Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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'Esaú puntúa entre la dificultad'
Foto: MP
Feria de Abril

'Esaú puntúa entre la dificultad'

Ignacio Muruve | Sevilla

La tarde del cierre, revestida como siempre en ese aire que es mezcolanza de pesadez y nostalgia, tenia unos tintes épicos marcados por un superhéroe nacido en Gerena y encumbrado por estos lares. En los casos en los que desee hombría, vaya a buscarla siempre de manos de un torero llamado Manuel Escribano, que las sirve siempre en dosis enormes. Octavio Mulet revisó su anatomía para ratificar su estado de disponibilidad y dejar que Sevilla le pegara una ovación por todo lo que ha hecho sentir alrededor de su figura. Como algo a destacar siempre, la capacidad, casi única entre todos los toreros del escalafón, de torear con costillas fisuradas y una cornada de una semana. Por cierto, hablamos de una corrida de Miura.

Se fue El Fandi a recibir al primero a la puerta de los miedos. Torazo cuajado y de amplísima encornadura así como longitud de pitón, cazó moscas con el izquierdo, todo un garfio asturiano del que se zafó el granadino en alguna que otra ocasión. Invitó a Manuel a banderillear así como lo haría el sevillano con él en el segundo. Solvente El Fandi ante la imposibilidad de un pavo que se revolvía pese a dar cierta esperanza en los primeros tercios. Saludó una ovación.

El cuarto, más recortadito de cara aunque de mismo cuajo, también lo recibió El Fandi de rodillas y en la puerta de chiqueros, aunque tuvo que abortar misión irremediablemente tras ver cómo se le quedaba a un metro parado delante de su posición. Volvió a invitar a Escribano a banderillear y así calentar el ambiente antes de un ejercicio de querer y resolución. El Fandi quedó a merced del toro en varias ocasiones, sobre todo en las vueltas de ciertos muletazos. Cuando le cogió el aire por el izquierdo, cambió de mano de forma inesperada. El público recompensó al torero con una sorprendente petición que no aceptó el presidente. La vuelta al ruedo la dio entre reconocimientos.

Misma receta utilizó Escribano para iniciar su primer capítulo, segundo de la tarde de hoy. El castaño, de nombre “Papelero”, traía una movilidad noble en un trote esperanzador, aunque ese derrote al final de cada muletazo lastró por momentos una faena medida y exacta del diestro. Hubo muletazos largos cuando el Miura se lo permitió, todo bajo la predominancia de la firmeza. Supo Escribano que se esfumaba un trofeo cuando marró con los aceros en una media de tardío efecto. Ovación con saludos en el tercio y ovación al toro en el arrastre.

Con el quinto, imposible a todas luces, tiró de espada rápido con mucha lógica.

El tercero, de más fina hechura y cuello enorme, se dolió durante la lidia de los remos delanteros. Por este hecho así como por su fiero comportamiento, se revolvió en cada palmo de terreno de los que Esaú Fernández hizo uso. La lidia de Antonio Chacón, primorosa y excepcional. La desconfianza del camero se fue esfumando tras alguna duda y muchos aprietos en banderillas en los que el toro acortó viajes. Le robó pases de indudable mérito al animal, que nunca se salía de la jurisdicción el torero así como de la muleta. La espada cayó muy tendida y aún con esas, valió para el trofeo.

Con el sexto, desconfiado y sin firmeza, lo intentó Esaú tras regalarnos la quinta portagayola de una tarde en la que costó mucho torear bien. Se justificó con la voluntad.

Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. 15ª y última de abono. Lleno. Toros de Miura: Bien presentados aunque desiguales. De escasas posibilidades en conjunto.

El Fandi: Ovación con saludos y vuelta al ruedo tras petición.

Manuel Escribano: Ovación con saludos en su lote.

Esaú Fernández: Oreja y silencio.

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