Allá por 1953, una decena de mexicanos liderados por el ganadero tlaxcalteca Raúl González González, decidieron aventurarse más allá de las fronteras de su tierra natal, cruzar el charco y sumergirse en la inigualable tradición de los Sanfermines de Pamplona. Fascinados por el encanto y la emoción de esta festividad única, estos viajeros regresaron a México con una misión en mente: recrear la magia de los encierros y las celebraciones que habían experimentado en el viejo continente.
Así nacieron los Sanfermines mexicanos en la localidad de Huamalta, una oda a la valentía y la alegría que rápidamente caló en la población local. Así pues, el 15 de agosto de 1954, comenzaron a correrse los encierros al estilo Pamplona. Así los llamaron para convocar a la multitud. La ganadería debutante fue la de Piedras Negras, siendo dichos astados lidiados horas después en la jornada vespertina.
Pero pasó el tiempo y en 1968 cambiaron la forma de ver al toro en la calle, dejaron de correr y convirtieron lo que era el encierro en una capea, sin los toros de la corrida, de mucha peor presentación, pero con recortadores y maletillas disfrutando a placer. Este festejo está muy consolidado a día de hoy y se recibe ese día en la localidad cerca de 250.000 visitantes, aunque la esencia sanferminera que en su día llevaron esta decena de viajeros se evaporó.
Pero, como muchas veces pasa en la vida, la historia volvió a repetirse. En 2023, Óscar Abiud, un fotógrafo huamantleco, muy aficionado, amante y soñador de los Sanfermines, viaja por primera vez a Pamplona en el mes de julio:“En San Fermín terminas deshecho pero con el corazón renovado”. Corrió sus primeros encierros en La Cuesta de Santo Domingo y lo que ahí vivió y descubrió le cambia la vida y la forma de ver las cosas. Sintió plenitud estando en Pamplona, conociendo los lugares con los que soñó, viviendo las emociones que anheló y cumpliendo su sueño. Volvió a México con el firme propósito de recuperar el encierro original, de volver a la esencia y de que sus compatriotas pudieran disfrutar de unas sensaciones tan increíbles como especiales.
Una vez en el país, las autoridades locales que estaban al tanto de dicho viaje, mantuvieron ciertas conversaciones con él y decidieron dar luz verde al proyecto. Juan José Palacios Menéndez fue el encargado legal por parte del ayuntamiento y Joaquín Angelino de Arriaga, matador de toros, el coordinador para la organización, acordando poder realizarlo el 16 de diciembre con motivo de la “Corrida de Feria Navideña”.
La organización fue excelente, la publicidad que se le dio al encierro hizo del evento todo un éxito de asistencia, con 10.000 espectadores en las calles y unos 600 participantes en el recorrido. Es espectacular ver lo en serio que se tomaron el asunto, mostraron vídeos a la gente para enseñarles a correr, con normas y con recomendaciones de corredores expertos de este lado del charco. ¡Hasta pidieron correr de blanco y rojo!, toda una declaración de intenciones en cuanto a respetar la tradición y la esencia.
Óscar se propuso compartir y transmitir todos los conocimientos que había adquirido en su semana en Pamplona con sus paisanos. Los toros, de procedencia Atanasio, tuvieron un trapío acorde a la situación. Las ganaderías actuantes fueron las de Tepeyahualco y Núñez del Olmo —tres y tres—.
Lo que tendría que haber sido un día espectacular para nuestro viajero del 2023 se tornaría en tristeza, pues ese día del encierro fue el sepelio de su abuelo, del cual había heredado su afición por los encierros y el cual los había corrido cuando los primeros viajeros los instauraron. Eso hizo que la carrera fuese aún más especial para él, corriendo con una camiseta blanca en la que se podía ver una foto de su abuelo corriendo el encierro en los años 60, adquiriendo el rito un mayor sentimiento. El encierro es un espectáculo tan efímero y fugaz que la gente se quedó con muchas ganas de más.
Ahora, casi tres meses después de ese mágico día, lucha para que las autoridades les vuelvan a conceder los permisos para poder volver a repetir el encierro al más puro estilo navarro en la feria de agosto. Para ello nos pide difusión, quieren que el encierro haya llegado para quedarse, aunque respetando también la capea y manteniendo ambos eventos en el calendario taurino de la localidad mexicana. Además, les gustaría recuperar e instaurar el encierro en más localidades mexicanas, manteniendo la afición y facilitando la experiencia única de vivirlo a todas aquellas personas que no se pueden permitir viajar al otro lado del charco a la tierra de San Fermín.
¡Viva el encierro y viva México!