Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Volver
'Juan de Castilla, del toreo y de su verdad'
Foto: Plaza 1
Crónica 16ª de san isidro

'Juan de Castilla, del toreo y de su verdad'

Darío Juárez

La tarde de hoy llevaba marcada en rojo en el calendario desde el día que se anunciaron los carteles, allá por el mes de febrero: Dolores Aguirre y Madrid volvían a encontrarse, calcando el cartel que se las verá en la francesa Vic. Un encuentro de decepción que se fue argumentando y aplomando con el transcurrir de la tarde, desembocando en una moruchada mirona sin paliativos del hierro de la N cercada y coronada, y que empezó cuando saltó al ruedo el indigno 2º. Que acabaría inválido tras salir del peto, perdiendo las manos en repetidas ocasiones delante de un Damián queriendo componer su figura erguida ante ese animalito al que no se le iba a tener en cuenta desde arriba.

Se quedó a medias Castaño con el melocotón 5º. Esa pintura de animal, embustero en el caballo, con el que el salmantino no dudó en armar rápidamente su muleta y ponerse a torear. El izquierdo no pregonaba la claridad del pitón derecho, buscando la inercia hacia dentro con la cara colocadísima en el engaño. Y Damián lo vio y se lo dio, pero faltó algo. Después lo pinchó.

Juan de Castilla, de Colombia, del toreo y su verdad. No cabía en el cartel tanta letra, pero bien se lo podrían poner en letra pequeña. Para que lo entienda el que entiende, el que ha visto hoy -otra vez- a un torero macho jugarse la vida frente a un marrajo enrabietado y violento por su falta de casta, además de mal presentado. El de Dolores se le vino a la hombrera en el primer envite, tirándolo al suelo donde le metió el pitón 15 centímetros por la espalda y otra que le abrió la taleguilla desgarrándole el pene. En ese momento, literalmente o no, a Juan le arrastraban los huevos por la arena de Madrid, sin saber que el resto de los mortales seríamos testigos de la entrega de la vida por la vida; un toma y daca que quiso librar el matador de Medellín frente a una bestia mansa de Dolores.

Unos bermudas ocultaban el desastre genital pero no el rastro de esos bemoles con los que Juan citaba en paralelo a su muleta y la pierna adelantada, queriendo vaciarlo todo por debajo de la pala del pitón. La plaza ardía de emoción y de miedo a la vez, sabiendo que ahora tenía que entrar a matar. ¡Y cómo se tiró ese hombre! Sobre el morrillo, como si fuera lo último que hiciera en la vida. Esa que hoy no le hubiera importado perder. Vuelta al ruedo con honores. Salió de la enfermería con las costuras en carnes vivas para hacerse cargo de la mole mansa sexta, parado desde que salió del peto de otro varilarguero meritorio de sanción, fue imposible.

Una ovación de menos a más fue creciendo al término del paseíllo haciéndose copiosa, hasta que Robleño en solitario la recogía desde la primera raya, tras declinar a hacerlo sus compañeros que también le ovacionaron. El torero de San Fernando de Henares se despide este año de los ruedos y Madrid, su plaza, se lo reconoció ya en su primera tarde. En la que estuvo muy por debajo de lo que se espera de un matador y un lidiador de su talla. Dudando frente a un zancudísimo 1º que le llegaba por el hombro, de buen pitón izquierdo por el que solo llegó una tanda, y al que cerró en las rayas acto seguido no se sabe bien por qué. La espada terminó en los blandos tras dos pinchazos.

Labor sombría frente a ese 4º de un Robleño sin moneda que tirar al aire porque, según él, no había nada que apostarle al manso en la querencia. De otro, bueno, ¿pero de Robleño?

Ficha del festejo:

Monumental de Las Ventas. 16ª de la Feria de San Isidro. Más de 3/4 de entrada. Se lidiaron 6 toros de Dolores Aguirre, desiguales y en general mal presentados; mansos, mirones, huidizos.

Fernando Robleño, de vainilla y oro: silencio y pitos.

Damián Castaño, de azul soraya y oro: silencio y ovación con saludos.

Juan de Castilla, de sangre de toro y oro: vuelta al ruedo y silencio.

Comparte y comenta esta noticia: