Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Volver
El Juli y Talavante, látigo y seda
Crónica El Puerto | 2ª de la temporada

El Juli y Talavante, látigo y seda

Ignacio Muruve

Gozar de la belleza exuberante de todos sus rincones es trasladarte a un estado de felicidad inmediato y en el caso de un servidor, además de eso, pulsar el botón de rebobinado para volver a la precocidad de mi crecimiento como aficionado. Qué bonita estaba la Plaza Real y cómo late la ciudad portuense. También podemos expresar cierta felicidad al ver cómo las figuras, al fin, se quitan la venda de los ojos y ven más allá de su manojo de cinco ganaderías de supuesta garantía. La Quinta llevaba muchos años opositando con buena nota para entrar en ese circuito y sentarse en la mesa más codiciada del toreo.

El cuarto, más recortado pero fenomenalmente presentado también, nos lo enseñó Alvarito Montes mientras bregaba con él en banderillas. El Juli terminó por confirmarlo. Zarandeó sus muñecas y por allí desparramó su toreo. La capacidad de alargar el muletazo rizó el rizo y nos mostró al animal mejor de lo que realmente era. Aventurero, con una clase descomunal y un gran recorrido, pese a salir desentendido en muchos momentos, sucumbió al temple. Tuvo duración y el madrileño le pudo en todo momento con naturales de mano bajísima. Las dos orejas cayeron tras el frenesí de la plaza y El Juli pidió una exagerada vuelta al ruedo al burel que resultó concedida.

La finísima estampa del primero y por ende la belleza del mismo deslumbraron a un público poco acostumbrado en los últimos tiempos a ver grises en esta coso. Faltó comportamiento para compensar la presencia, faltó casta que se tradujera en empuje. Julián lo vio más viable por el izquierdo y fue administrándolo, dándole lo que pedía. Hubo un cambio de mano que cortocircuitó a la plaza y le cortó la oreja tras varias series templadas.

Del segundo capítulo, apartando la nula casta del Santa Coloma, la preocupante sensación que dejó Manzanares. El buen saludo a la verónica del alicantino no tapó lo que estaba por venir. Ido, sin terminar de encontrarle nunca los terrenos y sin cruzar la línea del compromiso. De la mano derecha a la mano izquierda y viceversa. Para el quinto, más de lo mismo. No se entendió con este noble, que tuvo empuje y casta y que al final quedó en nada por la inseguridad del matador. Aparenta Manzanares en aires cumplidores, más necesidad de no dejar el casillero en blanco que de emocionar y dejar huella con sus trasteos. Preocupante la sensación motorizada y mecanizada de sus planteamientos de faena, con lo que ha sido Jose María. Y para colmo se atascó con la espada. División de opiniones y palmas para el  buen animal.

Ni el presidente ni Alejandro Talavante vieron la innegable cojera que tuvo el tercero. La plaza sí y ni con esas. El extremeño le buscó las vueltas y tras consentirle los derrotes (derivados de la lesión) en el segundo muletazo, dejó alguno estimable. Volvió el mejor Talavante en grandes tandas por el derecho al enclasado sexto, que tuvo ritmo hasta que bajó de intensidad en la embestida. Se ajustó bien Alejandro y en un natural se quedó en el sitio para engarzar el de pecho, haciendo de la plaza un clamor. Entre que sonó Nerva y que la faena iba a más, el público entró de lleno y se llegó al júbilo cuando le metió la tizona hasta la bola. Dos orejas y ovación al toro en el arrastre.

 

  • Real Plaza de Toros de El Puerto de Santa María. 2ª de la temporada. Media entrada. Se lidiaron seis toros de La Quinta: Muy bien presentados y de variado juego. Buenos y enclasados 4° (se le dio la vuelta al ruedo), 5° y 6°, noble el 1°, soso y sin motor el 2°.
  • El Juli: oreja y dos orejas.
  • Jose María Manzanares: ovación con saludos y división de opiniones tras aviso.
  • Alejandro Talavante: ovación con saludos y dos orejas.
Sigueme en Twitter Sígueme en Twitter @ignaciomuruve
Comparte y comenta esta noticia: