Es probable que acertase Borja Jiménez en llegar a San Isidro de los últimos, viendo el sometimiento a la vulgaridad reinante al que han ido condenando la mayor parte de los coletas y, sobre todo las denominadas figuras a la plaza de Madrid, en su paso o su paseo por la feria. Tan sólo una Puerta Grande, de risa además como fue la de Talavante. ¡Ya no sale a hombros ni Ventura! Y no será porque no han salido toros para ronear, brindar y no poder dormir mirando la foto con la noche cayendo en la calle Alcalá y la Monumental al fondo.
La vigesimocuarta del abono estaba con el foco del aficionado puesto sobre los Borjas, Domecq y Jiménez. Ganadero y torero aguardando para llegar a Madrid a intentar dictar sentencia en las postrimerías de una feria anémica de un triunfo redondo. No dejaron de intentarlo ambos. Domecq, por echar hasta tres toros de orejas, siendo el 3º exquisito para el triunfo y Jiménez, por demostrar la voracidad con la que se quiere comer a los toros. Aunque eso le acabe jugando malas pasadas. Lo de la espada de este torero, para estudiarlo de una vez con seriedad.
A los blandos teledirigió la espada en ambos toros. Al manso y jabonero 6º, al que todavía le consintió bastante aún sin completar nada con media Puerta Grande abierta, al que terminó matando de un sartenazo infame. Pero es que al 3º, también. Borja es un pedazo de torero, indiscutible, pero así no se puede abrochar una faena como a la de ese toro de Jandilla, que le tenía preparada esa foto del caer de la noche saliendo a hombros en la mesilla del Wellington. Pero Borja no lo mató por arriba, como se han de matar a los toros bravos. Porque Vid lo fue. Un animal de hechuras cómodas para esta plaza, bajo pero cuajado de carnes que cumplió con seriedad en el peto y llegó a la muleta pidiendo poetas.
Sonaba a cante grande lo que pudo ser y no fue, después de aquel prólogo de Borja por bajo llevando y toreando a un tiempo al castaño; por aquí, por allá, viniéndose, estando y saliendo de aquellos muletazos con tres cuartos de muleta a rastras, gobernado desde el primero por el trincherazo completamente de rodillas. El de Espartinas pulseaba al jandilla mostrando su excelso viaje, siempre a más, pero faltando reunión por el derecho. Algo que desestimó cuando se la echó a la zocata y firmó una tanda soberbia de naturales encajadísimos, de las dos que le dio. Toro y torero se entendían y Borja volvió al derecho antes de irse a por la espada y cerrar por alto. El derrame producido por el acero hizo que todo quedase en una oreja, ya que le habían sacado a hombros a los que les dio igual dónde viajó la tizona. La señora ovación de fin de fiesta sería para Vid, arrastrado al desolladero entre un sincero reconocimiento.
Entre la historia de los Borjas se coló otro briconsejo de jardinería de Matilla. Nadie duda que de entre todos los toreros que llevan, Castella y Manzanares son para la casa Matilla las dos rosas más preciadas de su jardín. A las que han de regar anualmente firmándolas dos o tres tardes por feria en el mes de noviembre y que éstas le devuelvan con lereles lo regado, evidentemente, aunque lleven años sin dar una tarde memorable como supuestas figuras que son.
Estos expertos de la jardinería taurina volvieron a colarnos dos toreros fuera de sitio, incapaces, "con lo que ha sío una..."Qué decir de Castella el sastre. Si al manejable pero descastado 1º le cortó un traje a medida, con una vulgaridad pasmosa que se hacía más pesada en el transcurrir de una faena que parecía no tener fin, la del buen 4º no se quedó atrás.
Pero en esta se vio la mejor versión del francés, desde el inicio fulgurante por estatuarios impertérritos, aunque no en su totalidad. Pues se reunió y logró torear en redondo en un palmo en los medios, a un toro obediente y con tranquito pero de embestida corta. Sin embargo, de mitad de faena en adelante lo asfixió y Sebastián optó por la vía de los fuegos de artificio. Media estocada.
Matilla seguía regando el jardín y se topó con su otra flor, abonada de sustrato, de contratos y, sobre todo, de relatos. El mantra del empaque ya no cuela, ya es muy viejo, pero a Manzanares, al que no le pido una tarde memorable pues me conformo con que dé un muletazo, le vale para seguir paseando un apellido que no es apellido, mintiendo al que paga sin esfuerzos ni toreo, ni un muletazo que apuntar desde Dalia, hace 9 años. Da lástima verle por el ruedo, pese a inefabilidad de su espada. Desaprovechando la potabilidad del 2º y haciendo cucamonas con el inválido y descastado 5º bis.