Y la entrega se hizo carne y habitó entre nosotros. O cómo resumir la verdadera emoción de la fiesta en dos horas y poco de toros. A Madrid le urgía volver a reencontrarse consigo misma en una tarde así. Soltar ese lastre amarrado en las últimas citas de botellón y jarana para volver a toparse de frente con el toro -novillo- y el toreo, en una interesantísima novillada de Fuente Ymbro en la que sobresalió la entrega y el pulso de Álvaro Alarcón como catapulta sin mácula hacia el umbral de la puerta grande. Un total de tres orejas para el toledano de Torrijos -que debieron ser dos como mucho- y una más para Diosleguarde con el que abrió plaza. El palco, una tarde más, tintó la escena de protagonismo rancio negándole un apéndice a la valerosa verdad de Jorge Martínez con el 5°, además del ataque de éxtasis emocional en el 6° soltando de golpe el segundo pañuelo y el azul que concedía a Embriagado el merecido premio de la vuelta al ruedo. Pues no paró de embestir.
Las Ventas, como Monumental y templo del toreo, necesitaba volver a su estado natural. Al menos en el que concierne a la actitud de los que allí se hacían presentes para disfrutar de una tremenda tarde de toros. Manuel Diosleguarde ponía cara la decimoséptima de abono con una oreja liviana tras meterle la espada al primero hasta las cintas y escribir pasajes notables por el pitón derecho, que no terminó de reflejar por el contrario, mucho más desacoplado. Guardia le hizo la estocada al 4° y con la que perdió al menos una presentida petición, con el que también se pasó de faena robándole tandas por el derecho en un palmo, muy encajado y rematando atrás por ese ala el salmantino, aunque sin lograr encontrar el cónclave entre su zurda y el utrero.
Jorge Martínez hacía el paseíllo en Madrid 24 horas después de "hacer segundo" en Sevilla, por detrás de un incontestable Isaac Fonseca. La pureza del murciano supo llevar a toda la plaza a ese punto de encuentro pleno con el bragado, mansito y serio 5°, menos al usía, Ignacio Sanjuan, y su falta de afición acomplejada, después de jugarse la vida a cara perro y matar por arriba a esa prenda, a la que consiguió embaucar en su engaño presto y valeroso, sin dejar de pisar el terreno donde queman los pies con suma naturalidad en esas tres últimas tandas sacadas de una chistera que sólo él vio. El 2° traía la vista cruzada y se la jugó como si fuera un gato, librándose de la cornada pero no de la cogida, que se presintió cuando le radiografió hasta en cuatro ocasiones y el murciano le abría más la ventana entre su femoral y la muleta.
De blanco y plata trazó el paseíllo Álvaro Alarcón para terminar por darle a Madrid lo que hace tiempo llevaba buscando: esa comunión entre la plaza, los toreros y un encierro casi completo de Ricardo Gallardo que, junto con su mayoral, daban la vuelta al ruedo junto con el joven toledano en el paseo de las dos orejas tras la muerte fulminante del 6°, en una espada que viajó caída. Aunque el manicomio ya se había hecho presente después de poner el plato boca abajo en las dos últimas tandas por el pitón derecho, descolgando los hombros y tirando de la embestida hacia atrás. Madrid era un hervidero de locura transitoria. Ahí había un torero abandonado, atornillado al suelo de la Monumental como un delirio de grandeza. Tras el inicio por estatuarios le costaba mucho limpiar los dos primeros derrotes con los que el de Gallardo prologaba cada serie, pero que corregía de inmediato al cruzarse con premura y determinación al contrario, vaciando cada trazo por debajo de la pala. Atalonao' perdido. Como de sombrerazo fueron los dos puyazos de Antonio Muñoz echando el palo de largo al utrero, que acudió a ellos con entrega y prontitud.
Con menos reunión pero idéntica entrega se le vio con el que sorteó en primer lugar, tercero en la lidia ordinaria. Un animal muy despegado del suelo y estrechito de sienes, que cumplió en varas y se llevó por delante a Diosleguarde en el quite por tafalleras. Alarcón tiró la moneda y desde los medios prologó la faena con un cartucho de pescado por la espalda para engarzar una primera serie al natural, lenta, con mucho pulso y conduciendo la embestida con las yemas en la media altura. Más fea y descompuesta sería la siguiente, previa a una por el derecho bajando la mano hasta los infiernos y llevando al novillo al envés de la cadera. El utrero bajó un pistón, como lo bajó el acople del toledano en el último tramo de faena, para terminar por volver a encender la caldera con las bernadinas finales de cierre y la estocada que enterró un tantito desprendida quedándose, sorprendentemente, con la empuñadura de la mano tras partirse el acero.
Álvaro Alarcón revienta la Puerta Grande cortando tres orejas a una magnífica novillada de Fuente Ymbro. Oreja en el primer novillo para Manuel Diosleguarde con una faena templada y serena. Jorge Martínez, deja un gran sabor de boca con el peor lote de la tarde. pic.twitter.com/ZJSPOaqEFS
— Toros (@toros) May 23, 2022
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