidad y vergonzosamente estoqueada por tres coletas que deberían llevar a gala la excepcional nomenclatura de 'matadores de toros' y no 'carniceros o matarifes de toros', como bien se les podría haber tildado en la tarde de hoy.

'Se traspasa El Batán. Por no exponer los toros de San Isidro conforme al pliego. Interesados en montar otro negocio, ponerse en contacto con políticos de la CAM'. O cómo el tendido 7 decidió seguir defendiendo con uñas, dientes, cartas y pancartas -propias- al toro y a la plaza de Madrid a la conclusión del paseíllo, mientras el postureo político taurinita se limita a incumplir, posponer la necesidad imperiosa de la reforma de la plaza y permitir que la empresa haga de la primera del mundo su jardín caprichoso y elitista para que vengan los colegas en mayo a los toros.

No labró con oficio ni técnica Alejandro Fermín la tarde de su confirmación. El toro de la ceremonia había entrado hasta tres veces al caballo, por salir inédito del castigo de la primera -cosa que sí le permitió el usía a Perera en el siguiente-, queriéndolo hacer bien y cogiendo el capote del banderillero con buen aire. Alejandro lo vio y, tras el inicio genuflexo para sacarlo hasta la segunda raya, lo empezó a trastear en línea, abriendo en clara demasía con el pico de la muleta al del Parralejo. Que ofrecía su clase finita y su nobleza en bandeja para un torero avispado que la entendiera. Pero el extremeño, además de las carencias y creo que sin querer, lo asfixió. Por el izquierdo el animal se quedaba más corto y Alejandro, por muy largo que quisiera llevar el trazo en redondo, desdibujaba el trasteo haciéndolo anodino por ortopédico. El toro se terminó parando, pero al arriba firmante le hubiera gustado verle 2 metros más allá de los terrenos de donde nunca lo sacó. Pinchazo y primer bajonazo de la tarde. El trasteo al soso y muy pesado sexto (628 kg) no dijo nada. Eso sí, de nuevo, la espada a los blandos.

Miguel Ángel Perera ha abierto su San Isidro con la muleta. Digo con la muleta porque su intento de quite con el capote al segundo acabó frustrado, así como la colocación de la suerte suprema en ambos toros, rozando niveles de carnicería. Perera, al que le deben excitar escuchar avisos sin haberse ido a por la espada, encontró muy tarde la llave de ese, su primer toro -ese segundo, serio por delante pero sin remate, como apareció el paletón cuarto-, vaciando tres muletazos buenos por debajo de la pala en las postrimerias de esa tediosa faena que, hasta ese momento, la copaban los enganchones. Al 4º también tardó en despejarle la equis, destacando otros tres naturales a pies juntos en el epílogo final de otra larga faena donde lo hecho previamente se vistió de silencio de aburrimiento. Metisaca y bajonazo. ¡Olé, los carniceros buenos!

Un puyazo en la paletilla izquierda dejaba inválido al tercero, primero del lote de Paco Ureña, con el que nada pudo decir. El lorquino afrontaba el primero de los tres paseillos de este San Isidro, sin poder desquitarse del mal sabor de boca de ese tercero con el quinto, al que tampoco le pudo dar fiesta ante su notable falta de raza, pese a la inmaculada colocación del torero. Al entrar a matar, de nuevo, sin billetes en la carnicería. Vaya tardecita.

Ficha del festejo:

Monumental de Las Ventas. 5ª de la Feria de San Isidro. Lleno. Se lidiaron 6 toros de El Parralejo, desiguales de presentación y sin remate 2º y 4º.; descastados, sin raza.

Miguel Ángel Perera, de verde hoja y oro. (Leves palmas tras aviso y silencio tras aviso)

Paco Ureña, de canela y oro (silencio en ambos)

Alejandro Fermín, de lila y oro (silencio tras aviso en ambos)

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