Con una entrada soberbia en los tendidos se abrió la segunda semana de San Isidro, en la que se vivió la primera de las tres novilladas del ciclo en Las Ventas que contaba como protagonistas con tres debutantes por su ruedo. Con una excesiva duración de más de dos horas y media concurrió la novillada de Alcurrucén en la que el petardo ganadero fue mayúsculo, con un desfile de inválidos que tan solo fue maquillado por el extraordinario concepto de Aaron Palacio que permitió avivar la esperanza del futuro novilleril. El joven de Zaragoza cuajó un trasteo al quinto en el que demostró sus prometedoras maneras en una tarde que no le pesó apenas, todo lo contrario que a su compañero Sergio Sánchez a quien los nervios le pasaron factura. Javier Zulueta, por su parte, no tuvo suerte ni opciones.
Con el hierro de Alcurrucén saltó al ruedo «Amable - 79» como primer novillo de la tarde, un astado con presencia y abanto, algo característico del encaste en los inicios, al que paró con el capote el último triunfador de la Liga Nacional de novilladas, Sergio Sánchez. Al joven pacense, que hacía su presentación en el ruedo venteño, le pesaron los nervios en su primer trasteo en el que se mostró acelerado y sin orden. El inicio por estatuarios en los medios ya dio síntomas de no ser el más acertado para su oponente, al que quizás con mayor poder y mando desde los primeros muletazos le habría acabado pudiendo con mayor facilidad. El burel, sin tener mala condición, tampoco terminó de entregarse en las telas del de Badajoz mostrándose con mayor calidad por el pitón izquierdo, por donde llegaron los pasajes de mayor firmeza. Con la estocada afeó aun más una faena de poca historia que no llegó nunca a los tendidos.
Hora y media después del inicio del festejo salió por toriles el cuarto novillo del hierro titular con un comportamiento muy similar al de sus hermanos anteriores demostrando nuevamente que cuando el toro no impone ni transmite, todo aquello que suceda en el ruedo pierde importancia. «Clarinete - 89» no tuvo mala condición en los trastos del pacense, pero su falta de transmisión y fuerzas disminuyeron las posibilidades de lucimiento de un Sergio que dio una pobre y desangelada imagen en una tarde que le acabó pesando en exceso.
Desde Biota hasta el coso de la calle Alcalá llegó Aarón Palacio para debutar ante los madrileños como uno de los novilleros más tapados para el gran público, pero que mayor interés despierta por sus formas a los aficionados. «Colegial - 91», su primer novillo, serio y ofensivo fue devuelto en el tercio de varas por su invalidez. El segundo bis, herrado con el mismo hierro de los Lozano y de nombre «Zambombero - 78», saltó con bella presencia al ruedo al que recibió el de Zaragoza con personalidad y firmeza en el intento de verónicas. Comenzó el novel desde el tercio afianzando la embestida y sacando hacia fuera a un novillo que mostró prontitud y recorrido, pero al que le faltó mayor clase y afeó cada derrote al final de cada muletazo. Estructuró una labor en la que se mostró voluntarioso y qué basó con la diestra, por donde logró dejar algunos detalles templados de las maneras que ostenta, pero en la que pecó en exceso de la falta de ajuste y acople.
Con el aire propio de Núñez salió «Burlón - 105» al que saludó con actitud y facilidad en la puerta de toriles el joven novillero. Tuvo que llegar el quinto capítulo del festejo para escuchar los primeros olés y ovaciones rotundas en una tarde en la que una fría losa soporífera estaba empezando a caer sobre el ruedo madrileño. De hinojos en el tercio con valor y personalidad comenzó un trasteo en el que consiguió conectar y subir pronto la temperatura de los tendidos. El burel, a pesar de ser el de mayores opciones, tuvo sus complicaciones, pero supo entenderlo con su sello personal, darle sus tiempos y distancias el zaragozano aprovechando sobre todo el pitón izquierdo para firmar pasajes sueltos de buen trazo. Compuso la figura erguida con gusto y tiró de la embestida en una corta distancia con verdad y pureza demostrando que a pesar de su juventud y defectos por pulir, las ideas tan claras que denota en su cabeza y muñecas vislumbra un halo de esperanza. La estocada tendida y los dos golpes de verduguillo no le impidieron cortar una oreja que seguramente, en otras circunstancias y de no ir la tarde como iba, habría sido de una merecida vuelta al ruedo. No le pierdan la pista a este buen novillero que ha demostrado con buenos argumentos que quiere ser torero.
La falta de fuerzas obligó al presidente a sacar por segunda vez consecutiva el pañuelo verde para «Jaboncito - 73» al que había recibido con gusto en varias verónicas Javier Zulueta. El sevillano, que llegó como actual líder del escalafón novilleril, hizo su primer paseíllo en la primera plaza del mundo teniendo que lidiar una papeleta con el segundo sobrero de Montealto de nombre «Tabernero - 54», cuya condición no invitaba a la esperanza en unos primeros tercios de mucha protesta por parte de unos tendidos divididos, con razón, por su invalidez. Ante un marmolillo, intentó mostrarse Zulueta, que a pesar de no tener materia prima enfrente, dejó esbozos de mayor madurez, ajuste y aplomo invitando a todo aquel a esperarle con el sexto.
Tras vivir el momento álgido de la tarde, el único, cerró la tarde el sevillano con «Socarrón - 108», sin mucha fortuna para el lucimiento. La nobleza del astado venía acompañada de una nula transmisión y casta que dificultó en todo momento que el trasteo pudiera mínimamente conectar con los aficionados de la piedra de Las Ventas. Lo intentó por ambos pitones con disposición, el que el próximo 28 de septiembre en su Sevilla natal dará el paso al escalafón superior. Sin embargo, hoy en la capital no tuvo suerte.
Ficha del festejo:
Monumental de Las Ventas. 4ª de la Feria de San Isidro. Más de tres cuartos de plaza. Se lidiaron siete novillos de Alcurrucén y uno de Montealto; de buena presentación en general, pero de pobre juego, faltos de fuerzas e inválidos.
Sergio Sánchez (de chenel y oro): silencio tras aviso y silencio.
Aarón Palacio (de canela y oro): palmas tras aviso y oreja tras aviso.
Javier Zulueta (de verde hoja y azabache): silencio y silencio.