Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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'Tormenta toledana entre adolfos de blandiblú'
Foto: Plaza 1
24a de San Isidro

'Tormenta toledana entre adolfos de blandiblú'

Darío Juárez | Madrid

Un brochazo de calima africana teñía el cielo de Madrid desde la media tarde de este jueves, antes de tornarse en el cárdeno vaticinio del chaparrón que venía de Toledo. La sangre Albaserrada volvía a hacerse presente por tercera tarde consecutiva sobre el ruedo de Las Ventas, con un encierro de Adolfo Martín bajo -a excepción del 6º-, bastante serio por delante, excesivamente blando y muy descastado, en el que tan sólo Escribano pudo defender con innegociable entrega su ausencia de contratos -sobre todo en las plazas de Nautalia- paseando una vuelta al ruedo tras pasaportar al 5º, sin que el palco no atendiera la petición de oreja.

No quiso el Altísimo, la suerte o quien salve a los toreros de un destino funesto que el pitón derecho del segundo adolfo subiera un peldaño más arriba del corbatín a rebanarle el gaznate a Manuel Escribano, que había ido a esperarlo a la puerta de chiqueros de rodillas como acostumbra. El toro ya se le quedó muy corto en el viaje de la larga cambiada, llegando al trámite de la muleta sin decir absolutamente nada, siempre con la cara tirando guiñitos al flamear de las banderas.

A Ferrera le había caído la tormenta toledana mientras le hacía cositas de autor por el izquierdo al inválido 4º al que Ángel Otero puso el par de la feria y, de nuevo, turno para el de Gerena. Que volvía a encarrilar, capote en mano, el viaje calmado hasta la puerta de toriles entre gritos de "¡torero, torero!" del Madrid triunfalista de hoy. Pero no seré yo quien desautorice a un torerazo, pues no se le puede llamar de otra manera a quien se juega la vida, literalmente, casi cada tarde por el amor al toro y a la profesión. Por todo esto y por conseguir otro contrato en esta plaza, cuya empresa le sigue maltratando quitándole su sitio en el circuito de las llamadas "duras", en plazas como Valencia o Madrid.

Aviador era un tío, un torazo con una seriedad acojonante, paletón, muy veleto, tornado a playero y con dos puntas como dos facas, con el que Escribano se libró y labró una faena de mucha entrega, jugándosela para robarle tandas de muletazos por el derecho cuando el adolfo se lo permitía, cuando no le manchaba el viaje punteando la muleta y cuando no se quedaba corto, teniéndoselos que ganar de uno en uno buscando el pitón contrario. Por el izquierdo se puso, pero el desagradecimiento del toro tirándole un derrote seco en el primer embroque le hizo cambiar de mano. Manuel se cuadró, hizo la cruz y enterraba la tizona trasera y desprendida. Petición de oreja que el palco no atendió y vuelta al ruedo con mayores honores que alguno de los despojos facilones de esta feria.

Abrió la tarde el inválido acodado de Adolfo con el que Antonio Ferrera inauguraba su feria, perdiendo las manos en reiteradas ocasiones, sufiendo un día más la infamia en la suerte de varas con un puyazo contrario y otro muy trasero.

Seguía la recua de inválidos con ese tercero afligido y moribundo con el que José Garrido se quedaba inédito también en su primera y última comparecencia de este San Isidro, regresando a Madrid tras caer herido por un adolfo precisamente el pasado año en este mismo ruedo. Sí tuvieron buen aire los pasajes estimables que firmó con ese 6º de hechuras lejanas al hierro del abuelo Venancio, abriéndose con gusto templado a la verónica y dibujando algún muletazo torero que a mí, particularmente, sin saciarme me gustó.

Decía don Fernando Cuadri, cuando se apartó de la dirección de su vacada, que no se arrepiente de que las figuras no hayan matado sus toros, "porque ven la cuesta abajo de la ganadería antes que el ganadero". Apunte, Adolfo.

Ficha del festejo:

Monumental de Las Ventas. 24ª de la Feria de San Isidro. Casi lleno. Se lidiaron 6 toros de Adolfo Martín, correctos de presentación y muy fuertes por delante; inválidos y descastados. Noblote fue el 6º.

Antonio Ferrera, de blanco y oro (silencio y ovación con saludos tras aviso)

Manuel Escribano, de obispo y oro (ovación con saludos y vuelta al ruedo tras petición)

José Garrido, de verde aguamarina y azabache (silencio y ovación con saludos)

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