La villa chacinera vivió el segundo festejo de su abono con una gran corrida de toros protagonizada por la ganadería de José Enrique Fraile de Valdefresno. Serio, imponente y con trapío fue el completo conjunto del hierro charro que propició el triunfo de Damián Castaño e Ismael Martín con dos orejas cada uno en su esportón. Una tarde en la que demostraron muchas ganas y ambición en la que les acompañó Javier Castaño en una digna despedida del ruedo de Guijuelo premio a toda una trayectoria de mucho mérito.
Una cerrada y cariñosa ovación de despedida para recibir a Javier Castaño puso los pelos de punta a todo aquel presente en Guijuelo. De imponente presencia y trapío, salvo por unos pitones de dudosa sospecha, saltó al ruedo el primero de la tarde de nombre «Pitufo - 25» que recibió otra ovación del respetable. Hondo y tan alto como las tablas, lo recibió sin mucho lucimiento el veterano diestro por su deslucida embestida. Empujó y se empleó en el peto de picar de Pepe Benítez, pero pronto se mostró con una condición inválida teniendo que empezar Javier su trasteo por alto intentando mantenerlo y meterlo en los trastos. Brindó a su madre y con un Damián siempre pendiente, lo intentó el mayor de los hermanos basándose en su oficio y experiencia por ambos pitones, pero la tarea de sostener la embestida de un burel rajado y a la defensiva fue compleja. Se atascó con los aceros.
Llamó la atención del respetable el ensabanado carbonero que hizo de cuarto con el que no pudo estirarse el diestro salmantino. Tras brindar a su hermano Sergio (mozo de espadas suyo tantas temporadas), comenzó su faena a «Langosto - 9» agarrado de las tablas bajo el tendido de sombra. Caminando hacia los medios en pasajes por alto lo llevó hasta el centro del ruedo con pureza y temple. Estructuró un trasteo muleteril de notable, como hacía tiempo que no se le veía, relajado, asentado y con mucha firmeza, logrando meter en las telas al de José Enrique al natural. Fue por ese pitón por donde comenzó el entendimiento llevándolo en muletazos con profundidad y rotundidad consiguiendo la convicción del público. Se descalzó y con mayor arrebato logró con la diestra momentos de interés y empaque cuajando una muy digna imagen en su despedida. El estoque fue una auténtica odisea que empañó todo lo construido con antelación e hizo que el público se desentendiera de lo sucedido. Un final agridulce para despedirse de la afición chacinera que volvió a rendirle una sentida ovación por el esfuerzo y por todo lo que ha sido en el mundo del toro. Gracias, Javier.
Ante el público de la localidad del jamón que abarrotaba tres cuartos de los tendidos saludó Damián Castaño con cadencia y personalidad a «Cigarro - 16» con una larga cambiada y sendas verónicas. Más bajo que su hermano anterior, pero con mayor movilidad y codicia, le permitió al pequeño de los Castaño cuajar una faena sincera y rotunda que le otorgó el doble trofeo. Debajo de la presidencia comenzó su labor tras brindar de manera sentida en los mismos medios a Javier, su hermano e ídolo de siempre. Cuánto más le exigió, más se vino arriba el burel charro al que le elaboró un trasteo basado en su totalidad en la mano derecha, pues por el pitón izquierdo pronto le avisó de que el recorrido era mínimo. Fue con la diestra por donde llegaron las tandas de mayor calado, ligando con profundidad y mano muy baja, imponiendo su poder y mando en muletazos de trazo largo, firme y asentado. Se entregó en plenitud con verdad y quizás, con mayor corazón que cabeza, aprovechando la gran condición del Lisardo - Atanasio al que mató de una estocada contraria.
Nuevamente se arrancó a aplaudir el público salmantino a la salida de «Cantinillo - 12», otro astado con seriedad y presencia con el que no pudo lucirse con la capa Damián. Tras un buen puyazo de Adrián Majada en el que empujó y se empleó el astado, brindó también a su madre. Los genuflexos iniciales buscando imponer su mando y poder fueron todo un acierto en una faena de altibajos en la que costó encontrar el entendimiento de ambas partes. La nobleza y fijeza del toro permitieron al charro elaborar una faena voluntariosa en la que se acomodó de más y costó cogerle el punto a la embestida. Media estocada delantera fue el preludio a sendos golpes de verduguillo.
La presentación como matador de toros del joven Ismael Martín se produjo con «Campanero - 1», un exigente e interesante toro que le permitió mostrarse ya con soltura y facilidad por verónicas. El galleo por chicuelinas al caballo y el posterior tercio de banderillas con la plaza como un clamor demostró que el de Cantalpino no vino a pasar el rato a la localidad chacinera. Tras brindar a Javier, comenzó por genuflexos y pases relajados caminando hacia los medios con pureza y temple. Aprovechó la movilidad del burel para ligarle unas primeras tandas por derecho con mayor profundidad y ajuste que consiguieron conectar al respetable. Pronto se sintió podido y comenzó a salir desentendido el de José Enrique, con la cara demasiado alta que deslucía cada muletazo. No se vino abajo Ismael cogiendo la mano izquierda y dibujando algún natural suelto de buena composición con firmeza y madurez. La espada se llevó un posible trofeo.
«Pretencioso - 10» fue el astado que cerró un interesante y variado festejo. Con una imponente cara recibió los aplausos nada más salir por toriles el de Tabera de Abajo siendo recibido por el de Cantalpino con solvencia sin probaturas con el capote. Con mucha voluntad y entrega se mostró de nuevo en banderillas logrando poner la plaza como una olla en ebullición, con los tendidos en pie a grito de “torero”. Esperó a pies juntos y con la montera en la punta de los pies en los mismos medios a su oponente para comenzar la faena con un pasaje por la espalda que no le vino nada bien al toro. Tuvo nobleza, pero la falta de fuerzas y casta hizo que Ismael tuviera que hacer más una labor de mimar y cuidar al burel que de exigirle. Se metió entre pitones en un intento de no aburrirse con la faena sin mucha historia al quedarse pronto sin materia prima. Logró remontar en los terrenos del toro y tras pinchar, enterró un estoque certero que le otorgó dos cariñosas orejas.
Ficha del festejo:
Plaza de toros de Guijuelo (Salamanca). 2ª de abono. Tres cuartos de plaza. Se lidiaron seis toros de José Enrique Fraile de Valdefresno; de gran presencia, cuajados y con trapío. De juego variado, pero de gran comportamiento en general con prontitud, fijeza y movilidad.
Javier Castaño (de caldero y oro): Ovación y ovación tras aviso.
Damián Castaño (de pizarra y plata): Dos orejas y silencio.
Ismael Martín (de verde hoja y oro): Ovación y dos orejas.