Estas líneas son escritas con todo el respeto a ti, querido Isaac, pero también son las de un aficionado al que este lunes le dejaste a deber mucho. Espero que lo vivido y lo que hiciste en el ruedo sea una gran lección y un aprendizaje, porque si no es así, el panorama será muy gris. La crítica hay que fundamentarla, en primer lugar tú y tu gente se equivocaron terriblemente al hacer el "show del bus". 

No era el momento, no era la ocasión, era tu confirmación en la Catedral del Toreo, esa por la que has dejado todo. Tendrías que haber estado concentrado al mil por ciento, tendrías que haber estado orando, suplicando al altísimo el soñado triunfo. Encima ibas camino a la plaza en un directo, pensando en qué contestar. No eres una estrella de cine, ni de la música, ¡eres un torero, carajo! Y esa desconcentración se vio reflejada en el ruedo. Recuerda, Isaac, el triunfo va del ruedo al tendido. No supiste aprovechar el gran ambiente, el run run que lograste de novillero. Y mira que hoy toda la plaza estuvo contigo, tu ángel y tu carisma no bastan. A Madrid se va con tu actitud, pero sin formas y buen toreo, en ese albero nadie camina. 

Al bajar del bus, entraste como un triunfador sin aún serlo a la plaza, con el pequeño detalle que era mejor salir como triunfador y a hombros. Ya en el ruedo, el toro de la confirmación de nombre Optimista, un remiendo de José Vázquez, mansurrón que aunque fue al caballo lo hacía defendiéndose pero nunca atacando. El toreo de Isaac el matador, no llegó. Era el mismo toreo del novillero michoacano. Dió un par de buenos muletazos cuando dejó la muleta en el hocico. Los mansos también tienen su lidia, pero Isaac no lo entendió así.

¿Que está poco toreado? Sí. ¿Que se entregó? Sí. Pero eso no basta en Madrid. El aficionado que va una tarde sí y la otra también a Madrid, esta faena ya la estaría pitando, y se tuvo muchísima paciencia con la largura de la misma hasta que llegó el aviso. 

Con el sexto de El Parralejo, de nombre Hostelero, se fue muy pronto la ilusión de muchos mexicanos (incluido su servidor) de ver triunfar a Isaac. La debilidad, prácticamente invalidez, se vió desde el capote. Con la muleta el inicio fue otro grave error del matador, de rodillas en el centro del ruedo, cambiándose al toro por la espalda, como si hubiera visto él y su gente un toro boyante. ¿Qué pasó? Lo que tenía que pasar: el toro en los suelos, mermando más su nula fuerza. Pues, lo vuelve a intentar...qué necesidad, ¡que necedad carajo! Las ganas te pueden cegar, pero la mente debe mandar, debe imponerse la razón. Ya de pie, tiró del toro bajando mucho la muleta. El toro trataba de acometer pero al segundo muletazo ya no podía más, al tercero perdía las manos. Esto sucedía por ambos pitones. Dejó algunos naturales buenos, pero después tenía que perderle algunos pasos para que el toro repusiera. Se colocaba y eso ayudó mucho a que no fuera pitado. Pero nunca entendió la altura y así lograr algunos pases o alguna tanda completa —completa y ligada, no hubo—. Porfió sin éxito alguno.

Deberá aprender que a media altura también se torea y es más, mucho más difícil de lo que se piensa. Nuevamente sonó el aviso, otro error, pasarse de faena, y eso se refleja a la hora de no poder matar a los toros.  Ahora, después de todo lo dicho, sigue siendo una de mis apuestas. Esa raza y ese valor seguro estoy lo sacarán adelante, pero tiene que meterse en la cabeza que ya no es novillero, ahora es un matador de toros y como tal se le debe de juzgar.

Debe concentrarse en buscar a alguien que verdaderamente lo enseña a torear porque no lo tiene, no les alcanza a quiénes hoy lo acompañan, hoy quedó claro, y miren que los aprecio mucho. El hambre y la humildad, y ese ángel que tiene y que conecta hasta con el más duro de los aficionados nunca lo va a perder, ahora a torear, que de eso se trata esto. 

El bus pasó por Las Ventas, pero nunca llegó. Así Isaac, pasó, pero nunca llegó. Al final, hay que darle vuelta a la página, a seguir preparándose, técnica y mentalmente porque hay mucho Isaac para rato.