Lleva un par de temporadas llamando a las puertas de las grandes ferias, pero sin duda, el fenómeno de Damián Castaño ha arrasado este año por la mayoría de las plazas que ha pisado. Y no, no es casualidad. Y es que el salmantino, desde hace unos años, está viviendo uno de los mejores momentos artísticos de su carrera.
Con once años de alternativa a sus espaldas y muchos otros tantos en un segundo plano, el menor de los Castaño ha tenido paciencia y con mucho esfuerzo y trabajo por detrás ha conseguido que su nombre esté en boca de todos los aficionados. La evolución de un torero mucho más templado, puro y serio ha alcanzado unas cotas tan altas que, ahora mismo, todo aquel que se sienta en el tendido sabe que con este torero algo va a pasar.
Cenicientos, Bilbao (en dos ocasiones), la feria de 3 Puyazos, Céret o Madrid son algunas de las plazas que ya han descubierto de lo que es capaz el diestro charro y en las que ha demostrado que tan solo hace falta una oportunidad para comprobar el toreo de calidad que nace de sus entrañas. Su imperfecta naturalidad y personalidad llena de pureza hace que todo alcance una importante dimensión en la que la emoción se traspasa al tendido.
Es castellano y quizás por eso a veces no se le canten tanto los triunfos, pero el salmantino nacido en León es ahora mismo uno de los toreros que más merecen oportunidades. El punto a mejorar, la espada. Es Damián Castaño y ha venido a tirar abajo las puertas de las grandes ferias si le dan el sitio que se ha ganado en el ruedo.