Por el piton derecho
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'Diego Bastos nos permite respirar'
Foto: Maestranza P.
Novillada de temporada en sevilla

'Diego Bastos nos permite respirar'

Ignacio Muruve | Sevilla

El calor como compañero. Lo insoportable de unos treinta y ocho grados en tarde propia de un tórrido agosto y encima y para colmo, un naufragio ganadero de un maestro consumado como Talavante, que trae a Sevilla una novillada de desechos así como de nulas opciones. Y pese a ello, todavía vimos detalles gracias a este maravilloso escalafón que estamos disfrutando.

Declarados los encontronazos en este festejo de relumbrón novilleril, Diego Bastos abrió la función en chiqueros, allí con la solana brillando sobre el azabache de su vestido. Dejó un voluntarioso saludo a la verónica mientras el viento nos hacía saber que se había apuntado a esta tarde de toros sacramental. Cuajado el utrero aunque de pobre carita, el duelo de quites con Manuel Román no pasó de vistoso y todo quedó para el tramo final del primer capítulo, en el que la seriedad de Bastos no brilló por culpa de un brusco oponente al que le faltó salirse de los chismes. En el ejercicio, hubo muletazos buenos con eco de aficionado en el tendido. Saludó una ovación.

Para el cuarto, con el calor dejando respirar al fin, Diego Bastos se encontró con un manso de claras opciones para triunfar… y lo aprovechó hasta que dijo basta el animalito. De bastas hechuras y con una lavadísima cara, el coloradito se movió incansablemente por el ruedo en una lidia de máximo desorden. Salió de najas en dos ocasiones hasta que se le pudo recetar el castigo y apretó en banderillas como buena muestra de sus falsas intenciones. El planteamiento de Bastos, tan claro como sincero, era la distancia. Dejarlo venir como un tren y correr la mano sin mediación alguna. Surgió efecto en tres tandas de vibrante contenido, de limpios derechazos y poderosa factura, en las que el novillo ya cantó que iba a claudicar. A la que cogió la mano izquierda el animal se dolió y cambió hacia la aspereza, huyendo a tablas sin ganas de embestir más. El bajonazo, al igual que el pasado domingo, no fue impedimento para el trofeo.

Inexplicable, incomprensible e intolerable que el segundo saltara al ruedo de la plaza de toros de Sevilla. Un novillo bizco, totalmente bizco, en una plaza de primera. Y es que hablándolo con un torero de plata de la primera línea de los años dos mil, me hacía referencia a algo en desuso y que era una prueba de verdad y transparencia: “Desecho de tienta y defectuoso”. Talavante se quitó del campo a este jabonero de impresentable fachada que fue levemente protestado. Pasando a lo importante, también le zurraron lo suyo a este musculado utrero en el caballo, y fruto de ello, se paró en seco en el tramo final del tercio de banderillas. Hizo amago de echarse incluso. Tres detalles de Manuel Román y a saludar una ovación.

Para el quinto, vuelvo a establecer diferencias como hice en el tercero. Una cosa es ponerse bonito con actitud y otra sin tenerla. Las nulas opciones del novillo eran innegables, pero hay que poner algo más en el asador. Que el público tenga claro que lo intentas. Silencio.

Puede que tras la primera serie supiéramos todos que la faena de Zulueta al tercero no iba a pasar de lo que acabó siendo, que es una ovación. Lo que ocurre es que hay una clara diferencia entre aprovecharle las inercias al manso y aprovechárselas toreando como los ángeles. Rajado desde que pasó por primera vez por la pañosa de Javier, el sevillano perseveró hasta que la mansedumbre claudicó en parte y allá por los bajos del once. Dejándosela puesta en los viajes hacia los terrenos del animal, logró muletazos de una enjundia y una pureza maravillosa, logrando la atención total de un público al que no afectó el largo metraje de la faena. Lo mejor, la seguridad que transmite la nueva perla del toreo sevillano. Tercera ovación de la tarde hasta el momento, esta con un aviso.

Voluntarioso con el sexto, un borrego sin un ápice de casta ni movilidad ni nada que se le parezca, se marcha de Sevilla Javier Zulueta con la estadística a cero pero con la tremenda sensación de que hay torero si sigue esa evolución.

Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. 19ª de abono. Más de media plaza. Novillos de Talavante: Mal presentados y de nulas opciones salvo el manso 3°, que tuvo clase y chispa hasta que se acabó.

Diego Bastos: Ovación con saludos y oreja.

Manuel Román: Ovación con saludos y silencio.

Javier Zulueta: Ovación con saludos tras aviso y palmas de despedida.

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