Concluyeron los festejos taurinos de la Feria Nacional de San Marcos en su edición 2017. Diego Sánchez no dejó de ir la oportunidad y aprovechó para hacerse notar de una manera contundente. Diego Sánchez alzó la mano para decir que está puesto a lo que venga. Nunca dejó su sello personal de lado, llevo consigo esos detalles artísticos que le vienen de maravilla a su toreo y se puso en donde los toros dan las cornadas, exponiéndose con valor, sometiendo, haciendo sentir podido a su enemigo y llamando la atención de los presentes… y ausentes. Así, con esas ganas de sobresalir, se llega lejos como torero. Hoy calló varias bocas y aprovechó para argumentar que, no importando que lo anuncien y lo quiten del cartel (como ocurrió con su prometida y aún no lograda confirmación de alternativa en la plaza México), y aunque no se le tome en cuenta como debiera a la hora de conformarse los diversos carteles, él dará todo de sí para hacer de la tauromaquia su destacada profesión. Cortó una merecida oreja en el séptimo de la noche que, ante las complicaciones que había presentado todo el encierro, supo indiscutiblemente a gloria, tanto para el coleta aguascalentense como para la mayoría de los presentes que estábamos siendo testigos de un largo pero llano festejo.
Joaquín Galdós asegundó. Topó con el único astado potable de los ocho anunciados. Lo toreó por ambos lados. Estuvo por momentos algo acelerado, entendible al no haberse acoplado en su totalidad a este tipo de embestidas. Su carrera empieza y deberá sentir la profundidad de su quehacer a la hora de estructurar alguna faena. Extrajo lo que le pudo al corrido en octavo lugar. La estocada ayudó a redondear y cortó también merecido auricular.
Gerardo Adame estuvo mal con la espada. Una lástima porque no hizo de la suerte suprema su mejor aliada. En el momento que anda como torero pudo demostrar que es capaz de solventar situaciones difíciles a la hora de enfrentarse a lidias completamente distintas. Una pena que con los aceros haya fallado. Deberá volver al carretón y entrenar fuertemente. Las cosas buenas que hace con la muleta no las puede dejar ir con la espada. A matar se enseñan los toreros, a torear no cualquiera. Lo que sería imperdonable es no volverle a ver anunciado en próximo carteles. Gerardo Adame es un torero que picando piedra (muy dura por cierto) ha ido escalando perseverantemente y no lo vendría bien verse parado. Bueno fue el astado de la ganadería de Santa Bárbara que regaló, desgraciadamente se fue con los trofeos prendidos e intactos al destazadero.
Gerardo Adame abrió plaza con Inolvidable, de Manolo Espinosa e hijos. Sopló mucho el viento y el toro estaba muy al pendiente del torero. El astado fue deslucido y el coleta insistió en extraerle algo. Después de los problemas con la espada el matador hidrocálido se retiró en silencio al callejón. Con Galero, de Boquilla del Carmen y que salió en quinto lugar, buena fue la labor del de a pie con el capote. Inició el tercio de muleta con estatuarios por alto, desdén y pase de pecho. Destacable la labor realizada por el pitón derecho. También por el lado natural. Volvió a tener dificultades con los aceros. El de regalo fue de Santa Bárbara, Mezquitero, que tuvo calidad en la embestida. El de Aguascalientes llegó a transmitir al tendido. Tras las nuevas contrariedades en la suerte suprema escuchó un aviso.
Ricardo Frausto pretendió realizar una tafallera para recibir a Admirable, del hierro de Manolo Espinosa e hijos que salía por toriles, pero le cambio el viaje el animal y se fue por el lado distinto al que estaba el percal. El toro anduvo por la misma condición del primer astado en toda la lidia. Mató el diestro de estocada entera en buen sitio. Feriante, de Boquilla del Carmen, en el tercio final tuvo comportamiento extraño al irse terciando, aquerenciado en la zona de tablas, cuando era citado por el de a pie. Con tres cuartos de acero pasaportó el matador al toro.
Diego Sánchez a Figura, de la dehesa de Manolo Espinosa e hijos, le dio la bienvenida con buenos lances y excelso remate con un recorte soltando una punta del capote. El quite fue por chicuelinas, revolera y brionesa. Difícil y malo fue el segundo tercio. El toro no ayudó y el matador decidió hacer faena a base de valor. La gente no acabó de entender parte de los meritorios momentos que extrajo y por otro lado le llegaban a exigir como su tuviera ya mucho en este andar, cuando en realidad acaba de cumplir un año de alternativa y solo unos cuantos festejos toreados (por una parte eso es bueno porque al que no se le ven facultades no se le demanda tanto). Escuchó palmas y prudentemente el diestro no quiso salir a saludar al tercio cuando fue llamado por un sector. A Amarrador, de Boquilla del Carmen, le cortó el apéndice descrito al inicio de esta crónica. Hizo gala de un toreo reposado y solvente. Cuando se requirió, ya una vez que había intentado todo lo posible, decidió darse un arrimón de verdad. Haciendo sentir su dominio sobre el toro. Cosa que consiguió al haber echado toda “la carne al asador”.
Joaquín Galdós con De Dinastía, procedente de Manolo Espinosa e hijos y muy mal presentado, tuvo que enfrentar las complicaciones que presentaba éste ya que volvía pronto y sabía dónde estaba el de a pie. Faltó algo de mando y profundidad en el torero, pues en el tendido se percibían viles pases sin estructura. Mató de estocada entera. A Apostador, de Boquilla del Carmen, le pudo tumbar la oreja. Por el pitón derecho vinieron los mejores muletazos. Por el izquierdo se prestaba el toro menos al lucimiento. Dejó en los lomos del burel tres cuartos de acero de efectos rápidos. Se le otorgó la última oreja de la feria.