Se acerca irremediablemente el final de las novilladas clasificatorias de “Soy Noviller@”, pues ya solo queda una. De esta penúltima hay que apuntar por méritos propios y merecidamente el nombre de Adrián Henche, pues ya es un firme candidato a estar en las semifinales. El alcarreño cortó dos orejas en su segundo después de un notable trasteo y de matar bien, cosa que no hizo en su primero, lo que le privó de pasear algún trofeo más. Dejó buenas intenciones en el cómputo general de la tarde, y lo que es más importante, la sensación de que pide el utrero como el comer. A punto estuvo de acompañarle por la puerta grande Daniel Menes, pero por su fallo a espadas solo pudo cortar una oreja del tremendo sexto de El Ventorrillo, el mejor del encierro con diferencia. Con todo, no fue la tarde más maciza del madrileño, que mezcló adornos y efectismos insustanciales con muletazos ceñidos y retazos de buen toreo. No fue la tarde de “El Castellano III”, que se marchó de vacío.
Convincente saludo capotero de “El Castellano III” al que abrió plaza de El Ventorrillo, un animal zancudo y feo al que el novillero mimó bien con el percal, componiendo la figura con mucho gusto. El animal se dio dos topetazos después de dos volteretas de las que salió de aquella manera… Con la muleta, el novillero de Casasimarro abusó de las cortas distancias y el excesivo encimismo por el pitón derecho, ahogando al novillo, que pidió su sitio, y no consiguió nada reseñable. Mejor fue la cosa por el izquierdo, donde llegaron los réditos más logrados, aunque tampoco llegaron arriba con demasiado eco. A la hora de matar, vino la sorpresa que nadie esperaba, y es que tiró la muleta cuando ya lo tenía en sitio y se tiró a cuerpo a limpio. Ésta no cayó en buen sitio y el animal tardó un mundo en caer. Blandeó de salida y poca gracia tuvo su segundo, Chistoso, a la hora de tomar las capas. Comenzó instrumentación con dos primeras tandas con la diestra de bajo lucimiento tras brindar a la banda de música. Cuando la faena caminaba por lo anodino y lo insípido por el izquierdo, una voltereta sin mayores consecuencias hizo aflorar la raza del novillero, que se sobrepuso al varapalo para acabar dignamente su actuación en el certamen. A mejorar el apartado de la espada.
Variado y muy buen toreo de capa de Adrián Henche para recibir a Fundador, antes de que Menes quitara alternando saltilleras y gaoneras. Manseó en banderillas el novillo de la divisa toledana antes de que el alcarreño brindase al público. Cambiados por la espalda en los medios para iniciar un trasteo en el que en los primeros compases aprovechó la prontitud y la codicia del animal a la hora de embestir. Firme y muy asentado, Henche intentó alargar el viaje del mansito eral, que se paraba a la mitad del muletazo tanda sí y tanda también. La ardua labor era mantenerlo cosido en la muleta, pues lo que el animal quería era marcharse a tablas sí o sí. Pegado a ellas acabó por bernadinas una faena en la que al novillero le faltó novillo. La firmeza derrochada con las telas no se hizo extensible a la espada ni al descabello, y el capítulo se alargó demasiado.
Por cordobinas saludó al jabonero quinto, Copito, con el que se protagonizó el enésimo pique de quites de la tarde. A pies juntos y en los medios, con cuidado y por arriba, comenzó a cimentar el de Fuentelencina su trasteo, consciente de que el de El Vetorrillo tenía la fuerza cogida con alfileres, aunque se acabó dejando. Aunque solo fuese por momentos, templó con naturalidad con la mano diestra, y dibujó muletazos de notable trazo con la zurda. A su faena la faltó rotundidad, -en parte por la baja condición de su oponente-, pero sí tuvo pinceladas interesantes. Lo más macizo de la labor llegó en la última serie al natural, siendo lo mejor con la muleta de toda la tarde. Como en su primero, mucho más novillero que novillo, y como esta vez la espada funcionó como debe ser, dos orejas y puerta grande.
En el centro del anillo esperó impertérrito Daniel Menes a que saliera Tripulante para saludarlo de rodillas y por faroles. El madrileño se arrebató en la réplica al quite de Indalecio Sahuquillo, que firmó el mejor toreo de capa por verónicas de toda la tarde. Una pedresina como prólogo a una primera serie de rodillas para después dejar otra tanda con la diestra de toreo desmayado, que luego repetiría en las postrimerías de su parlamento. Eso fue lo mejor de toda la faena, pues entre que el novillero abusó en demasía de los efectismos y que el de la vacada de Los Yébenes, flojo y deslucido, transmitió más bien poco en la franela, la labor no terminó de calar. El madrileño recibió al que cerró plaza con largas cambiadas de rodillas y gaoneras en el tercio, como toda la tarde, eléctrico en ese sentido. Apuntó Platero sacando ese puntito de casta en los primeros compases, acometiendo con prontitud y codicia tras los ayudados por alto de Menes, que luego se abandonó para torear con la figura relajada por el pitón derecho. Así fue hasta la voltereta, de la que salió airoso para luego dejar buenos momentos de toreo al natural, por templado y ceñido. Él mismo se cerró la puerta grande por el mal uso de la tizona, porque la tuvo a tiro.
