Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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'Un gran 'Marinero' sobresale de entre una encastada corrida de Ana Romero'
Natural de El Cid al 4º de Ana Romero:// ZT
Feria de San Jorge de Zaragoza

'Un gran 'Marinero' sobresale de entre una encastada corrida de Ana Romero'

Álvaro Gómez | Zaragoza

Para cuando el cuarto pisó el ruedo de La Misericordia entre una fuerte ovación, la ganadería gaditana ya había dejado dos toros de nota alta. Con éste iba, como los buenos estudiantes, a por la matrícula de honor. Marinero, herrado con el número 50, nacido en septiembre de 2019 y cárdeno oscuro de pelo era guapo a rabiar. Musculado, sin un kilo de más ni de menos, con morrillo y culata, cortas las manos, fino por donde se le mirase, ya apuntó querer hacer todo por abajo rematando en los burladeros y en el capote de El Cid. Tras un primer puyazo durísimo, el toro hizo sonar el estribo en su segunda entrada al caballo y pareció blandear. Las escasas palmas de tango espolearon al animal que fue un derroche de bravura y clase en la muleta del de Salteras. Lástima que la entrega del de Ana Romero embistiendo no tuviera justa réplica en su matador. Y es que El Cid se conformó con cortarle una oreja a un toro que era de dos: llevándole para afuera unas veces, sacándole la muleta por encima de la pala del pitón casi todas , nunca llevó por abajo al toro al que cuanto más obligaban más largo y con más motor embestía. Hasta por el pitón derecho, que era el menos claro de los dos, acabó el toro regalando buenas embestidas, si bien no con la excelencia del izquierdo. La media estocada en buen sitio y la muerte de toro bravo de Marinero parecían confirmar reparto de triunfos entre toro y matador pero José Antonio Ezquerra, que es un pésimo presidente y un peor aficionado, decidió birlarle al toro el justo homenaje póstumo de la vuelta al ruedo. El Cid paseó una oreja dando dos vueltas al ruedo.

Con el primero de la tarde, otro santacoloma ovacionado de salida y en el arrastre, un encastado que vendió caras sus embestidas y también fue duro para morir, porfió El Cid en una faena que nunca cogió vuelo por los constantes enganchones.

Borja Jiménez, que en el primero de la tarde había sufrido un palizón tremendo cuando ejercía su derecho a quite por delantales, anduvo lejos del nivel que demostró en Fallas y la Feria de Abril. Ante su primer toro, remiendo de Núñez del Cuvillo, un zambombo destartalado con muchos kilos pero ningún trapío, se excedió en una faena larga ante un animal que hasta por tres veces se derrumbó teniendo que ser levantado por la cuadrilla del torero sevillano en una imagen penosa. Tan poco dijeron uno y el otro, que la atención de la plaza voló a una gresca mantenida entre tendido y andanada allá por el 8.

Ante su segundo toro, quizá el más simple del lote enviado por Ana Romero, tampoco tuvo opción de lucimiento ante una embestida que decía poco y que si fue corta por el pitón derecho todavía lo fue más por el izquierdo. Cuando la parroquia le recordó que era hora de matar, y con superior permiso de su apoderado (quien le radia con detalle desde el callejón lo que debe hacer en todo momento) volvió a manejar deficientemente la espada.

Clemente, que se presentaba en esta plaza con un toro con tanta edad como clase embistiendo por el pitón izquierdo y que además fue el de mejor juego en el caballo, sorprendió con un muy buen recibo por verónicas abrochadas por dos medias genuflexas. Brindó al público tras un gran par de Tomás Úbeda y, con la muleta, los pasajes más estimables llegaron al final de la faena cuando al cerrar hacia la segunda raya el bonachon de nombre Carrillero, al que parecieron pesarle los medios, dio las embestidas más largas y humilladas. El acierto con espada y verduguillo permitieron al torero galo dar una merecida vuelta al ruedo.

El sexto y último, el de la jota, bien merece que alguien cante mañana aquello de “Nadie le tema a la fiera, que la fiera ya murió; al revolver una esquina, un valiente la mató” puesto que se fue vivo a los corrales. Ya de salida miró por encima de las esclavinas, las veletas puntas apuntando siempre a la cubierta y absolutamente desentendido de los capotes. En varas se le dio lo que se pudo (valiente Puchano saliendo prácticamente al centro del ruedo a por él) y, en una nueva jugada maestra presidencial, no fue condenado a banderillas negras. Cuando aquello ya era una capea Juanjo Domínguez se echó el tercio a la espalda cumplimentándolo en solitario. Clemente no pudo más que intentar machetearlo (nunca humilló el toro) y ver cómo se le iba el toro vivo al corral. Poco habitual cierre donde la casta nunca dejó de estar presente.

Ficha del festejo:

Zaragoza. 23 de abril de 2024. En el día de la comunidad y del patrón de Aragón volvió a sonar el himno de España al finalizar el paseíllo. Alrededor de 2000 personas en tarde fría y ventosa, cubierta cerrada. Se lidiaron toros de Ana Romero bien presentados, astifinos y en el tipo de su encaste, de juego variado (1º exigente, 3º de noble pitón izquierdo, 4º superior en la muleta, 5º simplón y 6º durísimo que se fue vivo al corral) y uno de Núñez del Cuvillo (2º) grandón sin raza ni fuerzas.

El Cid: dos pinchazos y media en buen sitio tras aviso (silencio), media en buen sitio (oreja con dos vueltas al ruedo).

Borja Jiménez: pinchazo y estocada baja tras aviso (silencio) pinchazo suelto y casi entera delantera (saludos)

Clemente: entera trasera atravesada (vuelta al ruedo), tres avisos en su segundo toro (palmas).

*Se desmonteraron en el tercero Tomás Úbeda que banderilleó y Juan José Domínguez que lidió y en el sexto Juan José Domínguez de nuevo tras banderillear. Fue despedido con una gran ovación tras picar al sexto Francisco Ponz “Puchano”.

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