La fina lluvia que empezó a caer sobre Vista Alegre alrededor de las siete y media de la tarde no sofocó el apagón que Luque llevaba sufriendo desde el metisaca al inválido 1º, que Matías no quiso devolver y que él logró mantener en pie a duras penas. Una tarde sin suerte y de pocas ganas del de Gerena, respondiendo por fin con un quite al 4º con más de la mitad de la tarde encima. Y digo "por fin" porque era un mano a mano que sólo entendió un torero, el otro sevillano, el de Espartinas.
Borja Jiménez llegaba a Vista Alegre consciente del peso de una tarde que, lamentablemente, no se reflejó en la taquilla -algo que ya se esperaba- y en la cual debían pasar cositas. Pronto borró el diminutivo y, tras el quite al inválido fuenteymbro de Luque con el que se abrió la tarde, se fue a la puerta de chiqueros -como en sus otros dos toros- a recibir al soso y medio toro 2º, con el que tuvo que echar cuerpo a tierra al verlo venir con el viaje cambiado a la mano que lo citaba en el percal. No lo picaron, como al resto de la corrida a excepción del 3º, y Borja le fue echando hacia delante entre trincherazos y pases de la firma de bella factura, quedándose ahí prácticamente la faena. La estocada le dio la oreja, la primera de las tres por las que acabaría saliendo a hombros a la calle de Machín.
No logró encontrar los terrenos ni el sitio, ni el temple con el importante 4º, de nombre Histérico, que acabaría desbordándolo al natural con ese torrente de casta que traía su poderosa embestida, tras dos primeras series mandonas y poderosas con la derecha, por las cuales, y tras la estocada, llegaría el segundo apéndice para el esportón de su gran tarde en Bilbao. Pero, como le dije al gran Ramón Roca, quedaba uno dentro.
Ese era Tramposo, el castaño cinqueño que aguardaba pacientemente a la sombra de su chiquero y el que sí agradeció las gotitas que cayeron desde el cielo para encontrarse con Borja Jiménez y esa manera tan suya y atalonada de bordar el toreo al natural. El de Gallardo, con fijeza sin mácula, gran calidad y ostentosa entrega, venía por el derecho con su alegría palpable en el tranquito de más que regalaba, reuniéndose en suma perfección con su matador. Pero fue echarse la muleta a la zocata y todo lo bueno, poco o mucho, que se había visto antes, Borja se encargó de borrarlo con dos series de naturales superlativas, donde hubo dos más caros que el caviar. ¡Qué manera de pulsear la embestida con la mano de los billetes! ¡Qué manera de embarcarlo, apretarlo, templarlo y despedirlo en el envés de la cadera! ¡Qué manera de acabar con el cuadro en cinco putos minutos! Vista Alegre estaba loca y Borja terminó de emborracharla con el torerísimo cierre por bajo antes de cuadrarse para matar. El pinchazo, previo a la estocada ligeramente desprendida, se llevó el premio gordo de las dos orejas. Bilbao, ensimismada, y Jiménez, camino del Ercilla con tres orejones como tres soles. No se puede torear mejor con la mano izquierda, es imposible.
El burriciego 3º, por debajo del trapío de Bilbao al que le salvó lo ofensividad de sus defensas, no encontró en Daniel Luque su confianza para poderlo y hacerse con él, cuando hasta hace poco a Luque le valía todo. Pues, además del defecto con el que salió, su reponer hacía al de Gerena maldecirse entre un mar de dudas del que no pudo salir a flote. Una tarde cuesta abajo que le fue imposible subsanar con el precioso 5º, entablerado, probón y sin clase, el cual regalaba una embestida buena y cuatro malas.
Ficha del festejo:
Plaza de toros de Vista Alegre (Bilbao). 2ª de las Corridas Generales. 1/4 de entrada. Se lidiaron 6 toros de Fuente Ymbro, de irreprochable presentación; inválido el 1º, soso y a menos el 2º, burriciego y exigente el 3º, muy encastado el 4º, descastado y vacío el 5º y con clase y ritmo el 6º.
Daniel Luque, de nazareno y oro: ovación con saludos, silencio y silencio.
Borja Jiménez, de gris perla y oro: oreja, oreja y oreja. Salió a hombros.