Por el piton derecho
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'Y esto sólo es el principio'
Fotos: Plaza 1
Primera de la feria de san isidro

'Y esto sólo es el principio'

Darío Juárez | Madrid

Madrid respondía a la “minoría” de Urtasun con una mayoría aplastante que agotó el papel en la primera del abono isidril. Las gentes del Foro encarrilaban su camino hacia la Monumental con la ilusión que todos los años les visita la mañana de este día, como si de un 6 de enero para un crío se tratara. El zumbido del avispero venteño se hacía patente en los minutos previos al paseíllo, donde el sol empezó devolviendo la primavera a la capital y la mansada de Alcurrucén terminó por llevarse la paciencia de muchos abonados que, a esta hora, todavía no son conscientes de que esto sólo acaba de empezar.

Mayoría aplastante atraída por un muy preocupante Morante en horas bajas, que encabezaba el cartel de la apertura de San Isidro y de la confirmación de García Pulido, el cual dejaba marchar una dorada oportunidad con el potable y con buen aire toro de la confirmación, que acabaría llegando a los pies de los carniceros con las orejas puestas. Urdiales, con nada en negativo pero con todo por redondear, cobraría una gran estocada al 3º por la que, por su cuenta, acabó dando una vuelta al anillo.

Fue más breve la emoción que se pudo sustraer -si es que en algún momento tuvo algo- de la faena al primero de Alcurrucén de García Pulido, que las palabras parcas de Morante cediéndole la muleta y la espada en la ceremonia confirmativa. Afectuoso, un toro manso, muy bajo, muy serio por delante pero a su vez notablemente vareado, se fue de peto a peto huyendo del castigo para, a continuación, provocar un circo de los peones en banderillas. No brindó el nobel matador y enseguida se fue hacia el toro, que empezaba a responder queriendo colocar la cara como no lo había hecho hasta entonces. Pareció apostar Guillermo en la segunda tanda, bajando la mano, pero con un trazo sin mando ni temple y hacia fuera, vertiendo agua sin victoria sobre las ascuitas de carbón que estaba sacando el de los Lozano. Ascuitas que le desbordaron con la mano izquierda, aburriendo al toro y al público en las postrimerías de esa última tanda sin eco ya, que precedió a las bernadinas de cierre antes de dejar una estocada caída. Con el manso y soso 6º quiso, pero no había nada que rascar.

La bronca que se llevó Morante a la muerte a descabello sufrido del segundo fue un sucedáneo de bronca para lo que en algún tiempo se vivía en esta plaza, pero tuvo más historia que la que tendrá Urtasun como ministro de inCultura.

El de La Puebla aterrizaba -no se sabe cómo- en Madrid para abrir la feria más importante del orbe taurino tras un discreto Abril a las orillas del Guadalquivir, frío, desentendido de la tarde y la lidia, sin un gramo de responsabilidad más allá de un par de naturales sin solución de continuidad -vaya usted a saber por qué-, cuatro destellos de torería en los prolegómenos de ambas faenas y una situación cataclísmica con la espada que le dejó al borde de escuchar los tres avisos. José Antonio está para plantearse con total seriedad colgar el traje un tiempo con todos los honores y respetos que dirimirían de esa acertada decisión, pero no para pasearse por las ferias con esa apatía, matar al cuarto en el caballo de Iturralde y, con el toro muertito en vida, tener los bemoles de sacarlo a los medios. Como si el toro pudiera… Tan solo destacó la lidia y el recibo de Curro Javier, quien le paró de salida y le enseñó a embestir. A Morante todavía le quedan dos tardes más: 29 de mayo con la de Juan Pedro y la Beneficencia del 9 de junio con Garcigrande.

Posiblemente, la estocada de Diego Urdiales al tercero, junto con los trincherazos de Morante en sus prólogos de faena, fuese la suerte con más pureza que se hizo en toda la tarde. Diego también se presentó en Madrid para abrir San Isidro y paladear su toreo a escondidillas, con esa forma natural de torear para él pero sin llegar a redondear nada, con muletazos templados que se iban sucediendo de mayor a menor intensidad por su notoria falta de ajuste, dejando aquello con hambre. Hambre que calmó la gran estocada que cobró y volvió a lastimar la vuelta al ruedo que se dio tras una petición que, acertadamente, el palco no atendió. Frente al manso, geniudo y áspero quinto pudo obrar con una lidia distinta, por otros cauces, pero Diego desistió.

Ficha del festejo:

Monumental de Las Ventas. 1ª de la Feria de San Isidro. Lleno de No hay billetes. Se lidiaron 6 toros de Alcurrucén, bien presentados y astifinos; muy mansos y descastados. Destacaron 1º y 3º.

Morante, de buganvilla y oro (bronca tras dos avisos y pitos)

Diego Urdiales, de sangre de toro y oro (vuelta al ruedo tras petición y silencio)

García Pulido, de purísima y plata (ovación con saludos tras aviso y petición y silencio)

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