Se regaló una noche de Reyes que compartió con las casi veinte mil almas que acudieron a presenciar la victorinada que cerraba la Feria de Otoño. Borja Jiménez (Sevilla, 1992) se citaba en el crepúsculo del 8 de octubre de 2023 con la calle Alcalá y su destino, después de dejar firmada a sus espaldas la tarde más importante de su carrera y de toda la temporada en la Monumental de Las Ventas. Atrás quedaba la hondura, el sitio, y la verdad sin mácula con la que, vestido con el lila y oro bordado con piñas en homenaje al maestro Antoñete, regaló a Madrid en la primera tarde de su carrera con los de la A coronada: "Lo que es el destino, eh. Si llego a pasar a la final de la Copa Chenel, quizá no hubiera entrado en la de Victorino ni me hubieran tocado esos toros"
¿Cómo duerme uno sabiendo que acaba de cuajar la tarde más importante de toda la temporada en la primera plaza del mundo?
Feliz. Con una paz interior increíble. Sin duda ha sido la tarde más importante de mi carrera. Una tarde de verdad absoluta, de ponerme muy de verdad con los toros y poder torearlos a gusto, como entreno. Toros con sus dificultades pero con un fondo muy bueno, que poco a poco se lo fui sacando. Ese fondo de bravura que tiene esta ganadería, que es de máximo lujo y se vio, cuando de mitad de faena en adelante apreté a los toros y respondieron.
¿A qué se podría comparar atravesar a hombros la Puerta Grande de Las Ventas?
Creo que no tiene comparativa ninguna. Tanto la Puerta Grande de Madrid como la Puerta del Príncipe de Sevilla son algo incomparable. Pero la de Madrid...pf, es un privilegio poder salir a hombros por esa Puerta. Le debo mucho a la afición de Madrid, son los que están impulsando mi carrera hacia delante. Ayer salí con la máxima entrega y, cuando me vieron tan entregado con los animales, ellos respondieron con la misma entrega que yo le puse.
Qué tarde más redonda -a excepción de la guinda que hubiera sido ver enterradas las espadas-: toques, terrenos, distancias y esa verdad que da el sitio intachable en el toreo. Parecía que llevara años estudiando a microscopio a la plaza de Madrid y al toro de Victorino para hacer lo que ayer hizo.
Era la primera vez que me ponía delante de una de Victorino y tengo que agradecerle mucho al propio Victorino que me haya abierto las puertas de su casa durante este mes que hemos ido a tentar varias veces. También hemos tenido varias conversaciones Julián, Victorino y yo, de cómo es su ganadería y las teclas que tiene, la manera de hacer que los toros de este encaste rompan para adelante y hemos trabajado mucho el estudio de este tipo de embestidas. Todos los tentaderos iban dirigidos para este día. Gracias a eso, pude sacarle el mejor partido a cada toro. Hay que conocer mucho los encastes y el trabajo del día a día. El maestro Espartaco me decía que le sacaba mucho partido a cada toro, porque estudiaba mucho a las ganaderías.
¿Qué pensó cuando supo que le tocaba matar no dos, sino tres victorinos por el desafortunado percance de Román?
Lo primero, me preocupé por Román. Estaba sangrando mucho y ahí uno se preocupa y se olvida muchas veces de su tarde, del triunfo, y se preocupa más por la persona. Pero una vez que vuelvo a ser consciente de la tarde que me quedaba por delante y de que me tocaba matar a su segundo toro, le di la vuelta a la tortilla y pensé que tenía una oportunidad más. Que tenía otro toro más para poder demostrar lo que llevamos haciendo todo el año. Una vez supe que tenía un toro más, sabía que no se me podía escapar esto.
En la crónica de ayer decía que no es fácil echarle pulsos al tiempo. Tener 8 años de alternativa, salir de Sevilla sin cumbre Despeñaperros arriba para conocer la realidad del oficio del toro fiero y complicado, pero también del bueno y encastado. Sacar un billete sin vuelta a Pamplona para subirte encima de dos de Escolar. O peinarte una tarde de ese julio en Madrid, dejar buen ambiente y volver en Otoño a reventar la feria y consagrarte. Aquellos barros son estos lodos.
Totalmente. Al final, cuando uno vive para su profesión al cien por cien, no hay más remedio de que acaben por salir las cosas. Tardarán más o menos, pero a mí me ha llegado en el momento perfecto de mi madurez como torero, pero sobre todo de mi madurez personal. Y al tenerla, me ha hecho asimilar muchas cosas. Al conocer a Julián, cambian mis pensamientos de lo que es el toreo; de la manera de prepararse de un torero, de la manera de ver los animales, de ver cada embestida... Eso me ayuda a que cuando esté delante del toro, lo vea más claro. Ha sido un invierno muy duro, de muchas muchas muchas (ríe) horas de entrenamiento, pero mira por dónde, todo se ha recompensado en Madrid.
Personalmente, ¿se siente consagrado después de la tarde de ayer en la que escuchó rugir a Madrid como hacía tiempo que no lo hacía de una manera tan unánime?
Siento que he dado un paso adelante muy importante en mi carrera, pero creo que me quedan muchas cosas por hacer para ponerme en el sitio que yo quiero. Tengo que agradecerle mucho a la afición de Madrid por esa entrega y esa creencia que ha tenido en mí para sacarme para adelante. Y cuando vuelva, quiero entregarme a Madrid más todavía, como ellos lo están haciendo conmigo. Están haciendo que pueda vivir el toreo de verdad, que no es otra cosa que la entrega y la pasión que a Madrid y a todas las plazas les gusta.
La frase que espetó Cristiano Torres al micro de OneToro, sin duda alguna, ha sido una de las anécdotas de la feria, pero usted sí vino el domingo 8 de octubre de 2023 a Madrid a hacerse rico.
El dinero obviamente es importante para la vida de todas las personas, pero no es ni mucho menos lo más importante para mí. Todos estos años de atrás, he venido toreando una o dos corridas de toros, alimentándome en el campo con los tentaderos... El dinero vendrá y se irá, pero yo quiero focalizarme en conseguir ser mejor torero día a día. El resto ya vendrá si tiene que venir.
Ahora es el turno de la justicia en los despachos y en mantener el nivel con el que ralló este domingo. ¿Qué ve más difícil de las dos?
En el toreo es todo difícil. El mantenerse, el superarse... es todo muy complicado porque al final tienes un toro delante, no depende sólo de ti. Pero cuando uno está dedicado en cuerpo y alma a su profesión, lo más normal es que sigas creciendo. Después tienes que tener el factor suerte de que los toros te ayuden, pero tengo el objetivo y la mente muy clara de lo que quiero ser en el toreo.
Había aficionados locos buscando fotos que demostraran que, además de la coincidencia en el lila y oro del vestido, aquella media del quite al 3° de Valadez, de cadera a cadera, era prima de las que daba Chenel.
Pues, precisamente ese lila y oro con un bordado de piñas, me lo hice como homenaje a Chenel. Lo estrené ayer. Hablando con Julián de qué vestido hacerme para la Feria de Otoño, nos pusimos a ver videos y dimos con uno del maestro Antoñete el día de su última tarde en Madrid, vestido con un lila y oro con el bordado de piñas, y qué mejor homenaje que ese al maestro. Que fue un máximo referente en el toreo y en Madrid.
Mentando al maestro Antoñete, atrás queda ya, aunque con una mácula imborrable, la injusticia de la Copa Chenel. Entiendo que no se olvida, como entiendo que una tarde como la del domingo es capaz de borrar del mapa cualquier mal pensamiento.
Totalmente. Todo lo que pasó, en el futuro se quedará como una anécdota de mi carrera. Sí es verdad que en el momento no fue nada agradable. Pero lo que es el destino, eh. Si hubiese pasado a la final, no hubiera estado en la de Victorino. Hubiera estado en la del 12 de octubre seguramente, no hubiera tenido esos toros y no hubiese cortado esas tres orejas. El destino tiene guardado a cada uno una cosa. Cuando pasó, dije será para bien porque nos tendrá guardado algo grande. Y... (ríe) mira si lo tenía guardado.