Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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¿Quiénes son los culpables?
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¿Quiénes son los culpables?
Crónica Plaza México. 4ª Temporada Grande

¿Quiénes son los culpables?

Francisco Jara

No se trata de echar culpas, pero ¿quiénes son los culpables de lo que vemos en La México? Cada uno es tan culpable como el otro. La empresa, que como dijo El Pana en aquella entrevista en España haciendo referencia a la que en aquel momento fungía como gestora, «En México hay una fiesta mediocre comandada por pendejos». También están los ganaderos (no todos) que buscan el toro para el torero, o el torero que en busca de la comodidad ya no transmite y su toreo es repetitivo y por ende no lleva aficionados al tendido. Pero también los aficionados son quizás culpables… Posiblemente los menos, pero también lo son. Que cada uno se ponga en la balanza.

La cuarta de temporada registró una pobre, muy pobre, entrada en La México. Más notoria aún ya que un día antes contabilizó un lleno hasta el reloj (como antaño), pero no para ver una corrida de toros, sino un partido de exhibición de tenis. Toros de De la Mora, todos con kilos de más, en ese mal que es increíble que los propios ganaderos no lo entiendan: los kilos no son trapío.

El primer espada, Juan Pablo Sánchez con Luz de luna, un cárdeno bragado con 570 kilos, bregó bien con el capote para enterar al toro y rematar con una vistosa media en los medios. Puyazo caído por parte de José Prado que también influyó para que el toro al final se apagara. Con la muleta Juan Pablo inició con doblones de buen corte. Le cambió el terreno al toro y eso fue clave, pues después del primer intento por el derecho descubrió la distancia exacta para, ligando, dar tres muletazos. Después vino una segunda tanda por el derecho muy templada donde sobresalió el pase de pecho. Probó por el pitón izquierdo, pero el toro salió con la cara arriba. Regresó por el derecho después de un molinete, el animal quiso pero no pudo por los kilos de más. Antes de preparar la suerte, dejó muletazos por bajo con aroma. Se tiró a matar dejando tres cuartos de espada, tendida y caída para que se le otorgara de manera muy benévola una oreja.

Con Barba Roja, un castaño con 563 kilos, lo mejor llegó con el capote por parte del hidrocálido, con mecidas verónicas y la media. En la muleta el toro demostró debilidad y mansedumbre por ambos lados, saliendo con la cara arriba y, por ende, solo quedaron medios muletazos. Insistió Sánchez tapando la salida para hacer que el toro repitiera pero sin resultados. Dejó un entera tendida para que el burel doblara. Sin embargo, el puntillero Pepe Luna le levantó al toro cuando increíblemente algunos pedían la oreja. A la distancia Juan Pablo encaraba al juez que atinadamente no otorgó la oreja y todo quedó en una vuelta al ruedo.

Diego Silveti, ante su primer enemigo, Platero, un toro con muchos kilos, 595, estuvo toda la faena por debajo de las condiciones del oponente. Voluntarioso sí, pero no más. Si buscamos algo bueno, un par de delantales y la revolera. En la muleta el toro sacó casta y exhibió a Silveti desde que se arrancó con violencia. Si bien la embestida no era humillada, lo fue más por la falta de una muleta poderosa que lo sometiera, que lo lidiara para después intentar el toreo y no viceversa que era lo que Diego hacía. Solo dos muletazos sueltos por el izquierdo y ya, porque por ese lado también había que poderle. Para terminar al son de la faena, dejó un infame bajonazo para escuchar pitos desde el tendido. Con su segundo, Istmeño, el viento molestó al abrirse de capa y después del tumbo al picador se fue Diego al centro del ruedo para echarse el capote a la espalda para ejecutar, en parte por el viento, gaoneras atropelladas. Buen tercio de banderillas por parte de Ángel González y Christian Sánchez. Inició el último tercio con muletazos por alto y al intentar por el derecho, el toro que además de andarín fue soso, no humilló y nos mostró un Diego desconfiado. Lo mismo sucedió al probar por el otro pitón. Al final, socorridas bernadinas en las que el toro lo empaló, afortunadamente sin consecuencias. Pinchazo sin soltar, un metisaca, una entera contraria y dos golpes de descabello para escuchar un aviso y retirarse en silencio.

Completó el cartel Ginés Marín, quién en su primero Siete Mares, un negro bragado, alto de agujas y con 561 kilos, estuvo bien con el capote: verónicas a pies juntos, chicuelinas y una media para volver a repetir por ajustadas chicuelinas después de un puyazo por parte de Agustín Navarro. El toro fue muy débil y Ginés intentó pero la faena terminó siendo en conjunto sin forma y sin fondo. Pinchazo sin soltar, entera trasera y tendida para saludar en el tercio. Cerró plaza Ojos míos, un negro bragado con 570 kilos, cornivuelto, tocado del derecho. Con él, Ginés tuvo la virtud de entender que había que ayudarlo, no forzarlo. Toreó de buena manera a la verónica. Con la muleta inició de rodillas, tres derechazos que fueron muy coreados. Este Ginés es muy distinto al que hemos visto triunfar en Madrid, y es que no se puede exigir con este tipo de embestidas y como al que paga hay que darle gusto, toreo sin esforzarse. Un pase de pecho mirando al tendido y mucho toreo efectista. Muletazos por aquí y por allá ante la embestida sin poder del De la Mora, que se terminó rajando y aburriendo. Pero de esto el menos culpable es Ginés. Mejor dicho, toreó de manera muy inteligente, pero al público. Pinchazo trasero que escupió el toro para posteriormente dejar una entera en buen sitio. El puntillero levantó al animal para escuchar un aviso y así ver cómo se esfumaba una oreja. Todo quedó en una vuelta al ruedo.

 

  • Ciudad de México. Plaza México. 4ª de la Temporada Grande. Con una pobre entrada en los tendidos, no más de 6.000 personas, se lidiaron seis toros de De la Mora, bien presentados, pero con kilos de más. Bueno el 1º, encastado el 2º, malos 3º, 4º y 5º y noble el 6º.
  • Juan Pablo Sánchez (teja y oro): oreja y vuelta al ruedo.
  • Diego Silveti (burdeos y oro): pitos y silencio.
  • Ginés Marín (rosa y oro): al tercio y vuelta al ruedo.

 

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