Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Volver
De Camarón al toro de Madrid
Casa Patas echa el cierre 35 años después

De Camarón al toro de Madrid

Darío Juárez

Por Embajadores, el primer tramo del Madrid castizo, las floristas siguen saludando a Ángel Teruel cada mañana. De La Dolores y Los Caracoles sale a la vez que el sol el olor a porras y café recién molido, que se reparte a bocanadas por las calles de la manzana. La señora Carmina marcha airosa por su corrala, chulapeando al siglo XXI y con el recuerdo de Bragado, aquel toro que en la plaza de Zaragoza («cinco de la tarde, un calor…»), se llevó por delante la vida de su difunto marido.

Lavapiés le sigue. Sus tabernas siguen siendo las amas de llaves de la idiosincrasia madrileña más arraigada. El último tramo sobre el mapa que antecede al Barrio de las Letras, se para entre Antón Martín y Tirso de Molina, donde se encuentra Casa Patas, uno de los más importantes tablaos flamencos de la capital. «El único destino para el verdadero aficionado al flamenco», publicaba The New York Times a principios de siglo. Para desgracia de esa riqueza genética que porta el ADN de este barrio, la taberna de la calle Cañizares ha echado el cierre. O mejor dicho, no lo volverá a levantar desde que lo bajara a principios del mes de marzo por la pandemia del Covid. Al menos por un largo tiempo, cuando se pueda tener la certeza de la rentabilidad del local. El centro neurálgico del flamenco en la capital dice adiós a 35 años de historia.

Un trocito del sur en el centro de Madrid regentado por la familia Guerrero, que ha sido imposible mantener, según palabras del propio dueño, Martín Guerrero, teniendo en cuenta que el público extranjero era su principal benefactor. En sus tablas se partieron la camisa Camarón, Remedios Amaya, Enrique Morente, su hija Estrella, Raimundo Amador, Juan Moneo El Torta, Arcángel, José Mercé, Diego El Cigala o Miguel Poveda, entre otros. Allí se rasgó el velo del duende, para lujuria de los sentidos de los presentes que escucharon alguna vez los acordes de las guitarras de Tomatito y Paco de Lucía, o el zapateo armónico y roto de Sara Baras y Joaquín Cortés.

Por su parte, Casa Patas albergó durante años los coloquios que organizaba y sigue organizando la Asociación El Toro de Madrid –ahora en el restaurante Puerta Grande, situado en los aledaños de la plaza de Las Ventas–. Toros-Flamenco, un nexo indivisible. Toreros, ganaderos, empresarios, periodistas, críticos, escritores y aficionados han tomado la palabra sobre el escenario de la Sala García Lorca, defendiendo la fiesta de los toros y ampliando la opulencia cultural que albergan sus paredes. Con este adiós se va una gran parte de lo custodio y sagrado durante muchos años para el aficionado de Madrid, en los meses de invierno donde aún se atisba lejos la temporada y la necesidad de hablar de toros cotiza al alza.

Casa Patas cuenta con su propia fundación, la cual seguirá en activo con las clases que se imparten de cante, baile y música, dentro de su conservatorio. El tiempo y la dedicación hizo de esta castiza taberna el buque insignia del flamenco en la capital. 35 primaveras inmarchitables por el peso de su historia y la carga emocional adherida a esa mezcla de culturas que nació en Andalucía en el siglo XVIII. Sin duda, fue un placer haber pasado por allí alguna vez.

Sigueme en Twitter Sígueme en Twitter @dariojuarezc
Comparte y comenta esta noticia: